Con la experiencia de ver su encauzamiento y la presa del Limonero coronando el Norte de la ciudad, junto a la ronda Oeste, pocos pueden imaginar lo letal que se ha presentado el río Guadalmedina a lo largo de su historia. Más de 500 muertes ... dejó a su paso una crecida súbita el 23 de septiembre de 1648. Casi en idéntica fecha del año 1907, sucedió el último gran episodio, con 21 víctimas mortales. Eso activó definitivamente las obras para regular su curso.
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El Limonero jubiló a la presa del Agujero, construida 2 kilómetros aguas arriba, y puesta en carga en 1908. Fue obra del ingeniero malagueño Manuel Jiménez Lombardo. Estuvo sola 75 años, pero seguía faltando seguridad en función de los periodos de retorno (cálculo de máximas avenidas de agua durante lapsos de tiempo concretos). Málaga seguía sin estar segura por culpa, en gran parte, de fenómenos muy claros relacionados con el régimen de lluvias: a grandes períodos de sequía como la que atravesamos ahora, le suceden lluvias torrenciales en intervalos muy cortos. La erosión hace que el agua resbale sin freno por las laderas y arrastre tierra y materiales, lo que definitivamente termina de complicar las cosas.
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¿Cuándo se inician las obras del Limosnero? No se trata de una errata. Originalmente el embalse iba a llevar ese nombre por emplazarse en terrenos que pertenecían a Francisco Edo, que fue limosnero del obispo. El habla malagueña hizo el resto hasta llegar a su nomenclatura actual, que es la oficial. Hay incluso quien defiende recuperar el nombre original. En todo caso, las obras se iniciaron en 1979 y terminaron en 1983. En noviembre de aquel año comenzó a llenar por vez primera y, ya en diciembre, se realizaron pruebas de las compuertas, como recogía la edición de diario SUR del 22 de diciembre de ese año.
Desde un principio, este diario resaltaba que el embalse quedaba incompleto porque su agua no se iba a utilizar. Desde Emasa explican que esto siempre ha sido así, pero que cada vez da menos de beber a los malagueños. Y eso que es un agua de gran calidad en origen, lo que contrasta con la dureza (cal) y conductividad (sal) de los recursos de la zona del Guadalhorce.
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«Cuando no teníamos desaladora, nos salvó de muchas situaciones. Es verdad que es la mejor agua de todas las que tenemos. Sin embargo, su importancia no es esa, ya que con la desaladora de El Atabal producimos agua de mucha calidad», manifiestan fuentes de la empresa que señalan a un hecho diferencial. Y es que el agua del embalse no llega a El Atabal por el canal de abastecimiento, sino que cuenta con tubería propia.
Esta conducción separada es un aval, una garantía, ante eventuales roturas o contaminación del agua en el canal. «Entre otras muchas cosas, fue el embalse que salvó el abastecimiento de Málaga durante las inundaciones de 1989», apuntan. Por lo tanto, el Limonero protegió doblemente a la ciudad durante las imponentes trombas de noviembre de 1989.
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El ingeniero redactor de la presa fue Luis de Cossío, fallecido en el año 2021. Las obras se fueron desarrollando sin especiales incidencias e, incluso, a un ritmo más rápido del previsto, tal y como se reflejaba en informaciones de este diario en los años 81 y 82. Dependían del Gobierno central. Y así siguió siendo la gestión hasta que en la primera década de este siglo se transfirieron las competencias a la Junta de Andalucía.
El régimen de explotación de la presa no permite un llenado máximo porque es de una infraestructura de regulación, de laminación de avenidas. Esa es una de las cuestiones que más pesa a la hora de plantear soluciones de integración urbana del cauce del Guadalmedina, un proyecto del que se lleva hablando décadas. En los 70 ya estaba en la agenda técnica y política tratar al 'Río de la Ciudad', que es su traducción exacta del árabe, precisamente como un río.
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El proyecto más ambicioso de todos cuantos se pusieron sobre la mesa fue el anunciado en el año 2000. Incorporaba actuaciones por más de 500 millones de euros y dos complejas estructuras que desviaban el cauce: sendos túneles con una pendiente apreciable hacia el sistema Viñuela y hacia la zona del Peñón del Cuerpo. El programa se completaba con media docena de parques periurbanos para reforestar el entorno y diques y actuaciones en los cauces subsidiarios. Apenas si llegaron a tramitarse los proyectos y sólo se ejecutó uno de los parques, en la zona de La Virreina. El plan permitía secar el cauce para transformar este entorno. Hasta una línea de metro llegó a pintarse. Quedó descartado hacia 2006 por los técnicos de la antigua Confederación Hidrográfica del Sur, posteriormente Cuenca Mediterránea Andaluza.
Después, llegaría el concurso de ideas de la Fundación Ciedes, en el que se alzó ganador un proyecto del arquitecto José Seguí que, a modo de síntesis, abría el cauce a usos ciudadanos, mejoraba el tráfico en los laterales y trataba de manera ambiental y paisajística las riberas.
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En el momento actual confluyen actuaciones en los senderos de las márgenes, algunas actuaciones de reforestación y renaturalización y un mantenimiento ocasional del cauce a la espera de si siguen adelante los proyectos de plazas-puente que tiene el Ayuntamiento planeadas. Sea lo que sea, volvemos al origen del embalse: la seguridad y el cálculo de caudales, tanto del río como de los arroyos afluentes, son la condición 'sine qua non'.
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Este viernes El Limonero almacenaba apenas 5 hectómetros cúbicos, lo que representa un 23% de su capacidad. El año pasado por estas fechas, embalsaba el doble, muy lejos en todo caso, de su máximo histórico registrado por la Red Hidrosur: lleno en 2004. Esa es la única ocasión en la que estuvo cerca de estrenarse el aliviadero superior. Pero no llegó a ocurrir.
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Por contra, su nivel más bajo se fecha en noviembre de 2000, 1,8 hectómetros cúbicos. «Ahora tiene poca agua, debido a la sequía y a los desembalses para la obra de renaturalización del cauce. Estamos aprovechando entre 2 y 3 hectómetros cúbicos al año. Pero el último no hemos podido tomar ni 1 hectómetro», añaden las fuentes.
La instalación consta de numerosos elementos de seguridad, entre los que destacan los dos tubos de fondo, con un diámetro de 1,80 metros y que se bifurcan en dos. La cota de la presa está a 121 metros, aunque el agua nunca ha llegado tan alto. Sus referidas normas de explotación fijan un llenado máximo hasta cota 104. A partir de ahí, se ensancha el vaso y hay una garantía de prácticamente otra presa entera.
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El Limonero, con su muro de roca y no de hormigón, llegó en un momento de mala prensa para este tipo de embalses. Acababa de acontecer la catástrofe de la presa de Tous, en Valencia, en octubre de 1982. Murieron 40 personas, quedaron anegadas dos comarcas enteras y más de 300.000 personas perdieron su vivienda. Por fortuna, es un embalse seguro y una garantía de suministro de emergencia y de freno por si el río se desboca de nuevo.
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