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Jefa de servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Reina Sofía de Córdoba, está al frente desde enero de 2020 del grupo de ... especialistas que monitorizan la evolución de la crisis sanitaria en Andalucía. Tres años después, hace balance de lo aprendido y asegura que no bajan la guardia.
–Ya nadie habla del coronavirus, ¿hacemos bien en ignorarlo?
–No, no lo hacemos, pero es verdad que tenemos que intentar llevar una vida normal. Para estar pendiente de su evolución y de las nuevas opciones terapéuticas ya estamos nosotros, los especialistas de salud pública y otros muchos que colaboramos con la ciencia para intentar que no nos vuelva a ocurrir lo mismo. Actualmente, se están investigando nuevos tratamientos preventivos, también vacunas frente a las variantes nuevas y nosotros seguimos haciendo una estricta vigilancia epidemiológica.
–Los datos de contagios y fallecimientos que ofrece la Consejería de Salud no discriminan si son pacientes que mueren con Covid o de Covid. ¿Siguen muriendo pacientes sanos como consecuencia directa del coronavirus?
–No. Los que mueren lo hacen con Covid, porque se han contagiado por alguna causa y coincide con alguna patología grave. Son positivos, pero en ningún caso el Covid es la única causa de la muerte.
–Con una inmunización casi total de la población, ¿siguen siendo recomendables las dosis de recuerdo de las vacunas?
Sí, eso siempre, porque la inmunidad puede ir bajando con el tiempo, sobre todo, a más edad. Los mayores de 80 años sufren un fenómeno que va en aumento, que es la inmunosinescencia, por el que pierden eficacia vacunal. Por tanto, todas las dosis que correspondan, hay que ponérselas, al igual que se las ponemos a los niños siguiendo el calendario vacunal con dosis de refuerzo. Se trata de vacunas muy, muy seguras.
–¿Hasta qué punto debe preocuparnos el escape vacunal de las nuevas variantes?
–Yo diría que la ciudadanía puede estar tranquila, porque sobre eso se está investigando. Se están desarrollando nuevos proyectos de investigación y ensayos clínicos con vacunas frente a las nuevas variantes e, incluso, tratamientos preventivos con anticuerpos monoclonales. Es decir, no se para. Observamos cómo evoluciona el virus, qué secuenciación tiene, qué variante surge y en función de eso se trabaja en nuevas vacunas y nuevos tratamientos. Y, evidentemente, si hubiera un repunte de una nueva variante, estaríamos en condiciones de afrontarlo.
–¿Realmente tenemos garantías de que estaríamos preparados?
–Mucho mejor preparados que estábamos antes, por supuesto, y eso que en Andalucía nos adelantamos a los acontecimientos y rápidamente pusimos la situación en manos de expertos. Pero hemos aprendido mucho con esta pandemia. Sabemos lo que hay que hacer y lo que no. Hemos aprendido a valorar la salud global y no sólo la enfermedad individual. Una persona enferma en una UCI, ingresada en un hospital, era importante, pero no valorábamos la actuación de los profesionales sobre la salud pública, sobre las poblaciones. Y hemos visto que eso es muy importante, que siempre es mejor prevenir antes que enfermar.
–¿Qué otras enseñanzas saca de esta crisis sanitaria?
–Una muy importante es valorar algunas medidas que a priori no parecían tan importantes, porque no son espectaculares ni carísimas, como la higiene de manos, el uso de la mascarilla, la ventilación, la distancia social, la bioseguridad ambiental en los hospitales y centros de salud. Es una lección que tenemos que aprender, al igual que seguir investigando en tratamientos, pero valorando otras medidas no farmacológicas que han sido fundamentales junto con la vacuna. También es importante, fortalecer el nivel de atención primaria, que en eso estamos; también la salud pública, que estaba muy mermada de recursos y afortunadamente ahora hay otro panorama. Hay que intentar que el ciudadano no se convierta en paciente y, mucho menos, en paciente grave y menos aún que muera.
–¿Cuál es la situación ahora y cómo la están gestionando los hospitales?
–Pues lo mismo que en la Atención Primaria, vigilando exhaustivamente la aparición de casos y nuevos brotes. Todo eso se vigila a diario, tres veces al día, sábados y domingos incluidos, con lo cual se tiene un panorama actualizado de cómo va evolucionando la situación del Covid. Eso nos permite también manejar con absoluta eficacia los ingresos hospitalarios y en UCI, también estrechar la colaboración con los médicos de Atención Primaria para ver dónde están los contactos. Lo hemos hecho siempre, pero ahora son tres cortes al día, los siete días de la semana. En los hospitales, vamos tomando medidas en función de cómo van evolucionando los casos y adaptándonos a las nuevas situaciones epidemiológicas. Pero lo más importante es que como vigilamos continuamente, al más mínimo repunte de casos, como puede ocurrir con la celebración de eventos donde la interacción social es mayor, el actuar con rapidez es lo que evita que haya más contagios y más enfermos.
–¿Es suficiente esa vigilancia activa para armarnos ante otra posible crisis sanitaria?
–Es la principal medida y a partir de ahí ya se toman otras en función de los casos. Si no sabemos lo que tenemos, no podemos actuar y para eso hay que tener datos de calidad, que obtenemos de sistemas potentes de vigilancia epidemiológica. Así conseguimos detectar rápidamente un posible contagio que entre al hospital, los contactos que tiene, dónde va a ser ingresado o si se le pone en aislamiento para cortar la cadena de posible transmisión. Eso es fundamental. Luego ya vendrá el tratamiento, pero si no sabemos si alguien es positivo o negativo, pues lógicamente no podremos actuar. La vigilancia es fundamental, también para saber qué personas rodean al paciente, si tiene un familiar vulnerable o está ingresado en una residencia.
–Pero con el coronavirus todo eso falló...
Bueno, en Andalucía teníamos un sistema de vigilancia bastante bueno y en el resto del país quiero creer que también. Nosotros, los epidemiólogos y los preventivistas vigilamos 24/7. Evidentemente, con la pandemia esa vigilancia se intensificó y se destinaron muchos más recursos para tenerla no sólo un par de veces al día, sino durante todo el día y toda la noche. Eso lo mantenemos en Andalucía.
–Cada cierto tiempo surgen informaciones sobre la irrupción de nuevas variantes, ¿cabe la posibilidad de que repitamos lo vivido con el Covid?
–Pues quiero creer que no, pero como posibilidad existe. La verdad es que está ahí. Nosotros secuenciamos y los servicios de microbiología, que han hecho una labor impagable, siguen secuenciando las muestras que mandamos detectadas en los pacientes. Tenemos el esqueleto de cómo va evolucionando el virus y en función de eso se están investigando tratamientos preventivos y nuevas vacunas. Por tanto, yo diría que para revivir una situación como la del Covid tendría que haber un cambio muy brutal o tratarse de otro germen radicalmente distinto, que también vigilamos. Nosotros no sólo vigilamos Covid, también, como siempre hemos hecho, vigilamos meningitis, ébola, fiebre del Nilo... Todo lo que surge, emergente y no emergente. Y quiero creer que no sería similar, porque tenemos aprendidos unos mecanismos que han funcionado relativamente bien. Pero reitero, la posibilidad existe.
–La OMS declaró el fin de la emergencia sanitaria, pero la pandemia sigue presente entre quienes arrastran las secuelas ¿Hay mucha incidencia de Covid persistente?
–Hay consultas específicas para las personas que han tenido el Covid y sufren secuelas. Hay una gran variedad: neurológicas, también pueden estar relacionadas con el Covid o haber coincidido en el tiempo y no se sabe si es causa- efecto o es una asociación en el tiempo. También los médicos de familia de Atención Primaria siguen a muchos pacientes que han tenido Covid y arrastran problemas, desde el más mínimo cansancio hasta complicaciones cardíacas o neurológicas.
–Mascarillas en farmacias y centros sanitarios, ¿es el momento ya de acabar con estas últimas restricciones?
–Son medidas que vienen del Ministerio, que se aprueban en el Consejo Interterritorial de Salud, en Comisión de Salud Pública. Mi opinión personal es que siempre que se esté en contacto directo con pacientes habría que tenerla y, sobre todo, cuando llega el invierno, durante la campaña de gripe, con otros virus que se contagian también por gotas. En un servicio de Urgencias, en un hospital donde entran pacientes vulnerables, por lo menos el que esté en contacto con el paciente debe tener mascarilla. ¿Qué ocurre? A veces, no estamos permanentemente en contacto con el paciente, porque trabajamos de manera interna en el servicio, en un despacho, pues igual me la puedo quitar un rato. Pero luego también me la pongo en el AVE o en un autobús público, porque creo que la distancia social no se garantiza. Es una responsabilidad individual y también colectiva por los potenciales pacientes con los que me puedo cruzar. Creo que es de sentido común ponérsela cuando haya aglomeraciones. Es verdad que ahora viene el buen tiempo y la actividad al aire libre facilita que haya menos contagios, pero en los hospitales y sitios donde haya pacientes se debería mantener y sobre todo en época de alta 'frecuentación'. Por supuesto, si tenemos síntomas, nos la tenemos que poner, porque la persona que esté a nuestro lado no sabemos qué tipo de patología o tratamiento tiene. Y aunque a nosotros nos pase como un catarro, esa persona puede ser vulnerable y generarle un grave problema.
–Aunque ya hay libertad para actuar, ¿cómo deberíamos hacerlo si nos contagiamos de Covid ahora?
–Cuando uno tiene un catarro y se encuentra muy mal se queda en casa hasta que se recupera. En cambio, si solamente tiene síntomas muy leves y tiene que salir, pues lo recomendable es llevar siempre una mascarilla en el bolso o en el brazo 'por si'. Si voy solo por la calle, con distancia social y al aire libre pues no hay problema, pero si me monto en un autobús o entro en un sitio cerrado, me la debo de poner porque puedo cruzarme con personas vulnerables con un tratamiento inmunosupresor. Esa es mi recomendación.
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