
El jubileo de la sargenta Benavides
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La que fuera jefa de Prensa de Villalobos y de De la Torre en el Ayuntamiento se retira de su puesto en Promálaga y repasa su trayectoria a la orden de los dos alcaldesSecciones
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La que fuera jefa de Prensa de Villalobos y de De la Torre en el Ayuntamiento se retira de su puesto en Promálaga y repasa su trayectoria a la orden de los dos alcaldesHubo una época, hace 25 años en el que dos mujeres poderosas dirigían los designios de la ciudad. Una a la sombra de la otra, ... pero ambas formaban un equipo. Cuando el feminismo no estaba tan de moda y cuando lo de ser alcaldesa de una urbe como Málaga era una rara avis. No eran otras que la popular Celia Villalobos y su todopoderosa jefa de Prensa, Ana Benavides. La canalla periodística la tenía apodada la 'sargenta Benavides', y acuñaban de ella divertidos pareados como «mires por donde mires, te encuentras con Benavides». Hay que tener memoria o años para recordar que en 1995 una flamante alcaldesa, que ahora llamarían populista, se hacía con el control del Ayuntamiento de Málaga en la más precaria de las minorías. Unos dicen que la salvó Felipe González, que castigó al candidato de IU, Antonio Romero, por haberle ungido como el 'señor X' en la trama de los GAL para que éste no pudiera formar gobierno con el socialista Eduardo Martín Toval y otros, como la propia Benavides, recuerdan que el verdadero regalo fue que Alfonso Guerra no dejó que su partido hiciera mociones de censura en los ayuntamientos en esa legislatura. Sea como fuere, lo cierto es que Villalobos se tuvo que fajar como alcaldesa para aprobarlo todo durante cuatro años teniendo enfrente a dos partidos de izquierdas, cosa por ejemplo que no le ha pasado a Francisco de Torre, que sólo ha pactado con el más afín a sus planteamientos, Ciudadanos, en el primer mandato y ahora es su socio de gobierno.
En aquellos años de esa gloriosa terna, Villalobos, Martín Toval y Antonio Romero, todos avezados diputados nacionales y los dos últimos portavoces parlamentarios de sus partidos, Benavides recuerda cómo las reuniones para cerrar los presupuestos municipales se alargaban hasta las tres de la mañana. «Celia respetaba muchísimo a Martín Toval... es que tenía una talla política. Bueno, esa Corporación fue espectacular, Antonio Romero, Magdy Martínez Soliman, Gonzalo Gutiérrez de Pablo, Antonio Garrido, Ana Rico...es que había diez o quince ediles de primera; los plenos eran de cine«, explica la que fuera jefa de prensa de Villalobos, más tarde de De la Torre, y que tras dos décadas vinculada al Ayuntamiento estos días se jubila como responsable de prensa de Promálaga.
Hablar con ella es una suerte de jugar al golf porque 'te lo cuento, pero off the record' es una constante mientras apura su zumo de naranja en La Canasta de la Malagueta. Algún día debería escribir un libro. «Vine para seis meses (pensaba que a Celia le harían una moción de censura) y finalmente me quedé 25 años». Entre los plumillas siempre se ha querido saber por qué Benavides no siguió a popular cuando ésta se fue en el año 2000 de ministra de Sanidad a Madrid. Ahora lo dice sin tapujos: «Ni ella me lo propuso, ni yo mostré mucho interés». Es más, entiende que Villalobos nunca debiera haberse ido. «Creo que ser alcaldesa es el único puesto político que de verdad le ha llenado». ¿Entonces por qué se marchó a Madrid? «Es que no le podía decir que no a Jose (sin acento, José María Aznar)», cuenta Benavides que dijo ella.
En esos cinco años que estuvo de alcaldesa, hasta el año 2000 «se la comían a besos. Bueno, luego a Paco también; es un señor que ha crecido mucho políticamente». Con el alcalde se reunía Benavides días atrás para despedirse. Inevitable la pregunta: ¿Ve a De la Torre jubilado como usted? «Creo que el día que se jubile, se muere. Pero eso no lo pongas, ¿eh? Yo tampoco tengo alma de jubilada», dice entre risas cómplices.
A Benavides la fichó Villalobos en Madrid casi al final de su primera campaña electoral. Allí había trabajado en Europa Press y en la agencia EFE siguiendo a la Casa Real, la presidencia del Gobierno y el Parlamento. Estudió Periodismo en Madrid y después haría Relaciones Internacionales en la Escuela de Periodismo del Louvre, donde acabaría trabajando en la televisión francesa FR3. Así que cuando llegó a Málaga ya estaba bregada en medios. Fue la jefa de prensa de la campaña de la mayoría absoluta aplastante de 19 ediles de Villalobos y volvió a hacer carambola con De la Torre en 2011. Asumió las riendas de esta campaña cuando el que fuera edil de Urbanismo de Villalobos ya llevaba una década como alcalde y vivió un triunfo apoteósico. Como muestra, De la Torre obtuvo 13 concejales en 2015 y sumaba otros tres en los asuntos importantes con la ayuda de Ciudadanos, y en las últimas elecciones (2019) subió a 14, y gobierna en coalición el partido naranja para llegar a 16, la mayoría absoluta.
De Villalobos, Benavides subraya que era muy exigente y que sabía hacer equipo; de De la Torre, que es más individualista, más independiente y que deja a la gente trabajar. Dos formas diferentes de hacer política.
En los últimos años como jefa de Prensa en Promálaga, alejada del foco político y de las decisiones de la planta noble de la Casona, esta periodista se volcó en la temática del Polo Digital, que tanto trabajo costó sacar adelante porque Cs a última hora no lo veía; y antes pasó unos años por Onda Azul y por la televisión municipal de Estepona o el Palacio de Ferias.
La política hoy día no le interesa para estar en primera línea asesorando, como explica mientras camina hacia el Ayuntamiento. «Antes había otra forma de hacer política. Hoy no es política ni es nada, sólo hay intereses, mentira permanente y deshacerte de los principios si te viene bien; hay ejemplos de todos los partidos». Arriba, el letrero de la calle Roma. La ciudad eterna. Justo encima del rótulo, el despacho de De la Torre, que ya ha jubilado de la primera línea política a toda una época, entre ellos a Villalobos. Él sigue con el bastón de mando y el próximo 4 de mayo cumplirá 20 años en el cargo. Dos décadas redondas y estrictas de calendario. Y la eterna pregunta sin resolver como el nombre de la calle con la que su despacho hace esquina: ¿Alguien le ve retirado?
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