En pleno barrio del Puerto de la Torre. Un distrito con menor renta per cápita que la media de Málaga, en la calle Lope de Rueda. Ahí se encuentra el Colegio Europa, un centro concertado que oferta todas las líneas educativas que van desde infantil ... hasta bachillerato. «Hay niños de niveles muy variopintos. Las aulas son el reflejo de las familias que están empadronadas aquí», asegura Mariela Checa. Tiene a sus tres hijos matriculados en el Colegio Europa. Mariela es profesora en la Facultad de Psicología de la UMA y se muestra «muy satisfecha» con la educación que están recibiendo. La principal ventaja para ella, además de la calidad de la docencia, está en que el Colegio Europa se ubica a cien metros del domicilio familiar. Preguntada por su estatus socioeconómico, se ubica entre la «clase media» y niega con la cabeza cuando se desliza la posibilidad de que sus hijos estén recibiendo una educación elitista. Es una de las etiquetas que se le ha puesto a la concertada tras el debate que ha surgido con la aprobación de la LOMLOE, la última reforma educativa del Gobierno central. Mejor conocida como 'ley Celaá', en relación a Isabel Celaá, la actual ministra de Educación. Una etiqueta que se diluye, al menos es así en Málaga, si se traza un mapa a partir de la ubicación de todos los centros concertados que hay en la capital. Más de la mitad se encuentran en distritos con una renta por debajo de la media malagueña, fijada en 26.509 euros por la Agencia Tributaria. El 62,5% de los 56 centros que el Ayuntamiento y la Consejería de Educación tienen censados en la capital está en núcleos poblacionales que no están entre los más ricos. Al revés. Hay varios centros en los distritos que menos ingresos declaran, como pueden ser el Bailén-Miraflores, Ciudad Jardín o Palma Palmilla.
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En lo que va de democracia, la 'ley Celaá' representa el octavo intento de dar con una reforma educativa que mejore la enseñanza y el sistema. La vocación de la reforma, así se ha trasladado por parte del Gobierno, reside en potenciar a los centros públicos, que sean la columna vertebral inapelable. Cuando se trata de la educación, los idiomas o la religión, el debate reabre los viejos frentes de siempre y divide al país en dos.
Están los que piensan que la educación concertada sirve para perpetrar la brecha social y que no debería financiarse con dinero público. Y los que ven en ella una herramienta para garantizar una buena educación a sus hijos, al mismo tiempo que ofrece oportunidades a niños y adolescentes que proceden de entornos socioeconómicos menos favorecidos.
Al cruzar los resultados entre la ubicación de los centros concertados en Málaga y la renta per cápita de los distritos se descubre que la mayoría de colegios se ubica en zonas que están por debajo de la media: de los 56 centros, 35 están en distritos en los que el nivel de renta está por debajo de los ya mencionados 26.509 euros.
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El 17,8% se concentra en el de Carretera de Cádiz y la Palma-Palmilla, dos de los distritos con menor renta per cápita. Son los centros de Misioneras Cruzadas, Los Gámez, El Divino Pastor, Escuelas del Ave María, Espíritu Santo, Obispo San Patricio, Padre Jacobo, Rosario Moreno, San Manuel Santa Luisa de Marillac y Virgen del Carmen.
Ocurre algo similar en el Puerto de la Torre, distrito con una renta media de 25.078 euros. Los centros son El Atabal, Colegio Europa, La Colina, Los Olivos y Puertosol representan el 8,9% de toda la oferta de centros concertados. Tampoco resulta concluyente vincular elitismo a la educación concertada en otros distritos que podrían calificarse como obreros. Bailen-Miraflores es un claro ejemplo. Con siete centros concertados aporta un porcentaje similar que el Puerto de la Torre. En el distrito de Bailen Miraflores se ubican La Purísima, Lope de Vega, Manuel Siurot, San José Obrero, Santísima Trinidad y Gamarra.
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Representantes de las escuelas pública y concertada coinciden en criticar que la 'ley Celaá' se ha fraguado sin el consenso necesario para perdurar al actual Gobierno. Es lo único. En la Federación Democrática de Asociaciones de Padres de Alumnos (FDAPA) consideran que un cambio de color político en Madrid traerá consigo una nueva reforma educativa. La portavoz de FDAPA en Málaga, Pilar Triguero, argumenta que la ley Celaá se «ha quedado corta».
Celebra, eso sí, la prohibición de pagar cuotas a fundaciones en centros concertados que estén subvencionados por el Estado. «Va a desaparecer la impunidad con la que hoy en día se cobran cuotas abusivas. ¿Lo hacen el 100% de los concertados? No. Generalizar es malo. Pero con que lo hagan los suficientes como para tener una discriminación hacia las familias que no pueden pagarlas, tenemos muy claro que es un modelo que no nos sirve», dice.
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Mariela Checa subraya que el pago de cuotas está basado en el principio de la voluntariedad: «En el Colegio Europa, por ejemplo, no tenemos. En los centros con más vinculación religiosa hay cuotas voluntarias para aquellos padres que quieran colaborar en otras cosas que haga el colegio. Pero de ninguna manera va en detrimento de los alumnos cuyos padres no pagan».
El trasfondo religioso de muchos centros concertados no escapa al debate. Ofrece más bien un componente ideológico que enfatiza la concepción elitista de la concertada, arraigada en parte de la opinión pública. La religión, convertida en un elemento de fricción. Lo deja claro Triguero cuando habla de las lagunas que tendría la 'ley Celaá': «Nosotros hubiéramos deseado que no se limitara la reforma a retrotraerse a los aspectos menos discordes de la ley. Por ejemplo, en el tema de la religión hubiéramos preferido que un Gobierno que se considera progresista hubiera dado un paso más, subrayando que la religión pertenece al ámbito de los centros privados».
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Por su parte, la delegada de Educación en Málaga, Mercedes García Paine, da por hecho que el Gobierno andaluz utilizará las competencias autonómicas que tiene en materia de educación para seguir financiando la concertada, «aunque sea a pulmón». «Vamos a intentar mantener todo igual», sostiene en declaraciones a este periódico y manifiesta que «la concertada no tiene un carácter elitista».
Siguiendo el mapa de los concertados en la capital por la parte de los distritos que están encima de la renta media, destaca la concentración de colegios e institutos en el Centro y Zona Este. Es más, los concertados que están en ubicaciones en las que la renta supera los 25.509 euros se encuentran en dos distritos: Centro y Málaga-Este. Son los dos distritos con más renta per cápita. En el primero, asciende a 35.563 euros y en el segundo a 34.242 euros. Con una particularidad importante: las escuelas ubicadas en estos distritos comparten área de influencia con la zona Malagueta-Monte Sancha, que presenta la renta per cápita más alta en la capital, con 47.915 euros.
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Vivir en una de estas zonas prósperas no ofrece necesariamente más posibilidades de que sus hijos puedan a estudiar en un centro concertado si lo desea. Sí brinda una variedad y una oferta que no existe en otros distritos. En el Centro y Málaga-Este están 21 de los 56 centros concertados, lo que supone un 37,5% del total. Aquí también se ubican algunos de los colegios más solicitados, como El Limonar o el San Estanislao de Kostka.
Tener a hijos estudiando en un centro que se encuentra en zonas que están por encima de la renta media de Málaga no los clasifica como receptores de una educación elitista.
Es lo que defiende Jorge Domínguez, con una hija matriculada en el León XIII, un colegio ubicado en la barriada de El Palo. Jorge tiene 46 años y es agente de la Policía Nacional. «No todos los niños de la concertada son hijos de pijos, ni mucho menos. Yo pago los electrodomésticos a plazos, tengo un coche de siete años, que tiene que durar muchos más. Otro está aún sin pagar», revela. «Yo considero que mi hija tiene una buena educación porque yo me ocupé hace nueve o diez años de que pudiera estudiar en este centro. Creo que es lo que debe hacer un padre, preocuparse por la educación de sus hijos», añade y sentencia para concluir: «Mi niña distingue perfectamente a la gente pija de la gente normal». Jorge, a pesar de tener a su hija en un centro concertado, se ubica en la categoría de los «normales».
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