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Cerraron su acuerdo de coalición, hicieron sus listas y se presentaron a las elecciones IU y Podemos como Adelante Málaga en mayo de 2019. Cada partido hizo sus concesiones, pero lo que no se comunicó, aunque estaba en el pacto, es que la edil de ... Podemos, Paqui Macías, sustituirá al concejal de Izquierda Unida, Eduardo Zorrilla, en la portavocía del grupo municipal en un año y medio, en el ecuador de este mandato municipal.
La edil morada lo explica con naturalidad: «Tendré dos años de aprendizaje con un buen maestro para cuando me toque a mí ser la portavoz». Cuando esto ocurra cambiarán las tornas y Zorrilla, que llevaría nueve años y medio asumiendo el liderazgo de su partido (ahora compartido) en el Ayuntamiento de Málaga desde que se marchara Pedro Moreno Brenes en octubre de 2012, pasará a ocupar el puesto de viceportavoz, el mismo que ahora tiene Macías.
Subir desde un puesto inferior a uno superior siempre resultó atractivo para los que lo hacían, pero bajar nunca ha sido un caramelo. Lo cierto es que este es el acuerdo para mantener la cohesión en un grupo municipal en el que comparten los recursos a la mitad para dar cabida a técnicos de cada uno de los partidos, que trabajan en la estrategia que deben llevar en común.
Macías explica que en estos siete meses que lleva de andadura municipal para ella «todo es nuevo». «Piensa que no vengo de ningún partido político en el que me haya formado en sus filas; vengo de la calle«. Para explicarlo hace un pequeño periplo por su vida. Su último trabajo, del que se siente orgullosa, fue el de cartera rural por los Montes de Málaga. »Estuve a punto de repartirme mi propia propaganda electoral si no me pido vacaciones para hacer frente a la campaña electoral«, afirma risueña.
«Yo soy interina de Correos», motivo por el que volvió a presentarse el pasado 19 de enero al examen para consolidar plaza, ya que ella sacó las oposiciones, pero al no obtener un puesto fijo se quedó en la bolsa de trabajo.
Macías nació hace 41 años en Barranco del Sol, una pedanía de Almogía. «Mi vena activista se fraguó cuando se cortaron las comunicaciones de Barranco del Sol con el Puerto de la Torre a causa de la presa de Casasola, que nos dejó sin carretera«. Tiempos aquellos en los que estuvo, con otros compañeros, ocupando 60 días el salón de plenos del Ayuntamiento de Almogía. Estudió en el Instituto Miguel Romero Esteo, de Málaga, para lo que se tuvo que ir a vivir a casa de unos familiares. De esa época recuerda cómo, en Bachillerato, le dio clases de Filosofía el otrora concejal popular en el Ayuntamiento y exsubdelegado del Gobierno, Miguel Briones. »No se me daba especialmente bien su asignatura«, afirma jocosa.
Después cursó una formación profesional de técnico superior de Gestión comercial y Márketing, y desde esa época hasta llegar a ser concejal del Ayuntamiento ha hecho casi de todo. Ha trabajado en talleres de costura, de dependienta en una tienda de electrodomésticos, en hamburgueserías, recogiendo la aceituna y de administrativa y gestión de compras en una empresa de rótulos durante 13 años, de la que fue despedida a causa de un ERTE por la crisis, lo que le obligó a cobrar la indemnización del Fondo de Garantía Salarial (Fogasa).
Su padres siguen fieles a sus orígenes en Barranco del Sol, y recogen sus aceitunas para producir su propio aceite. También tienen sus propios almendros. Hoy, desde su despacho, ve los naranjos amargos de los jardines de Pedro Luis Alonso. Tan cerca, tan lejos. En un año y medio liderará Adelante Málaga para cumplir el acuerdo de coalición. El horizonte, mayo de 2021.
Estos días ha vuelto la grúa autónoma que sube y baja por el lateral de la fachada de la Casona, y venía a ser lo mismo que pasaba la última vez. Además, son los dos mismos operarios, Rafael de la Cruz y Francisco Lineros, de Rentokil. La primera vez, en mayo de 2019 les tocó poner el sistema electroestático que evita que se posen las aves en el edificio de Guerrero Strachan y Rivera Vera, que es un Bien de Interés Cultural (BIC), así como que defequen en sus fachadas, uno de los problemas que venía siendo habitual.
Se trata de unas varillas de acero extensibles, que colocan cerca de las ventanas, que emiten un pequeño impulso eléctrico, que les ahuyenta de fachadas, bordes, salientes y cornisas.
Pero pasado el tiempo, las palomas habían vuelto a las andadas, lo que ha provocado que revisen todo el sistema para ver si en algunas zonas no estaba funcionando como debiera, ya que habían recibido algunas quejas. Parece ser que las varillas van a un soporte en clic, que a veces se suelta, como explicaba De la Cruz. Eso, o que las llamadas ratas del aire se han acostumbrado felizmente a las pequeñas descargas y se pasean tan panchas por las varillas, y las fachadas. Esperemos que no por Dios, que decía con ahínco una funcionaria de la segunda planta.
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