Rafael Prado, junto al azulejo que muestra los diferentes tipos de café. SALVADOR SALAS

Los hosteleros piden que se exponga en la ciudad el azulejo de los cafés del Central

Reclaman a las administraciones que conserven el mosaico que enseña la forma de pedir los cafés porque es patrimonio industrial de la ciudad

Juan Soto

Málaga

Viernes, 26 de noviembre 2021, 12:38

La asociación de hosteleros de Málaga (Mahos) ha reclamado a las administraciones de la ciudad que conserven y expongan en algún sitio público el mosaico del Café Central que enseña a los clientes la forma de pedir el café en Málaga.

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Tras conocer el próximo cierre del centenario establecimiento, los empresarios han instado al Ayuntamiento, a la Junta de Andalucía y a Turismo Costa del Sol a que «el histórico azulejo se conserve como patrimonio industrial, y que se ubique en un lugar público como homenaje a una manera de entender y trabajar la hostelería».

En un mensaje lanzado en redes sociales también han querido agradecer a Rafael Prado su implicación con el sector, la ciudad y la hostelería. Reseñan que es «un empresario siempre comprometido con el interés general de la ciudad y que se jubila tras una vida dedicada a un oficio que alegra la vida de las personas».

«El Café Central es parte inseparable de la Málaga cultural, religiosa, turística, tradicional y festiva; su cierre es una despedida dolorosa que ojalá pueda reconsiderarse porque es patrimonio de la ciudad que no debería perderse», añaden.

El popular azulejo fue elaborado en su día por Amparo Ruiz de Luna y se muestra en el salón del negocio. En él se detallan las diez formas de pedir un café en la ciudad, desde el solo hasta el 'no me lo ponga' que se incluyó a modo de broma para completar el catálogo.

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Esta original y distintiva forma de nombrar a los cafés la inventó José Prado, el padre del actual propietario, a mediados de los años 50 del siglo pasado. Cansado de que los clientes no supieran definir la cantidad de bebida que querían, y en un intento de ahorrar costes, decidió elaborar un listado claro y preciso que sirviera como guía.

Con el paso de los años, esa forma de hacer cogió fama nacional e internacional, hasta el punto de que decidieron inmortalizarlo en un azulejo que ya forma parte de la historia de la ciudad. Posteriormente, ese cuadro fue traducido al latín por el padre Laureano Manrique, luce en la fachada del edificio y es fotografiado a diario por los numerosos grupos de turistas que realizan visitas organizadas por la ciudad.

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