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Desde siempre tuvo clara su vocación investigadora y trabajó duro para hacerse un hueco en este campo. Lina Mayorga sabía que era difícil y que las posibilidades de conseguir un contrato eran muy limitadas allá por los años 90. Pero un beca predoctoral, ya como ... doctora en Biología por la Universidad de Málaga (UMA), sirvió de acicate para emprender una brillante y prolífica carrera que ahora ha sido reconocida por la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (European Academy of Allergy and Clinical Immunology -EAACI-) con el premio a la mejor trayectoria investigadora de Europa.
A sus 57 años, esta malagueña, responsable del grupo de alergias y coordinadora del laboratorio de investigación de Ibima, no oculta su satisfacción con el premio otorgado por esta sociedad científica de referencia, formada por 15.000 miembros, entre médicos, investigadores y profesionales, de 125 países. Entre sus méritos, más de 250 publicaciones en revistas científicas de alto impacto y un índice h de 59 (sistema de medición de la calidad profesional basado en la relevancia de la producción científica, al tener en cuenta el conjunto de trabajos de un investigador y el número de citas de cada uno de ellos), situándose entre los primeros investigadores españoles en la categoría Ciencias de la Salud-Alergia.
Desde que lograra su primer contrato en un grupo de investigación del Hospital Regional de Málaga y realizara su tesis sobre la producción de anticuerpos monoclonales frente a la amoxilina, esta científica no ha dejado de estudiar los mecanismos que intervienen en esta enfermedad. Primero intentado conocer las diferentes células implicadas en las reacciones alérgicas a fármacos y años después, ya como investigadora senior y al frente de su propio grupo de investigación, centrando toda su atención en el estudio de los tratamientos de la alergia a los alimentos.
Uno de los grandes avances llevados a cabo ha sido el desarrollado de técnicas celulares para el diagnóstico de alergias, que valen tanto para las alergias a alimentos, medicamentos o aquellas que provocan enfermedades respiratorias. «Es un test de activación de basófilos y actualmente somos un centro de referencia», subraya Mayorga, que actualmente trabaja con un grupo europeo para mejorar esta técnica y ponerla en funcionamiento en diferentes centros de investigación y hospitalarios. ¿Su principal ventaja? Es una técnica complementaria a las pruebas cutáneas típicas de alergia. «Hay paciente a los que no se le puede hacer, porque pueden tener una reacción muy grave o porque no dan un resultado bueno y entonces se les tiene que hacer la provocación. Para evitar eso, se le hace el test de activación de basófilos», aclara.
Según la Organización Mundial de Alergia (WAO, por sus siglas en inglés), entre el 30 y el 40% de la población mundial sufre algún tipo de alergia. Los expertos sostienen que esas cifras aumentarán en las próximas décadas debido al impacto del cambio climático, la mala alimentación y el uso inadecuado de medicamentos, entre otros factores. «Todo ello está modificando el microbioma y nos predispone más a ser alérgicos. Lo mismo ocurre con los problemas derivados de la barrera epitelial o de las mucosas, más perjudicada por los productos que usamos para ducharnos, o para lavar la ropa, lo que provoca que los alérgenos entren con más facilidad y nos sensibilicemos».
En este sentido, Mayorga nunca imaginó que aquel camino que emprendió hace 30 años la llevara por estos derroteros ya que en la actualidad, entre 400 a 600 millones de personas en todo el mundo padecen algún tipo de alergia y se calcula que, para el año 2050, la mitad de la población mundial estará en estas condiciones. «Las enfermedades alérgicas en general no dejan de aumentar, pero concretamente la alergia alimentaria está cobrando especial importancia». Por eso, en la actualidad están estudiando la alergia al melocotón. «Alguien puede pensar que con no tomarlo el problema está resuelto. Sin embargo, la proteína que produce esa alergia no está sólo en el melocotón, está en una gran cantidad de alimentos. Por tanto, cuando alguien tiene alergia al melocotón, le obliga a tener una dieta muy restrictiva, ya que también puede serlo a la lechuga o al tomate. Son alimentos muy diferentes al melocotón, pero el problema va a ser similar», recalca.
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