Inés Triviño: «Para estar bien hidratados, lo primero que debemos hacer es calmarnos los nervios»

–¿Cuál es la fórmula para conseguir que un comercio tradicional siga en activo casi siete décadas?

–La honradez y el servicio al cliente. El cliente nunca se tiene que ir con una cosa que no le haga falta por vender un euro más. A veces hasta les tengo que llevar la contraria para convencerles de lo que les conviene (risas), y si el resultado es el esperado va a volver seguro. Así conseguimos una clientela fiel, de generaciones. Antes venían los abuelos, ahora vienen los nietos.

–¿Entre su clientela hay entonces sectores profesionales específicos?

–Pues desde la restauración de la madera, pasando por los lutiers, la industria química aplicada a las empresas de limpieza… abarca muchos sectores, pero es básicamente una clientela de perfil profesional, de aquí y también del resto de España.

–¿Algún producto que destaque en ventas en la actualidad?

–Cada vez vienen más clientes, a veces desesperados, buscando alcohol isopropílico para limpiar componentes electrónicos, sobre todo ordenadores. Lo buscan en las droguerías no especializadas pero claro, allí no lo van a encontrar, igual que aquí no encontrarán un escobón ni Mistol. A algunos aún les cuesta diferenciar el concepto. Esto sí es una verdadera droguería.

–Es la única en Málaga que emplea la formulación propia. Explíquenos con algún ejemplo en qué consiste.

–La formulación y las soluciones se aplican según el problema que nos traiga el cliente. Por ejemplo, una cofradía vino con el problema de que se les habían estropeado los cascos de los romanos tras tanto tiempo guardados durante la pandemia. Les recomendamos ácido oxálico al 10%. Había que ponerse luego gafas de sol para verlos salir en procesión de lo que brillaban (risas). Si por ejemplo a alguien se le ha estropeado un mueble por darle el sol en una zona concreta, basta con que traiga una foto para comprobar los colores y le preparamos un tinte artificial con alcohol porque ya estaba barnizado, y todo arreglado.

–¿Los pedidos, mejor en el mostrador o a través de internet?

–A mí me gusta el trato de mostrador, pero también soy consciente de lo importante que es internet. De hecho, fuimos la primera droguería en tener web con carrito de la compra. Ahora la estamos actualizando porque la disponibilidad de productos y precios van variando. También tenemos Facebook, que los clientes usan sobre todo para informarse.

–¿Es el 'Recetario Industrial' la joya de la corona de los drogueros? ¿Siguen vigentes esas fórmulas 200 años después?

–Del 'Recetario' siguen vigentes absolutamente todas. Es el evangelio de las droguerías. También empleamos las fórmulas del maestro de mi padre, D. Ramón Ruiz, quien vaticinó que yo iba a ser la última dinosaurio de los drogueros (ríe). Entre ellas estaba la de la primera pasta de dientes Profidén, que hicieron unos monjes. Las conservo aún todas bien guardadas.

–Una de sus aportaciones personales ha sido la introducción de una línea de cosmética natural.

–Hacemos jabones y cremas con leche de oveja y hollejo de vino de Rueda procedente de la Granja de Desarrollo Ovino de Valladolid, que comercializan ellos con la marca AGM. En la aplicación de leche de oveja a la cosmética hemos sido de los primeros. También hacemos otros productos propios a petición de los clientes, como agua de rosas destilada en alambique, pero sólo cuando queda tiempo.

–¿Qué nos recomendaría para mantener la piel bien hidratada en un verano tan extremo?

–Para estar bien hidratados por dentro y por fuera, lo primero que debemos hacer es calmarnos los nervios, y beber mucha agua, y por fuera, hidratantes: oleatos (ácido oléico) de flores y cremas a base de plantas.

–Y si queremos mantener a raya a las hormigas y otros insectos dentro de casa...

–Ácido bórico. No es perjudicial para las personas, basta con una cantidad pequeña y es muy eficaz.

–¿Y para quitar las manchas rebeldes? ¿Y en el caso del vino?

–Jabón potásico. La potasa es además lo más natural para lavar. El vino sale con agua oxigenada, pero como todo, tiene su truco. Luego hay que lavar la prenda con jabón potásico.

–¿Cuántos productos diferentes calcula que pueden suministrar?

–Con los catálogos de los proveedores podemos obtener lo que los clientes nos pidan entre 20.000 productos. Aquí solo podemos tener una pequeña parte.

–Hablemos de historia familiar. ¿Quién fue Antonio Triviño?

–Con él empezó todo. En lo profesional, mi padre creo que ha sido el mejor droguero que ha habido, y como ebanista, algunos de sus muebles, de estilo Reina Ana, aún se conservan en un castillo de Escocia. Él trabajaba ocho horas aquí y otras ocho en el taller de ebanistería. Como persona era muy culto, con mucho sentido del humor. Viajó mucho y vivió en Brasil antes de volver a Málaga y abrir la droguería y el taller.

–¿Y cuándo entra en escena Inés Triviño?

–Desde pequeña yo siempre quería estar con mi padre en la droguería. Venía andando desde Gamarra antes de cerrar. Aunque luego seguí estudiando, quería estar aquí todo lo posible. Sabía que era lo que me gustaba y lo que quería.

–La tabla periódica de los elementos no tendría secretos para usted...

–Ooooh! La tabla me la sabía de carrerilla, aunque con la edad se me vaya olvidando.

–¿Ve viable llegar al centenario? ¿Tiene en mente su relevo en el futuro para mantener la marca?

–Relevo es posible que haya, con la bióloga Vanesa Jiménez Álvarez, que tiene muchos valores además de muy buena mano en el mostrador. Pero yo quiero seguir en activo mientras sea posible porque me sigue gustando mucho esto y no quiero dejar la vara de mando. ¡Yo aquí como el alcalde, vamos! (risas). Lo que pasa es que en estos tiempos, ya no se puede predecir ni qué pasará dentro de diez minutos…