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Los malagueños van a tener que empezar a familiarizarse con un nuevo contenedor de basura. A los ya conocidos de color amarillo (envases), verde (vidrio), azul (papel y cartón) y gris (fracción resto, donde se deposita todo lo demás que no se recicla), se va ... a sumar en 2020 un quinto recipiente. Será de color marrón e irá destinado exclusivamente para los residuos orgánicos, básicamente restos de comida, que son los que más se generan en los hogares. El objetivo es doble, ya que además de reutilizar estos residuos para hacer compost y comercializarlo como abono para jardinería y agricultura también se evita que acaben en el vertedero de Los Ruíces, al que no le queda más de una década de vida útil.
Amarillo. Envases metálicos (latas de conservas, bandejas de aluminio, aerosoles), briks y envases de plástico (botellas de agua o de productos de limpieza, geles de baño, bolsas de congelados, tarrinas de mantequilla y yogures, bandejas de corcho blanco, envoltorios de plástico y bolsas).
Azul. Todos los envases de cartón como cajas de gallegas, cereales, zapatos o de productos congelados, así como las bandejas de cartón de huevos y todo tipo de papel (periódicos, libros, revistas y bolsas de papel). Las servilletas o papeles de cocina manchados de grasos o aceites irán al marrón.
Verde. Cualquier botella de vidrio, frascos de cosmética y de colonia, tarros de mermelada y conservas deben ir al contenedor verde. Los patones deben ir al amarillo si son de plástico o al marrón si son de corcho. En cuanto a las bombillas, vajillas, espejos o frascos de cerámica, van al punto.
Marrón. Restos de fruta y verdura, de carne y pescado, cáscaras de huevo, de marisco y de frutos secos, otros restos de comida, posos de café e infusiones, tapones de corcho (sin añadidos de plástico u otros materiales), cerillas y serrín, papel de cocina y servilletas sucias, y pequeños restos de jardinería.
Gris. Todos aquellos que no sean envases o que no tengan un sistema específico de recogida deben ir al contenedor de la fracción resto, como pueden ser textiles sanitarios (compresas, bastoncillos o toallitas), utensilios de cocina, juguetes, cristales u objetos de plástico o metal que no sean envases.
Con este escenario en el horizonte y con una directiva de la Unión Europea que obliga a la recogida separada de los biorresiduos antes del 1 de enero de 2024, el Ayuntamiento de Málaga tiene previsto comenzar a implantar este quinto contenedor a partir de febrero de 2020, convirtiéndose en el primer municipio de la provincia en seguir un paso que ya han dado otras ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Sevilla, Pamplona o Gijón. Como en estas localidades, lo hará de forma progresiva empezando por el entorno de Parque Litoral, que ha sido la zona elegida para arrancar un proyecto piloto con la distribución de entre 150 y 200 contenedores de 1.600 litros de capacidad (en Málaga hay 9.000 recipientes grises que recogen 228.000 toneladas de residuos al año) y de cuyos resultados dependerá el ritmo de expansión al resto de la ciudad.
El lugar designado para esta prueba no ha sido al azar, ya que se ha buscado un espacio con una alta proporción de población joven que, por regla general, está más concienciada con el reciclaje. Pero detrás de esta decisión también hay cuestiones operativas, como el hecho de contar con amplios viales como la avenida de Imperio Argentina y la calle Pacífico donde no hay grandes problemas de aparcamiento como para que afecte demasiado el espacio para otro contenedor más y cuyo trazado facilita la realización de un recorrido completo de recogida con camiones de carga lateral, donde basta con el conductor a diferencia de los de carga trasera, para los que son necesarios otros dos operarios para acercar los contenedores y engancharlos al vehículo. Así lo confirma a este periódico la concejala responsable de Limasa, Teresa Porras, quien confía en la buena adaptación de los malagueños ante este nuevo hábito que va a obligar a separar aún más los residuos en casa.
¿Y cuáles son los que se deben tirar al marrón? Los restos biodegradables y los desechos orgánicos. Los primeros son básicamente los restos de comida, como carnes, pescados, verduras, frutas o los posos del café. Los orgánicos, por su parte, son servilletas o papeles de cocina usados y manchados de grasa o aceite (si están limpios van al azul). Igualmente, también van el corcho o los pequeños restos de jardinería. Lo que no debe tirarse a este contenedor, y por tanto deben seguir yendo al gris, son el textil sanitario (empresas, tampones, bastoncillos, toallitas higiénicas o pañales), las colillas, el polvo que se genera al barrer o los excrementos de las mascotas.
228.000 toneladas de residuos depositan al año los malagueños en los más de 9.000 contenedores grises que hay repartidos por la ciudad. Si a este volumen se le añaden la recogida selectiva y los servicios no domiciliarios (muebles, podas, escombros, playas,...) el servicio de recogida de Limasa retiró en 2018 526.741 toneladas de residuos.
37% de los residuos que se generan son orgánicos.
150-200 contenedores de tapa marrón serán instalados en el entorno de Parque Litoral, en el marco de esta prueba piloto que se pondrá en marcha a partir de febrero de 2020. Los recipientes destinados para este ensayo sólo se podrán abrir con una tarjeta magnética que se entregará a los ciudadanos que decidan participar en esta iniciativa.
En principio, la hoja de ruta marcada por el Ayuntamiento y Limasa contempla limitar este ensayo a un determinado número de ciudadanos a los que, tras ofrecerse como voluntarios previa campaña explicativa, se les entregará una tarjeta magnética para poder levantar la tapa además de un 'kit' con cubos para facilitar la separación de los residuos en casa. Lo que se persigue al restringir el uso en las primeras semanas es evitar que los recipientes marrones acaben recibiendo todo tipo de residuos por confusión o desconocimiento. A partir de ahí, la intención es extender de forma progresiva este quinto contenedor con el que se pretende mejorar el reciclaje de los restos orgánicos y evitar que acaben en vertederos.
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