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Una pequeña ciudad educativa se ha levantado a lo largo de tres cuartos de siglo a la orilla del río Guadalmedina. Generaciones de malagueños llegados de todos los puntos de la provincia se han formado en las instalaciones del IES La Rosaleda, hasta 1987 denominada escuela de formación Francisco Franco y desde entonces Instituto de Educación Secundaria. En estos 75 años se ha consolidado como referente en la formación de profesionales que hoy ejercen en multitud de empleos. El centro, que abrió sus puertas como escuela profesional, hoy día imparte ciclos de FP, Bachillerato, cursos de especialización y enseñanza de adultos.
Los actos oficiales han contado con la inauguración de 'Fenomix', una escultura en madera diseñada por el profesor Joaquín Manzano y que ha contado para su realización con la colaboración de alumnos y profesores del centro. Situada en los jardines del centro, se trata de un 'tótem' de unos siete metros de altura que ha sido realizado en Eeucaliptus camaldulenses, madera de extraordinaria belleza y durabilidad. Una doble espiral en varilla de hierro corrugado, que simula la doble hélice de ADN, surge desde la base. Ambas varillas acogen a pares de tiestos de diferentes colores y con diferentes especies de rosales trepadores como las bases nitrogenadas que componen el ADN.
Se trata de una «alegoría de la educación», según dijo su autor, en la que la labor de los docentes «va moldeando la herencia genética de los alumnos y se eleva hacia el cielo para convertirse en algo nuevo y bello».
Los alumnos del ciclo de grado Medio de Soldadura Iván Rodríguez y Manuel Alejandro Horca fueron los encargados de depositar una 'caja del tiempo' a los pies de la escultura. Se abrirá dentro de 25 años para que profesores y alumnos del futuro conozcan cómo era el centro. En su interior, mensajes de autoridades, como la ministra de Educación o el alcalde, y objetos donados por los diferentes departamentos del centro, como las reglas de carpintero del profesor Miguel Cardona, una brújula del departamento de Orientación, monedas, unas varillas de electrodos, un calendario y las planchas para su impresión, la prensa del día o unas mascarillas.
José David Triguero, el director, recordó a los que a lo largo de estos 75 años han servido a la institución. Además de los aspectos cuantitativos, resaltó «la huella que deja en cada persona que transita por el centro y por los efectos que produce en una sociedad». E insistió en que «lo que aquí suceda siempre impulse la justicia y la igualdad de oportunidades. Y esta última palabra –dijo– es la clave de nuestro trabajo: garantizar que los que tienen menos puedan gozar de las mismas oportunidades, esa es la labor fundamental de la educción pública. Y eso requiere que quienes trabajamos aquí demos lo mejor de nosotros mismos».
En un ejercicio de autocrítica, proyectó su mirada a estos 75 años atrás y reconoció que además de cosas bien o muy bien hechas, «no podemos olvidarnos de los que sufrieron, sabemos que hubo quienes no se sintieron acogidos o incluso lo pasaron mal. No querríamos olvidarnos de ellos y hacemos el esfuerzo cada día de no repetir los errores que hayamos cometido».
Apelando a la historia y trayectoria del centro, aseguró que La Rosaleda «está en la memoria de miles, de decenas de miles de personas» y dijo ser consciente de que no todo ha sido perfecto, «pero a la vez conscientes de los logros y de las vidas a las que ha contribuido».
El acto contó con la actuación musical de la artista Alba de la Merced, que realizó en el centro el Bachillerato Musical antes de estudiar Música y Arte Dramático en Córdoba. A su tutor en el instituto dedicó uno de los temas que interpretó, 'La barca'.
El alcalde, Francisco de la Torre, indicó durante su intervención que la Formación Profesional se está valorando mejor en estos últimos años, después de considerarse una formación de menor nivel. «Hoy es más fácil encontrar trabajo si se estudia una FP en los ciclos adecuados que con estudios universitarios», dijo. Aunque reclamó una mayor capacidad de adaptación de estas enseñanzas a las necesidades del mercado, ya que poner en marcha un nuevo ciclo formativo puede llevar hasta diez años, cuando en Europa no suele tardar más de un año. «La excelencia y la calidad deben acompañar a estos estudios», reivindicó el alcalde, pues «la educación es la garantía de una igualdad de oportunidades».
La delegada de Educación y Deporte, Mercedes García Paine, recordó que el centro se inauguró en 1947 con unos 210 alumnos y el nombre de Institución Sindical de Formación Profesional Francisco Franco, aunque popularmente fue conocido como la Escuela Franco, hasta que en 1987 cambió a su actual denominación. Para la delegada, la principal aportación del instituto La Rosaleda es que «ha dado formación profesional e intelectual a muchas generaciones de familias con pocos recursos».
García Paine aseguró que en la actualidad «el IES La Rosaleda es mucho más que un instituto: constituye una verdadera ciudad educativa, pública, integradora, de calidad, con una oferta formativa amplísima y de un rendimiento contrastado. Este centro ha sabido afrontar con seriedad, serenidad y rigor los retos del presente y se prepara para los del futuro».
Como objetivos del centro, el director aseguró que sueñan en que «nuestro alumnado aprenda a vivir en liberta, con sentido crítico, sentido d ela justicia y una firme convicción de lo importante que es la equidad. Y que contribuyan a la sociedad con su aportación profesional y humana; es nuestra misión y a la vez nuestro sueño».
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