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Cuando en 2015 el tablero político tradicional saltó por los aires con la crisis del bipartidismo y en la partida política entraron nuevos actores, en Málaga empezó a emerger la figura de Juan Cassá como referente de Ciudadanos. Una formación que empezaba su expansión nacional desde su Cataluña natal con el viento a favor, lo que hizo que muchos ciudadanos ingresaran en política, entre ellos este asturiano nacido en Avilés en 1974, quien ya había tenido una experiencia previa cuando estuvo vinculado a Sociedad Civil y Democracia, el partido fundado por Mario Conde.
Cassá, que contribuyó a la expansión de Ciudadanos en la provincia, fue elegido candidato a la Alcaldía de Málaga en las elecciones municipales de 2015 tras imponerse en las primarias al otro aspirante, Javier López Ruiz. Desde sus inicios, este técnico especialista en administración dio muestras de no ser un político al uso. En las hemerotecas están algunos de sus titulares como cuando en la campaña de esos comicios locales planteó reforestar todo el cinturón montañoso de la capital hasta el punto de logar que «una ardilla pueda recorrer, desde Gibralfaro, toda la ciudad de árbol en árbol»
Desde entonces la ardilla ha formado parte de su perfil político, como esa característica coleta que suele lucir. Además, después de los comicios y tras haber irrumpido en la Casona del Parque con tres ediles que le daban la llave de la gobernabilidad y cuando se negociaban los pactos para el Ayuntamiento, afirmó en este periódico: «No es una locura que yo sea el alcalde; permítame que sueñe, por eso hablaremos con todos».
Finalmente se conformó con apoyar a Francisco de la Torre como alcalde y de influir desde su puesto como portavoz de Ciudadanos, donde empezó a distanciarse de su número dos, Gonzalo Sichar (terminó abandonando el partido liberal). En los primeros meses y años de su actividad como concejal tuvo una actividad frenética en la que prácticamente se convirtió en la sombra del alcalde, acudiendo a todo tipo de actos.
Sin embargo, su figura empezó a declinar a partir de la Semana Santa de 2018 cuando bajó su perfil político al pasar a un discreto segundo plano sin apenas agenda pública. Se intentó justificar aquella decisión como una estrategia para no interferir en el voto a favor de una marca entonces al alza como Ciudadanos. Sin embargo, y visto con la perspectiva del tiempo, en esos meses empezó a fraguarse la caída política de Juan Cassá dentro de Ciudadanos.
El retraso en ser nombrado por segunda vez para optar a la Alcaldía de Málaga en 2019, que Albert Rivera no fuera tan claro en los apoyos a Cassá y la política de la formación naranja de fichajes de independientes para sus listas alimentó las especulaciones sobre su futuro. Finalmente fue cabeza de cartel pero obtuvo peores resultados y su distanciamiento con la dirección provincial y regional era cada vez mayor. Se refugió en la Diputación y no quiso asumir ninguna responsabilidad de gobierno y ahora rompe definitivamente con su partido.
Lo hace en un contexto especialmente complicado a nivel general por la pandemia del coronavirus y en particular en el Ayuntamiento de Málaga, donde el alcalde, Francisco de la Torre, está de baja recuperándose de una lesión cerebral.
Ahora, Juan Cassá, que se presenta como empresario especialista en negocios en Internet y marketing online y padre de familia numerosa (tiene cinco hijos con su esposa Giannella, muy vinculada al marketing digital y que es un apoyo fundamental para el político), vuelve a estar en el ojo del huracán y ha puesto en ebullición la política malagueña dibujando un escenario incierto en el Ayuntamiento de la capital.
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