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Manuela Carmena tiene 79 años pero tiene más presencia que muchos políticos en activo. Es jurista, fue alcaldesa de Madrid durante un mandato (2015-2019) y fue vocal del Consejo General del Poder Judicial. Comenzó su militancia política en el Partido Comunista. Capta la atención ... del auditorio y su opinión sigue generando titulares. Es una cualidad que viene de serie con esos personajes que logran trascender. Los focos del momento son una cosa, interesarle a la opinión pública cuando ya no te alumbran es otro nivel.
Un atributo que comparte con las dos personas con las que compartió el escenario en la última cita con el Aula de Cultura de SUR, organizado por este periódico, en colaboración con la Fundación Unicaja y Cervezas Victoria: Francisco de la Torre y Celia Villalobos. El alcalde de Málaga y su predecesora en el cargo, que ejercieron en cliché de anfitriones, se unieron a un diálogo que partió de una premisa. Esquivar la actualidad política, no convertir el encuentro en un mitin y cambiar el eslogan de usar y tirar por reflexiones pausadas y sosegados. Un repaso por varios temas como la calidad de la democracia, la gestión de lo público o la figura del dirigente cuando se enfrenta a la soledad de su despacho.
Las casi dos horas de encuentro dejaron varias conclusiones. Una, compartida por los tres, fue la siguiente: la democracia es el mejor sistema de organización para las sociedades, pero necesita ser evaluado y mimado para no marchitar. Y con la mira en los responsables en su papel de gerentes de lo público, Carmena dejó su crítica al actual funcionamiento del sistema: «En política no se puede hablar tanto y hacer tan poco», sostuvo.
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El auditorio aprobó con un aplauso unísono. De la Torre y Villalobos correspondieron en que los políticos no pueden ni deben sucumbir al ruido y al insulto. El redactor jefe de SUR, Alberto Gómez, fue el encargado de moderar y lanzar preguntas. Inquirió primero por si la democracia está en peligro en estos momentos.
Abrió fuego Carmena: «No digo que la democracia esté en peligro, pero necesita ser cuidada». Hay muchos elementos con la que se le podría buscar las cosquillas a la calidad de la misma. Entre ellos, destacó lo que calificó como «vida parlamentaria». Sobran dedos de la mano entre los actuales políticos en el Congreso, dio a entender, que «hablan el mismo idioma que el ciudadano en la calle». La consecuencia, el resplandor del desapego a la política.
Manuela Carmena
De la Torre, como es habitual en él, serigrafió su respuesta con una apuesta firme por mejorar la educación como herramienta para lograr una mejor cohesión social. «Nuestra democracia estaría mejor si tuviéramos más capacidad de respuesta para la educación», defendió con vehemencia. Antes, ya había apelado por una mayor descentralización con mayor poder para los ayuntamientos. «Es más fácil reducir el distanciamiento y el crispamiento en lo local», señaló.
Villalobos, fiel en todo momento a su discurso de aliento cercano, discrepó con la idea de que la democracia está desacreditada entre los ciudadanos. «En España hay mucho interés por lo que hacen los políticos. Hay unos niveles muy altos de participación. La mayoría de sectores recibe críticas», argumentó. La energía habría que ponerla en lograr el «consenso» con el adversario político.
En este sentido, las reglas las debería marcar una aspiración por el bien común de la sociedad. Pero en la realidad, las perfilan los gabinetes de comunicación, los gurús de turno y, no pocas veces, las estructuras de unos partidos demasiado rígidos para admitir la sana disidencia en las propias filas. «Hubo un dirigente de mi partido que brindó con champán cuando me fui», reveló Villalobos. «No hay nada que violente más a un diputado que obligarle a votar en contra de su propia moral», añadió. Ella lo hizo y fue reincidente. ¿Arrepentimiento? Nunca lo hubo.
Celia Villalobos
La mejor manera de reventar esas estructuras férreas de los partidos, según De la Torre, pasaría por atraer a más independientes a la política institucional. El hecho de que ninguno de los que haya ido con él haya reventado en éxito, más bien lo contario, provocó algunas risas veladas. Jugar de independiente en el De la Torre sistema viene con letra pequeña.
Carmena, en este punto, defendió una mayor participación del ciudadano. No llega con ir a votar una vez cada cuatro años. «Lo que está pasando ahora mismo es que la actividad política no trasluce de verdad en la gestión. Yo creo mucho en los presupuestos participativos», insistió.
Francisco de la Torre
Emergió una bonita reflexión para cerrar el encuentro, que tuvo que ver con la edad. No hay tanto utilitarismo en la juventud como se presume. Quizá, sí para el funcionamiento de determinadas cosas. Pero no para el ejercicio de la política. «Los mayores somos muy útiles para la política», señaló Carmena. «Para todo», matizó Villalobos. Mientras tanto, De la Torre concurrirá en un mes por un séptimo mandato.
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