
Málaga en el ‘tardodelatorrismo’
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La ciudad enfila el final de la legislatura con un balance muy pobre si se compara con etapas anterioresLa ciudad se encamina al final de esta legislatura con un preocupante balance de actuación. Por más que se rebusque y se intente poner en valor algún proyecto municipal éste no se encuentra. La etapa de lo que podría denominarse el ‘tardodelatorrismo’ está siendo muy pobre. Sobre todo, si se compara con las anteriores. Vamos a ello. El regidor accedió al cargo en el año 2000 en sustitución de la entonces recién nombrada ministra Celia Villalobos. Pues bien, en los tres años que estuvo al frente de su primera legislatura impulsó e inauguró la remodelación de la calle Larios, la que puede considerarse como la gran chispa que dio paso a la transformación de Málaga. Pero no sólo acometió eso, también se abrió el parque Huelin y se hizo con Tabacalera en una gran operación que devolvía a Málaga un gran edificio. Fue la etapa de la eclosión que dio paso al nacimiento del delatorrismo como fenómeno político que empezaba a ganar adeptos en la capital. De ahí que consiguiera su primer triunfo como cartel electoral en el año 2003. En esa segunda legislatura se siguió con el proceso de peatonalización del centro, que empezaba a convertirse en el gran escaparate de una ciudad que al fin despertaba de su letargo turístico. Pero hubo bastante más. Se abrió el paseo marítimo de poniente que transformaba la zona oeste de la capital de una manera espectacular, se remodeló el Paseo del Parque y se construyó el auditorio. Además se apostó de una manera decidida por los barrios con dos actuaciones que fueron muy bien recibidas por los vecinos. Por un lado, se completó una red de aparcamientos para residentes y por otro se dotó de campos de fútbol de césped artificial en cada distrito. Se acababa para los niños jugar en las calles terrizas. Los barrios empezaban a ser una cosa muy diferente a lo que habían sido hasta esos momentos. Málaga avanzaba a un ritmo frenético. Pero la gran transformación se produjo entre las dos siguientes legislaturas, las que empezaron en el 2007 y en el 2011. En la primera llega el AVE con el consiguiente soterramiento y la operación Vialia que cerró el primer edil y se seguía apostando por los barrios. De hecho se completó uno nuevo que partía desde Teatinos. Se entregaron miles de viviendas en Soliva, la mayor promoción de viviendas de VPO construidas a pulmón municipal que se recuerda. Y fue en esos años cuando se inauguró el Museo Carmen Thyssen de Málaga. Empezaba la que podría denominarse etapa dorada del delatorrismo con las aperturas sucesivas en la siguiente legislatura, la anterior a la actual, de los museos Ruso y Pompidou. Málaga, convertida en una gran capital europea por derecho propio, sin necesidad de nombramiento oficial alguno de capitalidad cultural como se pretendió lucir sin éxito en el 2016. Fue el gran momento del regidor, convertido en una especie de alcalde sol que hacía relucir a una ciudad que acababa de estrenar también el metro y celebraba la integración del puerto de la ciudad. Eso no se lo puede quitar nadie a De la Torre, que es (aún no se debe decir ha sido) el mejor alcalde que ha tenido Málaga en la historia. Pero las cosas han empezado a cambiar. Esta última etapa en la que ya se da por descontada su salida, algo totalmente lógico si se tiene en cuenta que está a punto de cumplir los 75 años, la capital, o mejor dicho, el impulso a la capital ya no es el mismo. Durante los 15 años narrados anteriormente se hablaba de proyectos que se ejecutaban, se veía un avance casi anual de Málaga. Ahora de lo que se habla básicamente son de un par de temas: su sucesión y Limasa. El primer tema es puramente político, en el que se denota una toma y daca del alcalde con su propio partido, al que parece que a veces le gusta despistar en un juego que no se acaba de entender muy bien. Que si se va, que si no, que si depende del partido el próximo candidato…Flaco favor le hace al PP al no despejar de una manera diáfana su horizonte político. De la Torre se ha ganado el derecho en las elecciones a estar los cuatro años. Eso no lo duda nadie, aunque su labor se está viendo empañada en esta etapa final por su inacción, quizá alimentada entre sus compañeros de gobierno que no quieren moverse demasiado para evitar no estar en la próxima foto de la corporación municipal . No se sabe si no actúan porque el alcalde no les pincha o porque creen que el primer edil ya no está pensando en el futuro. El gran tema municipal es Limasa, o sea, la recogida de basuras. No parece muy lógico que en el ayuntamiento de una gran ciudad como Málaga este sea el tema estrella. Es cierto que se destinan cientos de millones, pero se ha caído en una polémica que afecta muy poco a los ciudadanos. Que Limasa sea privada o municipal no variará mucho el servicio que se presta, ya que la plantilla será prácticamente la misma. La única diferencia será en la denominación de estos trabajadores, que aspiran a convertirse en funcionarios. Pero poco más. Lo que debe discutirse y no se hace es sobre cómo mejorar el servicio. Saber si la ciudad está limpia o sucia y la manera de mejorarla. No parece que por el mero hecho de que sea municipal o privada se consiga el milagro. Pero ahí siguen enredados. Mientras tanto, la ampliación del metro sigue paralizada por culpa del Ayuntamiento. No se puede escudar ahora en los vecinos cuando antes ya había firmado su compromiso con la Junta para que llegara en superficie al Hospital Civil. Los malagueños de la zona ya estaban en contra cuando rubricó el acuerdo. En el Astoria, sin duda el gran lunar de su mandato junto con el museo fallido de Art Natura, tampoco parece encontrar la salida al laberinto toda vez que fracasó la apuesta que hizo Antonio Banderas. La plaza de La Merced es gafe para el alcalde, pues el mercado gourmet por el que tanto apostó sigue cerrado apenas un par de años después de su apertura. Otro mamotreto que amenaza con seguir los pasos del Astoria. Tampoco le encuentra una solución al proyecto de las torres de Repsol, en el que ya ha dejado caer que a lo mejor se tiene que resolver en la próxima legislatura. La contestación de los grupos de la oposición que apuestan por hacer un bosque urbano en vez de torres previstas, en el que sin duda es un proyecto transformador, mantiene en jaque al regidor, que no encuentra una salida. La gran esperanza para esta legislatura es la actuación en la Alameda Principal, aunque difícilmente se llegará a tiempo para colocar los primeros ladrillos antes de las elecciones. Aunque vista la relación de proyectos anterior, esto es pecata minuta. El proyecto que levanta más ilusión es el de la torre del puerto, que no está impulsado precisamente por el Ayuntamiento, sino por un privado y por la Autoridad Portuaria. El primer edil se ha comprometido al menos a que la burocracia de Urbanismo no lo retrase. A ver si se consigue. Y esto es lo que hay de momento. Habrá que esperar a que termine esta última etapa. Aunque de momento el tardodelatorrismo parece que no dejará especial huella en Málaga. Que es lo normal en este tipo de situaciones.
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