Varios cientos de personas ha recorrido este domingo las calles de Málaga en conmemoración de la Nakba, el gran desastre (eso significa esa palabra en árabe) para los palestinos que implicó que miles de ellos perdieran sus casas en mayo de 1948 tras la creación ... del Estado de Israel que conllevó la expropiación de sus tierras. Fátima tiene 32 años y nació en Suecia, pero su familia fue víctima de la Nakba, emigró a Europa y ahora ya no sólo no tiene a nadie en su tierra de origen, sino que además tiene vetada la vuelta al lugar en que están sus raíces, según explica a SUR: lo intentó en 2018 pero no pudo entrar en el país. Fátima está en Málaga de paso, trabaja para una gran multinacional sueca y su labor la lleva a tener que viajar por toda Europa. Desde la distancia ve la guerra de Gaza con enfado, pero también con optimismo por la respuesta de la sociedad civil que se moviliza por todo el mundo en solidaridad con su pueblo.
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Quien sí vive en la ciudad y está asentado aquí durante ya más de diez años -y tres décadas en España- es Hatem. Vino a Europa a estudiar, aquí se quedó y ha hecho su vida. Tiene familia en Cisjordania y amigos en Gaza. Las redes sociales los mantienen en contacto. «Es inimaginable su sufrimiento», dice. Siente ira, frustración, sufrimiento y demanda más acción y menos palabras por parte de los Estados europeos, ante la «impunidad» que observa en las acciones emprendidas por Israel. «Por eso, hay que presionar de verdad al Gobierno de Netanyahu», reclama.
Junto a ellos han marchado desde la Plaza de la Marina por el Muelle de Heredia, la Alameda Principal y de vuelta a La Marina varios cientos de personas con banderas palestinas y ataviadas con la kufiya. También había turistas, como unas amigas turcas y alemanas, que al ver la bandera palestina se han sumado a la protesta. Y, sobre todo, los estudiantes de la Universidad de Málaga que están acampados en su Biblioteca General desde hace más de una semana, emulando a los alumnos estadounidenses y de otros países europeos que acamparon en sus respectivos campus para presionar y contribuir a parar la guerra de Gaza.
Precisamente, las reivindicaciones de los estudiantes de la UMA, que se oyeron también durante la manifestación -«Teo, escucha, la UMA está en la lucha» o «Teo, Teo, Teo, no te veo»- fueron las que cerraron la marcha en boca de dos de sus portavoces: reiteraron su demanda de que la institución rompa sus relaciones con las universidades israelíes y con todos los organismos públicos y privados que promuevan investigaciones o provean de tecnología bélica a Israel. Los estudiantes expresaron su deseo, su ansia, su objetivo, de que la UMA sea el próximo centro de educación superior de España que liquide sus lazos con el Estado de Israel después de que así lo hayan hecho sus homólogas de Jaén y de Granada. Con los vínculos que ahora mantiene, denunciaron los estudiantes, «la UMA patrocina el genocidio palestino» y «es cómplice».
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Los estudiantes llamaron a la participación en una asamblea que tendrá lugar en la tarde de este domingo en la biblioteca, donde llevan «atrincherados» nueve días «a pesar de los obstáculos», afirmaron, tanto del Rectorado como los propiciados por grupos «sionistas». Y también lanzaron críticas contra el Gobierno nacional, la coalición, precisaron, formada por el PSOE y por Sumar, por quienes se sienten «instrumentalizados». Los estudiantes demandaron que el Gobierno rompa cualquier tipo de relación con «el Estado genocida de Israel» y reconozca el Estado palestino.
La manifestación recordaba el gran desastre, la Nakba, del pueblo palestino. En el manifiesto leído por la coordinadora andaluza en solidaridad con Palestina, se incidió en que este episodio trágico está inconcluso, que no se ciñó a 1948, continúa, dura ya casi 80 años, y se sigue basando, enumeraron, en el desplazamiento de población, la colonización de tierras y el apartheid, y que esto, desde hace siete meses, cuando comenzó el asedio a Gaza, se ha intensificado. Por eso, en una pancarta se leía «It didn't start on October 7» (esto no empezó el 7 de octubre). Así que además de apelar al Gobierno a que lidere un alto el fuego y a que rompa relaciones con el Estado de Israel, llamaron a la sociedad civil también a sumarse a la campaña 'BDS': boicot a los productos israelíes, desinversiones y sanciones al Gobierno de Netanyahu.
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Contra el presidente israelí hubo cánticos, como «Netanyahu, criminal, a la Corte Penal», pero también se profirieron otras consignas como «Israel, asesino de niños palestinos» (Aisling, irlandesa estudiante de la UMA iba repartiendo entre los manifestantes papelitos con nombres de niños asesinados en la guerra de Gaza impresos en ellos: «Llevamos 300 escritos en esa pancarta, pero son sólo un 0,2% de los más de 15.000»). Otras rimas daban fe, además, del carácter internacional, multicultural, de la manifestación: «Free, Free, Free, Palestine» o «From the river to the sea, Palestina will be free» -libre, libre, libre, Palestina y desde el río hasta el mar, Palestina será libre-. Porque este fin de semana hay protestas de este tipo por toda España y por todo el mundo.
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