El arquitecto José Seguí frente al Gran Hotel Miramar, del que dirigió su rehabilitación. Ñito Salas

Cuatro décadas de urbanismo en Málaga, del Teatro Cervantes al Gran Hotel Miramar

El arquitecto José Seguí repasa en un libro las obras realizadas por su estudio en los años de mayor transformación que ha vivido la ciudad

Ignacio Lillo

Málaga

Lunes, 6 de marzo 2023, 00:15

De la rehabilitación del Teatro Cervantes a la recuperación para el uso hotelero del Miramar van casi 40 años de la historia de Málaga, precisamente ... en sus años más efervescentes desde el siglo XIX, en los que un grupo de arquitectos han tenido un lugar destacado. Uno de ellos es José Seguí, que presentará la próxima semana 'Las escalas del proyecto', un libro en el que el veterano urbanista no pretende enseñar sus obras como si fueran un catálogo, sino «explicar los procesos de creación» y por qué tuvieron lugar en ese momento concreto.

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La edición cuenta con la colaboración de Rafael Moneo, el primer español en recibir el premio Pritzker, con la que Seguí tiene una estrecha relación, y que ha escrito el prólogo. La edición corre a cargo de la Fundación Málaga, con el patrocinio de la Fundación La Caixa y Heidelberg (anterior propietaria de la fábrica de cemento), y con la colaboración del portal especializado Arquitectura y Empresa.

«Rafael Moneo en su prólogo lo explica bien, cuando dice que el libro es una reflexión sobre la generación de arquitectos de la transición española, la de los 70, que ha estado marcada por aquella ilusión», arranca Seguí. «Todos vivíamos de los concursos y era una competición continua, que daba lugar a un producto con un nivel bueno».

Con todo, el libro sólo contiene referencias a los edificios y reformas ejecutadas, por tanto, no aparecen ni la Torre del Puerto (su proyecto más polémico, todavía en tramitación), ni otros como la sede de la Universidad Europea en Málaga. «La arquitectura es obra hecha, igual que un libro es editado y un artículo, publicado», sentencia.

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El libro sólo contiene referencias a los edificios y reformas ejecutadas, por tanto, no aparece la Torre del Puerto

La entrevista para preparar este artículo y la sesión de fotos tienen lugar en el Gran Hotel Miramar, cuya rehabilitación ha sido una de sus últimas obras, «y de las más queridas». «Esto nace de una visita de José Luis Santos (conocido empresario hotelero) al estudio un mes de agosto, no nos conocíamos. Quedamos en ir al concurso y me dijo: 'Si ganamos te llevas el proyecto, y si no, tan amigos'. Esto es lo que he hecho los últimos 30 años», sonríe.

«Tuvimos la suerte de ganarlo, y es una de las obras más queridas porque la hice muy estrechamente con José Luis Santos. Aquí hay mucha arquitectura, pero también mucho conocimiento profesional hotelero, es una conjunción de iniciativas hoteleras y arquitectónicas».

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Tampoco fue fácil: «Lo pasamos mal porque la herencia de este edificio era para preocuparse, estaba muy deteriorado». Ahora, ha vuelto a abrir para la ciudad y el urbanista se sorprende de que, siendo el único hotel de gran lujo, esté entre los que más ocupación tienen. «Esto quiere decir que Málaga atrae un turismo de alto nivel y hacen falta más hoteles de este tipo».

Ciudad de la Justicia

El recorrido de la conversación trascurre del presente hacia el pasado, y hace la siguiente parada en la Ciudad de la Justicia, en Teatinos, que también se llevó a cabo por concurso. «La gran virtud es que han pasado 14 años y no ha perdido vigencia ni autoridad, no es ni viejo ni moderno, y permanecerá en la memoria atemporal, que es lo más atractivo».

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Además, se da la paradoja de que el Miramar acogió antiguamente los juzgados, y el mismo estudio fue el que, en distintos momentos, lo transformó en hotel y diseñó la nueva sede judicial. «De hecho, la decisión del concurso de la Ciudad de la Justicia fue precisamente para desalojar el Miramar para un hotel».

Seguí recuerda la sensación de pasar la mano por las paredes del Teatro Cervantes «para tocar la historia que albergaban»

Llega así hasta el Teatro Cervantes, cuya rehabilitación asumió hace 37 años. La reforma fue un encargo de la Dirección General de Arquitectura, en Madrid, con el beneplácito del Ayuntamiento bajo el mandato como alcalde de Pedro Aparicio. «No lo he dicho ni escrito nunca, pero quien me propuso fue el director general de Arquitectura, Manuel de las Casas, en el Programa de Rehabilitación Nacional de Teatros».

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Era la primera legislatura socialista, en los albores de la democracia en España. «Recuerdo los paseos con Pedro Aparicio y Curro Flores (exconcejal de Cultura) viendo los fantasmas del teatro, cerrar los ojos y pasar la mano por las paredes para tocar la historia que albergaban». Además de la recuperación del espacio escénico, el urbanista destaca que aquella obra permitió regenerar sus alrededores.

Otro de sus proyectos de juventud es la estación de autobuses de la capital (inaugurada en 1985) y que sigue cumpliendo su función casi 40 años después; y ello, a pesar de que, como recuerda, «se hizo con unos medios económicos muy bajos».

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Por medio, el estudio de Seguí tuvo una incursión deportiva, con la reconstrucción del estadio de La Rosaleda. «Antonio Asensio (propietario del club en aquel momento) me llamó a través de Fernando Puche para decirme que tenía muy mala pinta y para preguntarme por alguien que lo pudiera pintar por fuera», se ríe.

El arquitecto y su socio, Ramón Engel, visitaron las instalaciones y advirtieron un fuerte deterioro de las gradas por aluminosis, lo que suponía tener que derribarlo y hacerlo de nuevo. «Nos sentamos con las administraciones y se decidió hacerlo por fases».

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Como anécdota, recuerda la petición que le hizo el entrenador, Joaquín Peiró, cuando se tiró la grada de preferencia, para que colocaran una pantalla con público figurado, porque psicológicamente a los jugadores les faltaba un lado del campo. Y así se hizo.

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