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Una placa en la fachada de la Iglesia de Santiago recuerda que allí estuvo enterrado Juan de San Martín, padre del libertador Boris Salas
La infancia malagueña del general San Martín

La infancia malagueña del general San Martín

El héroe nacional de Argentina creció en una casa de la calle Pozos Dulces a finales del XVIII y su padre fue inhumado en la iglesia de Santiago

Héctor Barbotta

Marbella

Lunes, 5 de octubre 2020, 00:25

Antes de batirse en Orán como joven oficial de la Corona española y en Bailén contra las tropas invasoras napoleónicas y mucho antes aún de realizar una de las proezas militares más importantes de la historia americana, el cruce de la cordillera de Los Andes al frente de un ejército de 5.000 soldados en la guerra de la independencia de las nacientes repúblicas americanas contra Fernando VII, el general argentino José de San Martín pasó gran parte de su infancia en la Málaga de finales del siglo XVIII. Es la parte menos conocida de la intensa biografía del considerado héroe nacional argentino y artífice de la independencia de otros dos países sudamericanos, Chile y Perú.

Nacido en 1778 en Yapeyú, un pequeño pueblo situado en la entonces endeble frontera en disputa entre los imperios español y portugués, en lo que hoy es la provincia argentina de Corrientes, José Francisco de San Martín vino al mundo como el hijo del capitán palentino Juan de San Martín Gómez, por entonces gobernador de la zona bajo a jurisdicción del Virreinato del Río de la Plata.

Aunque algunos historiadores señalan la posibilidad de que en realidad fuera hijo ilegítimo fruto de la relación entre otro militar español, Diego de Alvear, y una india guaraní, el pequeño José Francisco creció como el vástago menor de Juan de San Martín, relevado de sus cargos tres años después del nacimiento de su último hijo por la excesiva mano dura que empleaba con los nativos.

Tras la destitución, la familia San Martín se mudó a Buenos Aires y posteriormente se embarcó rumbo a la Península. En 1784 Juan de San Martín y su familia desembarcaron en el puerto de Cádiz y tras una breve estancia en Madrid se trasladaron a Málaga. El capitán pidió el retiro y alquiló una casa en la calle Pozos Dulces, donde se instaló con su familia: su mujer, Gregoria Matorras, y sus cinco hijos: María Elena, Manuel Tadeo, Juan Fermín, Justo Rufino y el pequeño José Francisco. El dueño de la vivienda, el también militar Isidoro Ibáñez, coronel retirado, les cobraba por el arriendo dos reales diarios.

En su biografía de San Martín 'La voz del gran jefe', el historiador argentino Felipe Pigna describe la calle Pozos Dulces de entonces como «una hermosa callecita de viviendas blanqueadas de hasta dos plantas, adornadas con grandes macetones de flores cerca de la vieja muralla de la Puerta de Antequera, que a lo largo del siglo XVIII había dejado de marcar los límites de la ciudad».

En aquellos años, tras la pérdida de Gibraltar, Málaga había adquirido importancia como pieza clave en la defensa de la costa mediterránea. Se habían reforzado sus defensas navales y militares y el puerto adquiría cierta importancia en los intercambios comerciales con puertos italianos.

José de San Martín, entonces de siete años, inició sus primeros estudios en la 'Colegio de las Temporalidades', situado en la actual Plaza de la Constitución y que había pertenecido a los jesuitas antes de que esta orden cayera en desgracia en 1767. Durante cuatro años asistió mañana y tarde a clases de lectura, aritmética, latín y catequesis. Según el historiador José Ignacio García Hamilton -autor de 'Don José', otra obra biográfica de San Martín- aquellos años fueron difíciles para el futuro militar. Sus compañeros lo calificaban de 'indiano' por su tez oscura. A pesar de esta situación, los historiadores señalan que aunque corta, la estancia en Málaga durante aquellos años marcó varios rasgos característicos del futuro prócer, entre ellos su marcado acento andaluz y la afición por la guitarra y las coplas.

A los once años, el pequeño José se marchó de Málaga. Su padre consiguió que lo admitieran como cadete en el Regimiento de Infantería de Murcia. Comenzaría así una brillante carrera militar que lo llevaría a servir primero a la Corona española -tuvo su bautismo de fuego en Orán contra las tropas de Mohamed Ben Osman- y después a regresar a su tierra natal, donde tuvo un papel determinante en la Guerra de la Independencia.

Allí creó el Regimiento de Granaderos a Caballo y posteriormente el Ejército de los Andes, con el que cruzó la cordillera para acabar con el dominio español en Chile tras derrotar a las tropas coloniales en las batallas de Chacabuco y Maipú y embarcarse después rumbo a Perú, donde desalojó del poder a virrey español. Sus diferencias con Bolívar y el nulo apoyo de Buenos Aires acabaron con su gesta emancipadora. San Martín moriría exiliado en Francia en 1850.

El regreso de San Martín a Buenos Aires en 1811 marcó la ruptura con su familia, que no le perdonó que abandonara su lealtad a la Corona para sumarse a la lucha por la independencia de la tierra donde había nacido. Juan de San Martín, no llegó a ver este cambio radical en la carrera militar de su hijo, ya que había fallecido en Málaga en 1796.

Franco saluda a Eva Perón a su llegada a España en 1947 sur

De la iglesia de Santiago a Buenos Aires por pedido de Perón

En 1947 España atravesaba los duros años de la posguerra y los barcos cargados de trigo que el presidente Juan Domingo Perón enviaba desde los puertos argentinos contribuían a paliar las penurias.

Ese año, aprovechando las buenas relaciones que mantenía con Franco y coincidiendo con la visita de su mujer, Evita, Perón, pidió que se localizaran los restos del padre del general San Martín, el capitán Juan de San Martín Gómez, para trasladarlos a Buenos Aires, donde en 1950 se celebraría el centenario de la muerte del libertador.

Poco se sabía de la vida de ese ignoto militar, salvo que había muerto en Málaga. La investigación se centró en el libro de enterramientos de la iglesia de Santiago, la más cercana a la vivienda de los San Martín. Ahí apareció el nombre del capitán y la fecha de su fallecimiento, el 4 de diciembre de 1796. Los restos, sin embargo, no estaban localizados. El 24 de julio de 1947, dos semanas después de que Eva Perón concluyera su visita a España, el hijo del sacristán de la parroquia, un muchacho de 16 años llamado Rafael Zayas, los encontró en la cripta de la Hermandad de las Ánimas, que se encontraba anegada. Los restos fueron enviados a Madrid y desde allí viajaron a Buenos Aires. Se los enterró en el cementerio de Recoleta, pero en 1998 fueron trasladados a Yapeyú, el pueblo donde Juan de San Martín ejerció como gobernador en nombre de Carlos IV.

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