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¿Qué posibilidades reales tiene Málaga para ser elegida como sede de la Expo 2027? ¿Qué beneficios puede traer a la ciudad un evento internacional de ese nivel? ¿Cómo ha sido la experiencia en otras ciudades españolas que lo han albergado como es el caso ... de Sevilla y Zaragoza? Estas preguntas han sido respondidas este miércoles en un foro organizado por SUR para ahondar en la candidatura de Málaga a la exposición internacional de 2027 con el lema 'La era urbana: Hacia la ciudad sostenible', con la colaboración del Ayuntamiento de Málaga, la Diputación Provincial, la Junta de Andalucía y el Ministerio de Asuntos Exteriores.
En una de las mesas redondas, moderada por el subdirector de SUR, Javier Recio, han participado responsables de las exposiciones celebradas en 1992 en Sevilla y en 2008 en Zaragoza que han aportado, desde su valiosa experiencia, importantes claves respecto al proyecto malagueño. Carmen Bueno, directora de pabellones temáticos de la Expo 92 de Sevilla y consultora de la candidatura de Málaga, ha admitido que, en el caso de la exposición hispalense «estaba todo por hacer», pero en el caso de Málaga «no necesita tanta infraestructura ni atraer mucho más turismo». «La gran transformación de Málaga con la Expo 2027 es convertirse en un ejemplo de ciudad verde», ha destacado Bueno, quien ha apuntado que para eso es necesario un cambio de «mentalidad e infraestructuras reales».
En el mismo sentido, Javier Monclús, catedrático de Urbanismo de la Universidad de Zaragoza y jefe del plan de acompañamiento de la Expo 2008, ha afirmado que las exposiciones «sirven para descubrir cosas», y ha comentado que, en el caso de Málaga, se podría hacer «sobre la marcha una infraestructura verde espectacular», justo para un evento en el que se abordará el reto de «cómo hacer las ciudades más sostenibles y modélicas».
Monclús ha recordado que el 'anillo verde' de Zaragoza se desarrolló a raíz de la exposición del año 2008, con un gran parque metropolitano. «La exposición de Málaga es un proyecto impresionante. Está muy bien armado y será capaz de atender al reto de cómo una ciudad puede avanzar hacia ser más sostenible», ha añadido este experto.
«La Expo de Málaga tiene que ser un laboratorio de buenas prácticas urbanas. Es la misión necesaria de que las ciudades sean espacios más justos y liberados. La mitad de la humanidad vive en ciudades», ha incidido Carmen Bueno, quien ha recordado que la sociedad sevillana estuvo inicialmente reacia a la Expo 92. Sin embargo, meses antes hubo un cambio de actitud que contribuyó al éxito de aquel evento que concitó 40 millones de visitas. «Las expos han cambiado las ciudades, pero los impactos son diferentes en función del nivel de desarrollo de la ciudad en cuestión», ha afirmado.
También ha intervenido en esta mesa Francisco Pellicer, que fue director general adjunto de contenidos de la Expo Zaragoza 2008, quien ha aseverado que «una expo no tiene límites de caducidad». Así, ha apostado por darle permanencia y que se mantengan las instituciones que sean necesarias para que permanezcan las infraestructuras. «Un evento así genera la emoción de una ciudad que se siente atractiva e interesante para los de fuera, y hay que mantener ese legado inmaterial y emocional», ha comentado Pellicer, quien también ha apostado por «mimar» al público joven.
«El tema de Málaga es muy oportuno, enormemente interesante para todo el mundo. Es un desafío a escala planetaria», ha subrayado Pellicer, profesor de Geografía de la Universidad de Zaragoza, quien ha apostado por explicar la materia de la Expo 2027 «con rigor y claridad».
Los expertos que han participado en este debate han alabado también que el proyecto de Málaga tenga un gran respaldo institucional y este planteado en términos de moderación a nivel arquitectónico, en los terrenos de Buenavista, entre la autovía del Guadalhorce y la antigua carretera de Cártama, donde se ha diseñado una estructura circular para albergar los pabellones. «Me gusta del proyecto de Málaga el equilibrio arquitectónico. No hay un griterío por ver quién hace el edificio más icónico, que luego son los más difíciles de revertir», ha indicado Carmen Bueno.
En ese sentido, Javier Monclús ha lamentado que, en ocasiones, se funcione «a golpe de ocurrencias» y ha apostado por consultar antes las experiencias de eventos similares anteriores, y las prácticas que están catalogadas por la Unión Europea porque, a su juicio, «hay riesgos de no aprovechar suficientemente bien las ocasiones».
Asimismo, este catedrático de Urbanismo ha incidido en que hay que desarrollar los proyectos pendientes de un territorio «con o sin expo». «Si no se gana, los proyectos hay que hacerlos de una manera o de otra, con una visión a largo plazo. La ciudad se tiene que transformar y las exposiciones son aceleradores de los proyectos», ha recordado.
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