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Aunque se haya repetido en varias ocasiones en los últimos años, no deja de sorprender la imagen de cubos dispuestos en el interior de la Catedral de Málaga para recoger las goteras que se producen en días de intensas lluvias como las registradas desde principios de este mes. Como ya sucediera en las precipitaciones del pasado noviembre, en los últimos días y este mismo lunes, los responsables y trabajadores del primer templo de la diócesis han tenido que volver a colocar cubos de plástico para recoger el agua que cae desde el techo al interior de las naves, especialmente en la zona de la girola, que es el espacio semicircular que rodea al altar mayor.
Así, como ya ocurrió a finales del año pasado, se han dispuesto recipientes de todo tipo en el entorno de las capillas de San Francisco, de Santa Bárbara y del Pilar. En esta ocasión, las filtraciones han sido especialmente notorias en el caso de la capilla de los Caídos, una de las más próximas a la fachada principal del templo, de cuyo retablo ha tenido que retirarse la imagen del Crucificado de la Victoria, obra de Alonso de Mena, que ha sido colocada provisionalmente en el altar mayor para que no sufra daños.
A pesar de las medidas de protección implantadas por los responsables y operarios de la obra que se lleva a cabo desde la pasada primavera para dotar la basílica de un tejado que la proteja precisamente de este tipo de situaciones, el líquido elemento ha penetrado en el templo, ya que los trabajos se encuentran todavía en una fase inicial en lo relativo a la construcción de la nueva cubierta a dos aguas.
Según ha podido conocer SUR, los trabajadores de las empresas constructoras Hermanos Campano y Grupo ORP, que realizan la obra del tejado, han vuelto a estar pendientes de lo que sucedía en el edificio y han tomado medidas para procurar frenar estas filtraciones. Existe un protocolo establecido en esta intervención, que dirigen los arquitectos Juan Manuel Sánchez La Chica y Adolfo de la Torre Prieto, para evitar las goteras en momentos de lluvias con la colocación de una lámina EPDM, que está compuesta por un material de plástico grueso diseñado para que no se rompa al pisarlo.
En el caso de la cubierta superior, se aplicó un producto de impermeabilización en las juntas de las láminas de plomo que recubren el exterior de las bóvedas, y que han quedado a la vista tras retirarle la 'piel' de ladrillos que se colocó sobre ellas, dentro del proyecto que la Junta promovió hace 15 años para intentar solucionar el problema de las humedades de este monumento. Esas láminas, que constituyen actualmente la única protección de las bóvedas, no se van a retirar hasta que esté colocado el nuevo tejado.
No obstante, estas medidas no han logrado frenar totalmente la penetración del líquido elemento en el interior de la Catedral cuando se registran intensas lluvias como las de estos días.
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