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Soplan las 50 velas de la tarta –helada, faltaría más– con la misma ilusión y ganas que cuando su padre, Luis Cremades, abrió su primera heladería en la Cruz del Mollinillo. Corrían los primeros 70, y aunque los tiempos han volado a la misma ... velocidad que un helado en las manos de un niño, Juan Luis y Paloma Cremades han sabido mantener el equilibrio de esa receta familiar que combina cuna –desde Tibi, Alicante, casa madre de los artesanos heladeros– y tradición; pero también nuevos tiempos y fuego lento para cuidar y sostener un legado y dos heladerías que ya son (casi) templos en el Paseo Marítimo de Pedregalejo y en el de El Palo. Ellos son la segunda generación (la tercera, si se cuenta a su abuela Timotea). Y bien orgullosos que están porque, también en esto, no hay dos sin tres. O sin cuatro. Marchando una de leche merengada para hacer memoria...
–Empezamos con buena noticia. Un 50 aniversario para un negocio es casi una hazaña...
–Paloma: Efectivamente, y más en estos tiempos en los que las cosas son tan efímeras.
–Juan Luis: Hacerlo además en un año como éste... También esto le va a dar un toque. En los últimos días me han venido de golpe todos los recuerdos, de cuando era un niño de 8 años y mi padre empezó con la primera heladería.
–¿Qué recuerdos guardan de aquellos primeros años?
–JL: Todos. Iba por las tardes a llevarle el bocadillo a mi padre, estábamos solos trabajando y nos sentábamos allí; muchas conversaciones esperando a que llegara el tapicero que se llevaba medio litro de tutti-fruti, la señora que venía a por una barra de helado y hasta que no llegaba no cerrábamos...
–La lucha por cada cliente...
–P: Así lo hizo mi padre desde que empezó. Daba igual que hubiera un cliente que mil. A todos los esperaba y los cuidaba. Y además en una época en la que era complicado el oficio de ser heladero, eso se aprendía y si no había nadie que te enseñara no podías hacerlo.
–¿Es muy difícil seguir apostando por ese producto artesanal?
–P: Mucho. Hoy es muy fácil fabricar con un producto que ya te dan hecho. Hay gente que no se cree que no utilicemos ni dextrosa, ni leche en polvo, ni azúcar invertido... todo eso se emplea hoy mucho porque hace que el producto sea más rentable, crezca más y que la vista sea más bonita. Nuestros helados no tienen esa vista, porque los productos son naturales. Conservamos nuestras raíces, vamos a la receta y no a la fórmula.
–JL: Nosotros tratamos el helado como un alimento, como un postre. No es una chuche, es algo que tiene mucha energía y que viene de los tiempos en los que tomarte un helado era alimentarte.
–¿Cómo es llevar un negocio entre hermanos? Seguro que habrá momentos no tan dulces...
–P: 20 años ya juntos... Y luego no se va cada uno a su casa, ¡es que sigue la relación! (risas).
–JL: Para mí, Paloma es mi relevo generacional porque nos llevamos quince años, pero no me voy a jubilar ni le voy a dejar esto a ella porque no hace las cosas como yo le digo (más risas).
–P: La confianza funciona totalmente, creemos ciegamente el uno en el otro. Y también somos súper diferentes, que es lo que hace que la cosa funcione. ¡Él es la mente fría y yo el impulso!
–JL: Ella sabe que hay cosas que tiene que hacer como yo digo porque si no me mosqueo; y yo sé que tengo que hacer cosas que ella dice porque si no no me deja tranquilo.
–¿Y cada vez que sale un helado del obrador lo prueban?
–P: Yo sí.
–¿Pero por una cuestión profesional o porque es golosa?
–JL: Porque es muy golosa.
–P: Es que no me canso. Yo todos los días me tomo uno. El helado recién hecho es una pasada.
–Confiesen: un sabor que no les guste pero que tengan que preparar a diario...
–P: (No duda). El de 'after eigth' (menta y chocolate). No puedo. ¿Pero qué es eso? ¡Si es como pasta de dientes! Además me cuesta mucho vender lo que no me gusta. Pero se vende mucho, así que bueno tiene que estar (risas).
–JL: Yo no puedo con el de tarta de queso. No es mi helado... Yo soy más clásico.
–El secreto de la leche merengada de Cremades. ¿Me lo van a dar?
–JL: No, no (mueve la cabeza). Es fácil y cualquiera la podría hacer, pero la nuestra se basa en cosas nuestras...
–Dicen que el helado es un alimento. Convénzanme también de que no engorda
–P: Es que tiene muchas propiedades nutricionales, todo lo nuestro es natural y vigilamos que sea un producto equilibrado. Es por ejemplo una merienda muy completa para un niño. A ver, si te tomas una copa todos los días... Pero una tarrina pequeña no tiene por qué tener más azúcar que cualquier otra cosa.
–JL: Yo no creo que el helado sea enemigo de la dieta, al revés, es un complemento
–Y la tarrina enorme de helado tirada en el sofá viendo la tele después de un día torcido. ¿Cura?
–P: Por supuesto jajajaja. El helado cura, ¡alegra la vida, siempre!
–JL: Yo siempre lo digo: una persona que viene y que se toma tres helados diarios tiene que ser buena persona.
–Me acaba de dar el titular
–JL: Es así. Es una persona que encara la vida de otra manera.
–¿Ha entrado alguna vez en sus casas un helado industrial?
–P: En mi casa alguna vez, cuando vienen amigos de mis hijos; pero lo esconden en un rincón, y no para que yo no lo vea; para que no lo vea mi hermano.
–JL: ¡Y las niñas que vienen a trabajar aquí, que alguna vez se traen la cena en un 'tupper' de esos helados! Me enfado (se ríe) y les digo que si quieren helado que me lo pidan, que yo se lo llevo a cualquier sitio. ¡Ay, pero eso no!
–Mejor no les pregunto entonces por los helados de boquerones en vinagre o de porra
–P: Son helados para cocina, pero la verdad es que no me gustan.
–JL: Hemos hecho muchas cosas a lo largo de los años, por encargo, pero nunca hemos llegado a eso. Recuerdo un helado de mojito... no había forma de cuajar aquello, ¡pero gustó!
–En estos tiempos raros. ¿La gente se llevaría mejor si tomara más helado?
–Ambos: Sin duda...
–Denme un sabor para Sánchez, Casado, Iglesias, Arrimadas y Abascal. ¿A quién el 'after eight'?
–P: (A su hermano). Uy, te toca.
–JL: (Piensa). Venga, leche merengada para todos.
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