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Málaga busca miles de ingenieros: «Las empresas se pelean por ellos»

Málaga Tecnológica ·

El aterrizaje de grandes compañías en la provincia deja al descubierto la escasez de trabajadores tecnológicos, aunque crece la vocación digital entre los estudiantes

Miércoles, 22 de septiembre 2021, 00:44

Málaga está de moda en el panorama tecnológico. No es un brindis localista: cada vez más empresas del sector aterrizan en la provincia, donde el ... empleo digital (desde programación a inteligencia artificial, pasando por animación o ciberseguridad) ha crecido un 57 por ciento desde 2012, cuando comenzó a reactivarse el mercado laboral tras la crisis económica. El aumento medio en España de estos puestos de trabajo especializados asciende al 15 por ciento, según el Instituto Nacional de Estadística: 42 puntos menos que en Málaga. El Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) suma ya más de 600 empresas y 20.000 profesionales. Grandes compañías como Google, Vodafone, Dekra y Telefónica han anunciado inversiones este año. La eclosión digital de la provincia, cuyo eco habrá que seguir de cerca, deja sin embargo al descubierto un déficit crónico, apenas maquillado en los últimos años: Málaga necesita a corto plazo miles de profesionales tecnológicos.

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«Es un proceso complicado», reconoce Felipe Romera, director del PTA: «Hay tensión entre las empresas por la búsqueda de trabajadores. Mucha gente viene de fuera porque la demanda cada vez es mayor». El ecosistema local no puede absorber la petición actual, inflada por las cientos de ofertas de empleo cualificado que las compañías ya han puesto sobre la mesa. A la consultora de recursos humanos HRCS no le salen los números. En un primer cálculo, su CEO Miguel Ángel Romero estima que ya hacen falta unos 3.000 profesionales. Sólo con los 600 empleos que generará Vodafone, que instalará su centro europeo de investigación en Málaga, y la creación de 500 puestos de trabajo que Everis se ha puesto como objetivo en un plazo máximo de dos años, más el crecimiento natural, la anémica capacidad de la provincia para generar talento digital queda desbordada. Y el resultado es que la demanda de perfiles tecnológicos en Málaga ya supera la oferta. «Las empresas se pelean por estos perfiles», confiesa Romero.

La falta de interés por estas carreras supone el primer obstáculo. Superarlo constituye uno de los empeños de Bernardo Quintero, fundador de Virustotal y responsable de que Google reconozca Málaga en el mapa: si la tecnología resulta ya una materia transversal, presente en casi cualquier oficio, ¿qué sentido tiene que los planes de estudio pasen de puntillas por la educación digital? Quintero ya lo advirtió durante la inauguración del curso de verano de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA): «Saber programación será un factor diferencial a la hora de enfrentarse al mercado de trabajo». En un artículo publicado en este periódico argumentaba este aviso: «Málaga necesita mas vocación tecnológica. Estamos descuidando los mimbres, la base, el ingrediente clave sin el cual es imposible crear el caldo de cultivo del entorno al que aspiramos. Vivimos en la mal llamada generación de los nativos digitales. Los padres piensan, pensamos, que nuestros pequeños nacen con una facilidad innata para dominar la tecnología. No nos engañemos. El mundo del mañana se dividirá entre creadores y consumidores de tecnología. Nosotros estamos educando a consumidores digitales».

Mientras en Inglaterra la programación es obligatoria desde los seis años, en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) española la más genérica asignatura de Informática resulta optativa. Pero algo está cambiando, como explica Manuel Enciso, director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la Universidad de Málaga (UMA): «Hace falta más vocación, pero antes nuestros títulos llegaban a septiembre con plazas libres y ahora se cubren en primera convocatoria. Hay cada vez más interés por parte de los estudiantes de Bachillerato y eso es un caldo de cultivo esencial». Por eso este año el doble grado de Matemáticas e Informática (que sólo oferta quince plazas) ha superado por primera vez a Medicina en las notas de corte de la UMA.

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Pero en la Universidad todavía hay un tapón que puede lastrar este interés creciente por parte de los estudiantes. Lo advierte el propio Enciso: «En Informática no podemos crecer porque tenemos el edificio y el personal que tenemos. Hacemos malabares con los recursos que hay. A veces siento envidia de otras comunidades como Cataluña, que ha sacado un título de Inteligencia Artificial». No es un título reconvertido ni un paquete de contenidos modernizados, sino un nuevo grado. Aquí, sin embargo, la simple posibilidad de ampliar el número de plazas que ofrece Informática parece quimérica: «Entiendo que los Presupuestos Generales del Estado están restringidos y que estamos en una época pandémica, pero la 'next generation' venía para apostar por decisiones estratégicas, y si Málaga se lanza al mercado digital las administraciones deben apoyar a la Universidad para que vaya en ese sentido».

Para paliar este déficit, las empresas optan por dos caminos: contratar trabajadores que viven fuera de Málaga y cultivar su propio talento en el ecosistema local. Compañías como Ingenia y Accenture ya organizan cursos por su cuenta con frecuencia, algunos incluso dirigidos a 'ninis' y personas sin formación digital. Así se garantizan una bolsa con los perfiles que necesitarán. «Conozco casos», relata una fuente del sector que prefiere mantener el anonimato, «de personas que trabajaban en puestos que no tienen nada que ver con la tecnología o que estaban en casa sin hacer nada, les han preparado en un curso por ejemplo de desarrollo de aplicaciones para Android y ahora son empleados de esa misma multinacional». Pero la pieza más valiosa del tablero son los programadores con experiencia. «Es más o menos fácil encontrar pitufos (perfil júnior), y si no hay en Málaga los traen de fuera con contratos más o menos atractivos», ilustra la misma fuente: «El problema es dónde encuentras programadores experimentados (perfil sénior) que ponen muchas más exigencias a la hora de trasladarse».

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Aunque el sector ha intensificado su apuesta por el teletrabajo desde el inicio de la pandemia, muchas empresas aún necesitan y quieren cerca a sus empleados. «Y lo suyo», reflexiona Enciso, «es que estos puestos de trabajo repercutan en Málaga». Por eso en los últimos años la Escuela de Informática de la UMA ha registrado un incremento notable de traslados de expediente: «Antes eran casos puntuales. Ahora se nota que la gente quiere graduarse en Málaga para salir al mercado laboral local». Pero la dificultad de acceder a una vivienda supone una rémora en todo este proceso, tanto para los perfiles mejor pagados como para los nuevos contratos. Para los primeros, porque se topan con problemas para encontrar una casa que se adecue a sus necesidades, entre otros requisitos frecuentes que la provincia no siempre cubre. Y para los segundos, porque un alquiler de seiscientos o setecientos euros resulta casi inasumible.

«Los problemas para encontrar una vivienda son una palanca de freno», reconoce Miguel Ángel Romero: «Aquí hay sueldos más altos que en Sevilla y Granada, por ejemplo, pero si los alquileres son más elevados a veces no les sale rentable venir». Enciso coincide en que la vivienda se ha convertido «en el punto débil» de la Málaga tecnológica: «Conozco muchos casos de trabajadores que no han podido trasladarse porque no han encontrado casa o porque los precios son desorbitados». Y eso que los sueldos, como insiste Felipe Romera, «han subido» como resultado de que la demanda de perfiles digitales rebase la oferta: «Cada vez ganan más. Siempre digo que los salarios más altos de Málaga están en el PTA». Desde las consultoras de recursos humanos consultadas comparten que el sueldo medio se ha incrementado en los últimos años: «Ya no encuentras informáticos con tres o cuatro años de experiencia por menos de treinta o cuarenta mil euros al año».

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Aún queda margen antes de que la pujanza de la provincia, y sobre todo de la capital como ciudad tecnológica, acabe evaporada entre sus carencias. «Es un momento interesante. Claro que uno puede morir de éxito, pero también puede aprender a gestionar el éxito. Málaga cada vez tiene más visibilidad, aunque hay que equilibrar la demanda con un modelo de ciudad sostenible, por ejemplo en materia de vivienda. Pero tenemos un lugar apetecible, con gente loca por venir. Lo veo con optimismo, no desde el sentido negativo», considera el director del PTA: «El sector digital es un mercado infinito, con un gran desarrollo». Arturo Bernal, consejero delegado de Extenda, la Agencia Andaluza de Promoción Exterior, dependiente de la Junta de Andalucía, incide en la capacidad de Málaga para convertirse «en un 'hub' tecnológico por su enfoque en sectores estratégicos», aunque advierte de que las administraciones, las empresas «y la transferencia del conocimiento deben engranarse para funcionar como un reloj».

Desde Yes, We Tech señalan otro de los grandes caballos de batalla del sector: la escasez de mujeres. Carmel Hassan, presidenta de esta comunidad feminista, recuerda que apenas hay referentes para las niñas que muestran inquietud por disciplinas técnicas. Y la pescadilla se muerde la cola: la escasez de mujeres contribuye a perpetuar ese déficit, un círculo que necesita una salida inmediata. «Tenemos que acercar a las niñas y adolescentes a modelos positivos, sin estereotipos de género. La tecnología no es para los chicos porque no hay cosas de niños y cosas de niñas. Si no evitamos esa idea tocará superar las barreras del machismo para poder hacer lo que nos gusta», lamenta Hassan.

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En un escenario de necesidad creciente de trabajadores tecnológicos, ¿cuáles serán los perfiles más solicitados en el futuro? Desde la UMA lo resumen en tres puntos: ciberseguridad, inteligencia artificial y ciencia de datos. Pero la pregunta esconde una trampa: más de la mitad de los oficios a los que se dedicarán las nuevas generaciones aún no existen. Por eso muchos expertos prefieren limitarse a reproducir aquello que gritaba el CEO de Microsoft, Steve Ballmer, hace años: «Developers! Developers! (¡Desarrolladores!)». Una súplica que en Málaga suena a empleo casi garantizado.

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