Sólo hay que darse una vuelta por los mercados de abastos para comprobar que la oferta de conchas finas escasea. Su precio se ha disparado y son de peor calidad. «Pocas y malas», resume Silvia Cordero, que ha optado por venderlas sólo en Navidad para ... que compense: «Las pongo a 24 euros y me llegan de Cádiz; no las quiero de Portugal», zanja. El argumento se repite en otros puestos del Mercado Central, donde se ofrecen a 18 y 20 euros el kilo. «¡Un disparate! Hace dos años no pasaban de ocho», recuerda José Luis Castillo, que lleva 30 años con este puesto de Atarazanas.
Publicidad
En ninguno hay este molusco con procedencia de Málaga. Y no es casual. En estos últimos años, las capturas en los caladeros malagueños han caído en picado, pasando de las 273 toneladas en 2019 y los tres euros el kilo que se pagaban en lonja, a las 29 toneladas obtenidas en 2023 a unos diez euros el kilo. Este año ya rozan los 15 euros, multiplicando su precio por cinco en un lustro.
Y la tendencia no parece mejorar a la luz de las escasísimas tres toneladas recogidas en los pasados meses de enero y febrero cuando en ese mismo periodo se capturaron 47 hace cuatro años. Fue su mayor pico, de acuerdo a la estadística que ofrece la Junta de Andalucía y que sirve ahora de referencia a los científicos del Centro Oceanográfico de Málaga (institución dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas), que han iniciado una campaña para hacer seguimiento de la población de este molusco tan consumido y ligado tradicionalmente a la gastronomía local. «No hay casi nada en la costa de Málaga; queda un pequeño reducto en Estepona y la Línea de la Concepción, pero todo lo que se vende aquí viene de Galicia (donde no se consume), Francia, Portugal y Marruecos», indica Jorge Baro, investigador principal del grupo de trabajo, que no oculta su preocupación con la situación.
Este molusco ('Callista chione'), reconocible externamente por la suavidad y el marrón brillante de su concha, es muy apreciado por su intenso sabor a mar y su lengua carnosa de color naranja que muestra su mejor versión cuando reacciona al tomarla en crudo con una gotas de limón, sal y pimienta.
Publicidad
Viven relativamente cerca de la costa, enterradas a unos 10 o 20 metros de profundidad. «En Málaga se han consumido siempre porque era una especie accesible a la pesquería local, incluso cuando no se disponía de grandes recursos para capturarlas», asegura Baro, quien se refiere a los antiguos 'molinetes' con los que se arrastraban para conseguirlas.
Ahora las artes de pesca son otras. La flota usa rastros mecanizados que ahorran tiempo. O usaba, porque, según este científico, ahora es tiempo de «observar» y «asesorar» a la Junta para que tome medidas, bien sea con planes de gestión que marquen unos límites o paralizando su pesca. «En estos momentos, no podemos hablar de una desaparición de la concha fina, pero sí que puede dejar de ser rentable su captura», advierte Baro, quien explica que esta especie es muy longeva (puede llegar a vivir siete años) y, por tanto, puede tardar mucho tiempo hasta que se note su regeneración y alcance una talla legal nuevamente.
Publicidad
Y es que aunque este investigador, que dirigió también el Centro Oceanográfico de Málaga durante 13 años, cree que las causas son diversas, apunta a una sobreexplotación como la primera de ellas. Desde que se produjo el pico de capturas en 2019, el descenso fue progresivo y notable, pues un año después, en 2020, se obtuvieron cien toneladas menos. ¿Influyó entonces esa sobrepesca? Baro cree que «algo sí», aunque no explica que el descenso haya sido tan acusado.
Por eso, los investigadores miran hacia otros factores que también han podido influir negativamente en esta merma de la población, entre ellas, la temperatura del agua, la disponibilidad de alimentos, el reemplazo de individuos porque las larvas no se hubieran desarrollado adecuadamente, la contaminación (la población de Málaga vive en el litoral con el impacto que eso tiene en el mar) y, «quizá una enfermedad».
Publicidad
Todas las hipótesis están sobre la mesa para su estudio y desde este grupo de investigación ya aventuran que no hay una única causa, sino varias y con un efecto multiplicador con consecuencias indeseadas. Porque mientras se conocen y se toman medidas, habrá que seguir recurriendo a otros caladeros nacionales e internacionales. Abastecerán los mercados, pero quienes llevan media vida en el oficio saben que no pueden competir con las de Málaga: «Las que llegan son de una calidad inferior, con una carne más blanca y aguantan menos», lamenta Salvador, al frente de Hermanos Céspedes en el Mercado de Atarazanas.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.