El proyecto utilizará el Big Data como gran fuente de información. Migue Fernández

¿A qué huele Málaga? La ciencia y el Big Data tienen la respuesta

El Ayuntamiento encargará a la Fundación Aula del Mar un doble contrato para crear un mapa que relaciona olores y contaminación y para testear el estado de salud de cetáceos y tortugas en nuestras costas

Lunes, 2 de octubre 2023, 23:43

El poder evocador de los olores, su capacidad para hacer aflorar recuerdos y su vinculación con la experiencia quedan fuera de toda duda. Lo que no es tan corriente es asociar los olores con el grado de contaminación o utilizarlos en el planeamiento urbano. Es ... una tendencia con base científica que cada vez más ciudades están adoptando. Barcelona y Pamplona fueron de las pioneras en España. Ahora Málaga se suma contratando un estudio para elaborar un mapa de olores.

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El proyecto está a punto de ser adjudicado a la Fundación Aula del Mar, única aspirante al concurso público, activado por el Ayuntamiento (a través del Observatorio del Medio Ambiente Urbano) en colaboración con el Ministerio de Ciencia e Innovación en el marco de la iniciativa 'Alborán, a Lifewatch Eric Project'. Este contrato tiene una segunda vertiente destinada al estudio de los cetáceos y las tortugas en nuestras costas.

En cuanto al mapa de olores, las claves del encargo descansan en que se ha demostrado que existe una alta correlación entre áreas con baja calidad del aire y las áreas en las que los usuarios de las redes sociales detectan olores relacionados con las emisiones. Aquí es donde el Big Data hace su función prospectiva detectando etiquetas, hashtags o textos con palabras clave como 'gasolina', 'polvoriento', 'cansado' o 'coche'. En el lado contrario, los contaminantes del aire están menos presentes en zonas donde los usuarios de las redes refieren olores más relacionados con la naturaleza, como 'floral', 'lavanda', 'sulfuro' y 'césped'.

Todo parte de un método de trabajo elaborado por los investigadores Daniele Quercia, Rossano Schifanella, Luca Maria Aiello y Kate McLean en el proyecto 'Smelly Maps' ('Mapas de Olores'), que crea un diccionario con 285 términos asociados a tipologías de olores.

Las condiciones del contrato estipulan que los equipos de trabajo estarán compuestos por dos investigadores doctores (en Biología o Ciencias Químicas) y otros tres licenciados o graduados en Biología. Se estima que ambos estudios requerirán de unas 4.500 horas de trabajo a desarrollar en seis meses. El presupuesto de partida, que cuenta con un 80% de financiación europea, es de 110.973 euros (IVA incluido).

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El barrido permanente de las redes sociales como fuente de información entronca, además, directamente con el concepto 'ciencia ciudadana', que tiene un fuerte componente de implicación social. «Esta base de datos permitirá evaluar las zonas de la ciudad donde se concentran diferentes calidades del aire desde el punto de vista de la ciudadanía», refiere el pliego de condiciones técnicas del estudio.

El control de la calidad del aire es uno de los ejes establecidos en el Plan del Clima, aprobado a principios del pasado mandato por el Ayuntamiento de Málaga. El documento plantea reforzar los sistemas de medición y las alertas ante posibles contaminantes.

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Cetáceos y tortugas

La otra vertiente del contrato persigue la observación del medio marino frente a nuestra ciudad y es el germen de un Observatorio que buscará obtener imágenes en tiempo real a 15 metros de profundidad mediante tecnología situada en una boya a unos 2 kilómetros mar adentro en el entorno de los Baños del Carmen.

En la memoria del proyecto se señala que la posición estratégica de Málaga como lugar de migraciones entre el Atlántico y el Mediterráneo hace que albergue un buen número de especies de fauna y flora marina, muchas incluidas en el catálogo nacional de seres vivos amenazados. Entre estas especies protegidas, destacan las tortugas marinas (especialmente las bobas) y una cierta variedad de cetáceos, incluidas grandes ballenas como el rorcual común o el delfín mular. Son especies cuya presencia constituye un buen medidor de la salud de las aguas, puesto que son indicadoras de los niveles de contaminación. Se trata de una fauna sensible a los cambios ambientales, de vida larga y con una muy baja tasa de reproducción.

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Entre los contaminantes que constituyen un mayor riesgo para estas especies, el documento alude a los plásticos y más concretamente a su introducción en la cadena alimentaria, con el consiguiente riesgo a nivel global. La colisión con algunas artes de pesca es otro de los elementos que se van a tener en cuenta.

No es un estudio nuevo, pues se suma a los muchos que se han realizado desde los años 90, lo que se ha traducido en más de 10.000 registros, que se han ido incorporando a bases de datos científicas tanto autonómicas, como nacionales como internacionales.

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En suma, se quiere seguir profundizando en el conocimiento de estas especies; en su relación con sus competidores y presas; en sus patologías y anatomía; en la detección de elementos químicos como órgano-clorados y metales pesados, o, entre otros factores, su estado reproductivo.

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