Hyperloop, año cero

Este tipo de decisiones no se toman por capricho, sino por un valor de oportunidad. La historia se remonta al año 2010, a los tiempos de la exministra de Fomento Magdalena Álvarez, una figura injustamente tratada, a la que la Costa del Sol le debe la mayoría de sus logros recientes, y para la que vuelvo a reivindicar el homenaje que merece. Junto al entonces presidente de Adif, Antonio González Marín, decidió impulsar un anillo de pruebas para trenes de muy alta velocidad. Fue un proyecto polémico desde el principio, por la necesidad de expropiar grandes latifundios olivareros de la Vega de Antequera. A pesar de ello, su sucesor, José Blanco, siguió adelante y la idea se presentó en 2011.

La primera fase consistía en construir dos grandes naves, que iban a servir como laboratorio para los convoyes que saldrían a rodar por el circuito. Las obras se licitaron ese mismo año y se dieron por terminadas en 2013. La inversión fue de 6,6 millones, a la que hay que sumar 3,5 millones más para equipamientos. Por entonces surgió también en el PTA el Centro de Tecnología Ferroviaria, en cuyos laboratorios se ha fraguado el Hub de Innovación. Es uno de los mejores bancos de talento científico y técnico sobre el futuro de los trenes de Europa, y clave para comprender la decisión de Hyperloop.

El Gobierno del PP descartó la construcción del anillo, y las naves se quedaron compuestas y sin novio. Fueron pasto de no pocas antologías del despilfarro en los medios. Hace unos meses, el anterior ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, vio la oportunidad de ofrecerlas a la marca estadounidense, que estaba buscando emplazamientos. Entretanto, la Junta también se subió al carro y brindó la plataforma abandonada del fallido AVE directo a Sevilla como pista de pruebas.

Finalmente, Hyperloop se establecerá en aquel gigantesco laboratorio sin estrenar, a pocos kilómetros de Málaga, el PTA y la Costa, y bien conectado con el mundo gracias al Aeropuerto y el AVE. Para ello, recibirá unos 126 millones de ayudas públicas, pero eso ocurre con todas las industrias innovadoras, aquí y en Berlín. De momento, no correrán las cápsulas al vacío entre Antequera y Marchena, pero todo se andará. Se me ocurre que esta podría llegar a ser la primera línea operativa del nuevo tren supersónico en España, y se llegará de Málaga a Sevilla ¡en diez minutos! Todos estamos contentos porque el tren del futuro se ensayará en nuestra tierra. Lo triste es que lo hará gracias a la visión pionera de grandes figuras olvidadas.