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El año próximo se cumplirán tres décadas desde que el PP ostenta la Alcaldía de Málaga, un periodo en el que aún no se ha impulsado de manera decisiva el proyecto para conseguir la integración del cauce del Guadalmedina en la ciudad, que sigue siendo ... una de las principales asignaturas pendientes del equipo de gobierno municipal. Ni Celia Villalobos ni Francisco de la Torre han conseguido por ahora borrar este punto negro de la gestión de los populares, que en estos meses estivales vuelve a ponerse de manifiesto en un río seco, lleno de maleza, basuras y agua estancada.
El pasado mes de diciembre se cumplieron 40 años desde la inauguración de la presa del Limonero, un proyecto que tenía entre sus objetivos eliminar el peligro de inundación que implica el paso del Guadalmedina por la ciudad, y conseguir llevar a cabo su embovedado. Sin embargo, la catástrofe ocurrida en la localidad valenciana de Tous en 1982, que supuso la destrucción de una presa de similares características a la del Limonero, revisó los estudios sobre este tipo de infraestructuras y se constató la imposibilidad de cubrir el cauce sin tomar otras medidas adicionales de seguridad.
En el año 1992, coincidiendo con la Expo de Sevilla, el tramo bajo del Guadalmedina se sometió a un proyecto de mejora estética que es el que todavía se observa en las pérgolas y los puentes que jalonan el entorno de Santo Domingo y el pasillo de Santa Isabel, adecentado el año pasado por el Ayuntamiento (en los meses previos a las elecciones municipales de mayo), tras años marcado por la presencia de suciedad, cristales rotos y pintadas.
En sus últimos meses como alcaldesa, a principios del año 2000, en plena campaña para las elecciones generales de ese año que la auparon como ministra, Celia Villalobos presentó el conocido como Plan Guadalmedina, una ambiciosa apuesta por embovedar el río para crear un metro, avenidas y grandes zonas verdes que contaba con el respaldo de la entonces Confederación Hidrográfica del Sur (CHS). La idea era ejecutar dos túneles que permitieran desembalsar al mar las grandes avenidas del río, que desembocarían en la zona del Peñón del Cuervo y en el embalse de La Viñuela. En 2002 comenzaron los trabajos de reforestación de la cuenca como paso previo al proyecto para el cauce, que nunca llegó a hacerse.
Ya con Francisco de la Torre al frente de la Alcaldía, en 2004, la CHS descartó el Plan Guadalmedina, al que calificó de «barbaridad». Un año más tarde, en 2005, el plan estratégico de la ciudad apostó por convocar un concurso internacional de ideas que no se puso en marcha hasta siete años más tarde, en 2012. Se presentaron 16 propuestas que huían del embovedado. La ganadora del concurso fue la del equipo que lidera el arquitecto José Seguí, que defendía convertir el cauce en un parque fluvial.
200
millones de euros es el coste estimado para la ejecución del plan para el río Guadalmedina en su integridad, una inversión que se prevé desarrollar durante 20 años en varias fases.
Cuatro años más tarde, en 2016, la Junta aclaró que, aunque no puede prohibir el acceso de los ciudadanos al río, no se puede convertir el cauce en un parque como tal por motivos de seguridad. En octubre, Junta, Ayuntamiento, Diputación y Autoridad Portuaria firmaron un protocolo de intenciones para avanzar en el proyecto. A finales de año, el Ayuntamiento anunció que iba a contratar a un equipo de arquitectos para redactar el plan especial para el cauce que contempla el PGOU y se marcó las premisas de soterrar el tráfico en sus márgenes y trazar 'puentes-plaza' para coser los barrios que separa.
La redacción de ese plan especial, valorado en 200 millones de euros, concluyó en 2019 y contempla el embovedado de un tramo de 344 metros entre los puentes de Armiñán y de la Aurora, para generar una gran plaza que conecte el Centro y la Trinidad. En la tramitación ambiental previa de ese documento, que todavía no ha concluido el Gobierno andaluz pese a que han transcurrido dos años desde que lo admitió a trámite, la Junta se ha mostrado por vez primera favorable a modificar el lecho del río para permitir esa cubrición, y ha dado sus bendiciones a las actuaciones que se plantean.
Además, en este tiempo, la administración regional ha realizado a petición del Ayuntamiento un estudio en el que se reduce el caudal máximo que habría que respetar en los últimos tramos del río, lo que facilita aún más los planes del alcalde. Sin embargo, el plan para el río sigue sin avanzar, pendiente ahora de la realización de un estudio que contrató Emasa con la consultora Narval, en agosto del año pasado, para comprobar si las medidas que incluye son acordes con los últimos informes de la Junta. Ese estudio tenía un plazo de ejecución de seis meses pero, según han apuntado desde el equipo de gobierno municipal, todavía no está concluido porque se le han pedido a la consultora nuevas cuestiones para ampliarlo.
Así, tras un concurso de ideas y una decena de estudios en la última década, el plan para el Guadalmedina sigue bloqueado, a la espera de nuevo análisis técnico que demora la cura para la herida que parte a Málaga en dos.
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