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Tras más de sesenta años clausurado, el antiguo Hospital de Santo Tomás espera aún en el corazón del casco antiguo de Málaga un proyecto que ... lo devuelva a la vida. Como avanzó SUR el pasado día 11, todo parece encauzado para que el edificio se convierta finalmente en un hotel de lujo tras descartarse la residencia de estudiantes que iba a realizar el grupo de inversores israelíes White, al que el Obispado tiene alquilado el edificio. No obstante, este compás de espera hasta que pueda emprenderse una obra de rehabilitación de esta construcción, que data de finales del siglo XIX, está agravando el deterioro que presenta tanto en sus zonas interiores como en su fachada.
Así se pone de manifiesto en uno de los últimos informes aportados por White respecto al estado de conservación del edificio a la delegación de la Consejería de Cultura. Según se refleja en la documentación a la que ha podido tener acceso este periódico, a mediados del año pasado, se aportó una ampliación de unos estudios realizados en 2021 y 2022 por la empresa experta Enticontrol para comprobar la evolución de las patologías detectadas.
En este documento se detalla que se colocaron siete fisurómetros y cinco clinómetros para medir el comportamiento de la fachada durante 23 meses. En ese tiempo, se detectaron variaciones de abertura y cierre en estos medidores respecto al comportamiento de las grietas, pero llamó especialmente la atención lo registrado en uno de los fisurómetros colocado en la planta segunda del edificio, que experimentó una abertura de 4,55 milímetros. Además, de la lectura de los clinómetros se dedujo que tres de ellos arrojaron una inclinación de la fachada hacia el exterior de 0,1 grados.
En las conclusiones del informe se subrayó que en las zonas de la segunda planta en las que se colocaron esos medidores «se han producido movimientos de desplome y apertura de fisuras muy superiores a los demás puntos de medida». Se trata de una zona que coincide con el final del edificio en su fachada principal. «Las grietas de mayor magnitud de la fachada se producen en las uniones con los tabiques y tabicones perpendiculares a la misma», se apunta en la documentación, en la que se explica que «los empujes horizontales transmitidos al muro de la fachada por la estructura de cubierta deben ser contrarrestados por los muros perpendiculares y por los tirantes de madera, observándose que estos últimos han sufrido importantes desplazamientos (en torno a 5 centímetros), por lo que se deduce que no están funcionando bien».
Por ello, se subraya en este informe que «la pudrición de los tirantes en el empotramiento con el muro de la fachada se estima como la causa de estos problemas, quizás agravados por el canalón oculto que corona la fachada, que puede tener fugas». Este diagnóstico concluye que considera «urgente restaurar los empotramientos entre las vigas y los muros de carga».
De este modo, este análisis técnico desvela un serie de patologías del edificio que contrastan con el aspecto aparentemente saludable de su fachada, que fue limpiada por el Obispado en el año 2014. En la última resolución emitida por la delegación de la Consejería de Cultura en junio del año pasado respecto al proyecto de residencia para estudiantes que iba a realizarse en el edificio, se señalaba, en relación a los movimientos detectados en la fachada, la «necesidad de estudiar este importante problema», y se pedía que, de cara a la autorización de la intervención, se describan «las actuaciones concretas para restaurar los empotramientos entre las vigas y los muros de carga».
No obstante, por el momento, la solución definitiva a este problema queda supeditada a que se acometan obras de emergencia o que se lleve a cabo la rehabilitación del viejo hospital, que cuenta con protección integral, para convertirlo en hotel, una intervención que aún depende de la correspondiente autorización tanto de la delegación de Cultura como de la Gerencia Municipal de Urbanismo. Este nuevo destino se produce después de que los reparos de la Junta a las modificaciones que White pretendía realizar en el antiguo hospital obligaran a reducir de 57 a 31 el número de habitaciones.
Tras varias décadas atendiendo a pacientes con enfermedades oftalmológicas, el hospital de Santo Tomás cerró sus puertas en 1962. No obstante, su historia se remonta al año 1505, cuando uno de los caballeros de la época posterior a la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos, Diego García de Hinestrosa, lo fundó para acoger a enfermos pobres. Su actual configuración data de finales del siglo XIX, cuando fue reconstruido tras el terremoto de 1884, con diseño del arquitecto Juan Nepomuceno Ávila, que siguió los cánones del estilo gótico-mudéjar.
No es el único edificio de este tramo de la calle Santa María que presenta problemas, ya que justo enfrente se encuentra la iglesia del Sagrario, que está clausurada desde hace un lustro también por deterioros en su estructura que se hacen palpables en su fachada, donde se aprecia una gran fisura que la divide por la mitad. El Obispado está llevando a cabo una nueva campaña de sondeos arqueológicos demandada por la Junta antes de autorizar la solución ideada por los arquitectos Juan Manuel Sánchez La Chica y Adolfo de la Torre Prieto para reforzar la cimentación de este templo mediante inyecciones controladas de material que se aplicarían a ocho metros de profundidad, por debajo de la cota de los restos arqueológicos, para dar más consistencia al terreno y para el movimiento de esta construcción del siglo XVIII.
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