«Es muy injusto que se estigmatice al enfermo de coronavirus y se señale a sus familiares»

Un jugador del equipo de balonmano Trops Málaga relata cómo está siendo su aislamiento domiciliario tras dar positivo en el Covid-19

Martes, 17 de marzo 2020, 01:27

El partido que el Trops Málaga (primer equipo de balonmano masculino de la capital) debió disputar el pasado sábado con el filial del Barcelona, y que tuvo que aplazarse por haber nueve jugadores de baja, fue el primer síntoma de que algo no iba bien.

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El diagnóstico llegó solo unas horas después cuando se confirmó el primer caso positivo de coronavirus en este conjunto deportivo, que compite en la División de Honor Plata. Desde entonces, son ya cinco los jugadores contagiados con el Covid-19. Uno de ellos permanece en aislamiento domiciliario desde este pasado lunes. «Apenas había notado un leve dolor de cabeza y algo de mucosidad la semana anterior, pero no le di importancia. Fue al avisarnos rápidamente Alberto Camas (presidente del club) del primer contagio cuando tomé conciencia de que podía estar afectado y llamé al 061 para solicitar las pruebas», relata este jugador del Trops Málaga, que prefiere ocultar su identidad para preservar la intimidad de su familia.

No se avergüenza de tener coronavirus, «sería una estupidez», apunta, pero estos días de aislamiento en casa le han servido para abrirle los ojos. «Gente que apenas conozco y con la que apenas habré cruzado dos palabras en mi vida me ha llamado solo movida por un interés morboso. Es muy injusto que se estigmatice al enfermo de coronavirus y se señale a sus familiares», refiere este componente del equipo dolido por los recelos y la discriminación que ha sufrido una prima suya en el instituto por ser familiar de un paciente de coronavirus. «Si hablo públicamente es para que nadie se tome a risa los protocolos, pero si lo hago desde el anonimato es para proteger a mi familia. Todo el mundo tiene que tomar conciencia en estos momentos de que, aunque goce de buena salud y sea joven, puede contagiar a muchas personas vulnerables si no se toma en serio un leve resfriado. Para mí es complicado permanecer 15 días encerrado en casa, pero soy absolutamente consciente de que tengo que hacerlo para no diseminar el virus», recalca este jugador de 23 años, estudiante de Ingeniería de la Salud.

Las horas aislado en una habitación de su casa, donde vive con su padre, parecen transcurrir más lentas de lo habitual. Solo la abandona para ir a comer y a un cuarto de baño, que usa él exclusivamente, tal y como recomiendan las autoridades sanitarias. «A la hora de comer, lo hacemos por turnos. Primero come mi padre y, después, lo hago yo. Evitamos el contacto en la casa entre nosotros y, si coincidimos, los dos llevamos mascarillas y mantenemos una separación de dos metros. No recibo visitas y hasta mi hermano (26 años) se ha quedado estos días en casa de mis abuelos. «Cuando me detectaron el coronavirus, él no estaba aquí, así que para evitar un posible contagio se ha quedado con ellos», aclara el jugador.

«Es complicado pasar 15 días aislado, pero nadie debería tomarse a risa los protocolos. Son cruciales para evitar contagios»

Es su padre (54 años), profesor en un instituto de la capital, quien desde el confinamiento de su hijo se está encargando de su cuidado y le transmite serenidad. «Él no está contagiado, pero desde que me diagnosticaron el Covid-19 le recomendaron que restringiera las salidas. Ha dejado de ir a trabajar y solo sale a hacer la compra y los recados más imprescindibles para preservar nuestra salud lo más posible», indica.

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Una salud que este jugador, durante el paréntesis que ha tenido que hacer en su vida, cuida con una buena alimentación y con ejercicio diario. «Estoy asintomático por completo. No me ha dado ningún día fiebre, ni tos, solo tomo puntualmente un mucolítico si estoy muy congestionado», asegura. Por lo demás, confiesa sentirse perfectamente, por eso, después de consultar con la epidemióloga que le hace seguimiento diario, entrena a diario en casa. «Después de levantarme y desayunar, entreno durante un rato. La única advertencia que me hizo es que evitara compartir los aparatos de ejercicios con otras personas. Salvo eso, no tengo ninguna restricción temporal ni sobre el tipo de deporte», asevera.

El resto del tiempo se evade del aburrimiento frente a su ordenador. Allí encuentra lectura, series con las que entretenerse, correo con el que comunicarse... «A veces, me siento un poco encarcelado y vacío por no poder entrenar con el equipo; es como si me faltara algo en mi vida. Quiero salir a tomar un poco el aire, pero soy consciente de la situación y los riesgos que conlleva; nunca lo haría», admite este joven.

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Ahora solo piensa en volver a ver dentro de una semana a esos dos sanitarios que acudieron a su casa para tomarle tres muestras enfundados en trajes especiales y con máscaras de protección. Confía en que los dos análisis que le hagan tras la cuarentena den negativos y que el coronavirus pase a ser un mero recuerdo.

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