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La Catedral de Málaga, un templo especialmente vulnerable ante las lluvias en las últimas décadas, no se ha librado finalmente de las consecuencias de la fuerte tromba caída durante la mañana y el mediodía de este miércoles en la capital. Según ha podido conocer SUR, a pesar de las medidas de protección implantadas por los responsables y operarios de la obra que se lleva a cabo desde la pasada primavera para dotar la basílica de un tejado que la proteja precisamente de este tipo de situaciones, el líquido elemento ha penetrado en el templo.
Lo ha hecho de manera significativa en relación a otras ocasiones en las que se han registrado goteras que se han recogido con cubos y fregonas. En esta ocasión, se han registrado charcos de un tamaño considerable en varias zonas de la Catedral, si bien por el momento no parece que estas filtraciones hayan causado daños de relevancia en el patrimonio artístico que atesora el interior del templo.
Los trabajadores de las empresas constructoras Hermanos Campano y Grupo ORP, que realizan la obra del tejado, han estado durante todo el día muy pendientes de lo que sucedía en el edificio, que ha permanecido cerrado, al suspenderse la visita turística por la alerta meteorológica. Siguiendo el protocolo establecido en esta intervención, que dirigen los arquitectos Juan Manuel Sánchez La Chica y Adolfo de la Torre Prieto, se había colocado en las cubiertas intermedias, sobre las capillas, una lámina EPDM, que está compuesta por un material de plástico grueso diseñado para que no se rompa al pisarlo.
En el caso de la cubierta superior, se aplicó un producto de impermeabilización en las juntas de las láminas de plomo que recubren el exterior de las bóvedas, y que han quedado a la vista tras retirarle la 'piel' de ladrillos que se colocó sobre ellas, dentro del proyecto que la Junta promovió hace 15 años para intentar solucionar el problema de las humedades de este monumento. Esas láminas, que constituyen actualmente la única protección de las bóvedas, no se van a retirar hasta que esté colocado el nuevo tejado.
No obstante, estas medidas, que fueron efectivas para el anterior episodio de lluvias del pasado 29 de octubre (si bien entró también entonces algo de agua en algunas partes del templo), no han logrado frenar totalmente la penetración del líquido elemento en este fenómeno meteorológico que se ha desatado sobre la capital con una gran intensidad. Tanto el deán de la Catedral, José Ferrary, como los responsables de la obra del tejado, han estado y siguen estando pendientes de la evolución de las lluvias y el estado del edificio, procurando arbitrar las medidas más efectivas para retirar el agua.
Con todo, según han señalado fuentes del Obispado consultadas por este periódico, está previsto, si meteorología lo permite, que la Catedral recupere este jueves su actividad habitual, con misas a las 9 y a las 10 horas, y visita turística.
No ha sido este el único templo de la capital que se ha visto afectado por las inundaciones. El agua ha entrado también en la parroquia del Carmen, en el barrio del Perchel, y especialmente también en la de Santiago, en la calle Granada, junto al eje de la calle Victoria, que se ha convertido en un río. No obstante, no ha llegado a invadir todo el interior de estas iglesias.
Según ha informado el párroco de Santiago, Miguel Ángel Gamero, ha entrado «mucha agua» por una de las puertas del templo que está más baja que el nivel de la calle Granada, pero ha sido decisiva la actuación de los sacerdotes que viven allí para sacarla lo antes posible con los medios que tenían a mano. «Pero no ha afectado a nada, no hay desperfectos», ha remarcado Gamero.
El agua también ha entrado en el salón de tronos de la casa hermandad de la Archicofradía del Paso y la Esperanza, junto a la calle Hilera, que se ha visto totalmente inundada. Con todo, los albaceas y responsables de esta corporación del Jueves Santo habían retirado todos los objetos del suelo, y el nivel del agua no ha sido demasiado elevado.
En la provincia, sí ha resultado muy dañada la parroquia de la Encarnación de Benamargosa por el desbordamiento de un río. «Es muy duro ver cómo ha quedado el templo, cómo están todos los bancos, el confesionario, incluso nos ha costado trabajo abrir la puerta de la iglesia para poder entrar», ha señalado a la diócesis el recién llegado párroco, Carlos Samuel Córdoba.
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