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«Me gustaría que me peinaras el día de mi boda». Escuchar este encargo es para el peluquero malagueño Boris Soler algo totalmente cotidiano. Pero esta vez era distinto. La petición venía a través de las redes sociales, y la dirección de la novia estaba un poco lejos... a más de 6.000 kilómetros de distancia. El estilista no se lo pensó y cogió un avión hasta Santo Domingo para atender la petición de Gloribel, que es una fiel seguidora suya a través de su perfil de Instagram, y que no dudó en sufragar los gastos del viaje, la estancia y sus honorarios.
Boris Soler tiene miles de seguidores en las redes sociales; de hecho, entre sus facetas está la de impartir tutoriales de peluquería a través de YouTube y cursos para que los profesionales de su gremio se adapten a las nuevas tecnologías. «Ella empezó a seguirme hace tiempo y tenemos mucho ‘feeling’. En una de estas me preguntó si me importaría ir a peinarla. Le dije que estaba encantado, siempre que no me costara el dinero», explica el protagonista, que tiene su salón de belleza en la calle Cristo de la Epidemia de la capital malagueña. Así fue como comenzó la aventura, que se produjo a mediados de octubre. Más allá de su afición por el estilo, de la joven prometida apenas sabe que nació en República Dominicana, aunque trabaja en un hospital en Nueva York. Su marido se llama Roland y es músico.
En la maleta, un champú, un acondicionador y un gel específicos para su tipo de cabello; así como gomillas, ganchillos y un peine. «El peinado fue muy sencillo. Gloribel tiene el pelo muy rizado, le puse un producto por la mañana, lo dejamos secar al aire durante varias horas, para que se quedara muy definido, luego se lo estructuré y finalmente terminamos con un tocado». La ceremonia se celebró en Las Terrenas, al norte de la isla, en un pequeño hotel a pie de playa, para un grupo reducido de familiares y amigos íntimos de la pareja. Además de la novia, se hizo cargo del arreglo de dos damas de honor. También se quedó como invitado en la boda, que se celebró junto al mar, con todos los clichés habituales de las celebraciones norteamericanas, aunque con cocina caribeña.
En total, una semana de viaje, durante la que también acompañó a los novios a conocer el país. Soler reconoce que ha sido una «experiencia única». «Me dedico a peinar novias, normalmente en Málaga y Marbella, ¡pero no tan lejos!», exclama. Lo único malo, comenta, es que los mosquitos se cebaron con él «en un día de descuido con el repelente», mientras va mostrando imágenes del momento del peinado y durante la boda en su móvil.
Soler es un pionero en introducir las redes sociales en el mundo de la peluquería. Su canal de YouTube tiene 120.000 suscriptores, y en él muestra tutoriales de cortes y peinados, con millones de descargas, además de cursos físicos por encargo. Al tiempo, está impartiendo cursos sobre cómo pueden gestionar las redes sociales los profesionales de su gremio. Aunque nada como la oportunidad de ir a peinar una novia... a la otra punta del mundo.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
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