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El cementerio de San Miguel, situado en la zona de Fuente Olletas de la capital, se ha convertido en un refugio botánico que no deja de dar sorpresas. Tras la aparición hace semanas sobre los muros de uno de los panteones del llamado 'helecho de la resurrección', días atrás Carlos Ortiz, uno de los responsables de mantenimiento del recinto, remitió a Enrique Salvo, botánico, profesor de la UMA y experto en este tipo de plantas, unas fotografías que han supuesto otro interesante descubrimiento. Se trata de varios ejemplares de helechos del género 'Cheilanthes guanchica', que significa 'flor en los labios' y es originario de Canarias. «Si bien no tienen flores, sí que exhalan un grato olor a canela, una cumarina que utilizan para defenderse de los depredadores ya que los atrae, pero su sabor amargo y saciante hacen que no vuelvan a repetir; así es el lenguaje de las plantas», aclara el científico.
La hipótesis que baraja Salvo para explicar su aparición es que este año ha tenido peculiaridades muy interesantes: por una parte, el fenómeno de la «gran pausa» generado por la inactividad humana del confinamiento, «que ha llevado a una recolonización de las ciudades por la naturaleza». Pero en segundo lugar, y no menos importante, está «el fenómeno milagroso del taró», también llamado boria, que es la niebla húmeda y fresca proveniente de la costa y que es en buena medida, según Salvo, la responsable de la alta biodiversidad de las sierras litorales. «Durante las primeras semanas de otoño el taró ha aportado una alta humedad a nuestra vegetación, dando vida allí donde parecía que no la había. Este el nuevo milagro del Cementerio de San Miguel, porque los ejemplares por su tamaño tienen una edad avanzada».
Hace 40 años, el premio Nobel Tadeus Reichstein visitó Málaga por invitación de Enrique Salvo. El investigador había sido reconocido por la síntesis de la cortisona y posteriormente de la vitamina C, aunque Don Tadeo, como era conocido entre los biólogos y botánicos españoles, dedicó la última etapa de sus investigaciones a los helechos, pues estaba convencido de que su metabolismo era muy parecido al de las hormonas humanas. Acudió a Málaga para participar en el congreso internacional sobre estos vegetales milenarios que se celebró en Algeciras, pero Reichstein, junto a varios colegas alemanes, pusieron su centro de operaciones en el Balneario de Tolox.
Y no era precisamente para relajarse. Estas plantas singulares encuentran en los alrededores de este espacio natural un lugar ideal para desarrollarse, lo que convierte a la localidad en la mayor concentración de Europa. «El interés de Reichstein, al que le apodan 'dedos verdes' por que cuanto plantaba crecía, era porque había logrado hibridar en su jardín de Basilea (Suiza) varias de estas especies, y quería ver si aquellos cruces se podían encontrar también en la naturaleza, por lo que los buscó en la Sierra de las Nieves. Finalmente, los encontró y los bautizó como 'Cheilanthes malacitensis' y 'Cheilanthes tolocensis', «lo que fue un gran honor para nosotros». Uno de los progenitores de aquellos dos híbridos es la 'Cheilanthes guanchica', una rara especie canaria pero que también se encuentra en algunas localidades del sur de la península Ibérica, y que es la que ha brotado ahora en el cementerio de San Miguel de Málaga.
Este hallazgo se suma al que apareció semanas atrás en un mausoleo del mismo camposanto histórico-artístico, cuyo nombre popular es 'helecho de la resurrección' o 'helecho lanoso', y a nivel científico se conoce como Cosentinia vellea. Debe su nombre a que se instala en lugares de alta insolación y muy áridos. Durante los meses en los que las condiciones son más duras sus hojas se revuelven quedando tapadas por una borra densa de pelos para evitar perder la poca agua que requiere para vivir. Su metabolismo celular está garantizado por un contenido rico en aceites, de más difícil evaporación.
En cuanto la humedad aumenta y las temperaturas están más equilibradas, lo que, en el caso de Málaga, ocurrió el pasado septiembre, la planta despliega sus hojas para producir las esporas con las que se diseminará, además de todas aquellas sustancias de las que tendrá que abastecerse hasta una nueva estación de buenas condiciones, ya que pueden tardar varios años en llegar una nueva 'resurección'. De hecho, es capaz de resistir en estado de latencia hasta una década.
Al igual que el caso anterior, esta especie produce cumarina, compuesto fundamental de la canela. Esta sustancia es atrayente a la vez que saciante, y así los herbívoros que la prueban memorizan que no deben hacerlo más, porque el resto de su contenido es muy amargo.
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