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Málaga puede ser en muchas ocasiones una ciudad idílica. Uno de sus grandes atractivos turísticos es la Catedral. Conocida como la 'manquita', sobresale y es ... uno de los elementos más llamativos a nivel visual. Ni mucho menos tan sugerente como la Catedral, pero casi igual de perceptible en estos días se muestra un animal que se asocia tradicionalmente con los ecosistemas marinos: la gaviota. Aparece sentada en los tejados de muchos edificios o vuela por algunas calles de la capital. A veces, pasando cerca de personas y coches. Amenazando con una lluvia ácida en forma de excrementos, sobre todo, cuando el desplazamiento se produce en bandada. No solo se ve. También se hace oír. Sus graznidos son una notable fuente de ruido. El sonido estridente que generan apenas cesa y para muchos malagueños es lo último que escuchan cuando se acuestan y con lo que se despiertan por la mañana. Los testimonios recabados por vecinos y catedráticos de la Universidad de Málaga (UMA) en campos como la zoología o mineralogía confirman que las gaviotas representan un problema de ruido y deterioro del patrimonio. El Ayuntamiento de Málaga toma medidas para su control pero los expertos demandan una mayor contención por el bien del ecosistema urbano.
Si María del Carmen Cuevas, una vecina de Capuchinos tuviera que cifrar el número de gaviotas en función del ruido que percibe cuando se encuentra en su piso, hablaría de miles. Son ya varias semanas en las que el graznido, a cualquier hora y en toda su variedad tonal, se ha convertido en una banda sonora que le roba el sueño y le genera crispación. «El ruido que hacen es muy intenso. Se escuchan por la mañana y por la noche. En realidad a cualquier hora», asegura a SUR. Por las noches se ve obligada a dormir con las ventanas cerradas, aunque el termómetro esté apuntando alto.
No solo en los tejados de los bloques de Capuchinos. Sobre todo, en el centro histórico o en la zona del Muelle Heredia las gaviotas se sienten como en casa. Y no solo por la cercanía al mar. Los contenedores, con restos de alimentos que tiran los vecinos o que proceden de los negocios de hostelería, son una fuente de alimentación para las gaviotas.
Raimundo Real, catedrático y profesor de zoología en la Universidad de Málaga (UMA), ofrece una visión amplia de por qué las gaviotas generan en estos momentos tanto ruido y detalla razones que están detrás su creciente presencia en el entorno urbano. Partiendo de una premisa que explica parte de su comportamiento: «Las gaviotas son especies colonizadoras». El espacio que ocupan lo reclaman como suyo y no se echan para atrás.
«Los tipos de reclamo dependen mucho de lo que están haciendo en cada momento. Cuando están criando, los padres protegen a sus crías. Es habitual que otras gaviotas traten de comerse a estas crías. El ruido es un acto de defensa. Así se forman como bandas. Vienen otras que ayudan. Las atacantes, a su vez, también tienen sus amigas», detalla Real y califica a las gaviotas como una especie «muy inteligente».
El problema surge para los vecinos, señala Real, porque los tejados de los pisos son el lugar predilecto de las gaviotas para anidar. Entre el final de la primavera y el inicio del verano los polluelos ya empiezan a salir del nido. «Si un vecino se acerca, las gaviotas atacan. Además, atacan en grupo. Ellas llaman, que son esos graznidos. Y tienen varios tipos de reclamo. Uno de ellos es un reclamo de combate. Empiezan a sobrevolarte en círculo y llaman a las demás hasta que se forma un grupo. Lo primero que hacen entonces es defecar encima tuya. Además, a base de bien. Son auténticas bombas de ácido úrico. Pero también te pueden atacar físicamente. Lo hacen con la pata, que tienen una uña fuerte y pueden causarte gran daño». «Las gaviotas son agresivas, tienen un comportamiento de vigilancia de su territorio y comen lo que sea. Son carroñeras. Pero se comen a los vencejos o a las cotorras. Y eso que las cotorras tienen un pico fuerte».
Real apela al Ayuntamiento para que haya un mayor control de las gaviotas. «Sé que es difícil, pero hay que hacerlo por la biodiversidad urbana. La biodiversidad urbana, por definición, tiene que estar controlada. Es un hábitat, sobre todo del ser humano, y también de otras especies. Las colonias naturales de las gaviotas patiamarilla, que es la que cría aquí, está en Tarifa», explica.
No son solo las molestias que generan por el ruido. Las gaviotas también provocan daños en el patrimonio. Francisco Franco es profesor de Geología y Mineralogía en el grado de Ciencias Ambientales de la UMA. «Una gaviota no es como una paloma», dice en referencia la gran envergadura de esta especie. La gaviota patiamarilla, que es la que se ve en Málaga, puede alcanzar los 65 centímetros de longitud. La potencia que puede desarrollar en la inercia del vuelo es considerable. «La acción de las gaviotas actúa sobre nuestro patrimonio histórico y degrada la roca ornamental. Se posa y lanza sus excrementos, que tienen ácido. El ácido reacciona con la caliza o con el mármol formando oxalato de calcio y haciendo que la roca se fisure», señala el también profesor en Petrología, la ciencia que estudia las rocas. «En el caso de la Catedral de Málaga, en algunas partes, se puede observar una especie de red de pesca muy fina para que las gaviotas no se posen y hagan su nido», añade.
Hay otro mecanismo, al margen de su peso y los excrementos, con el que las gaviotas degradarían el patrimonio histórico: «Con la acción del pico o con la garra, puede provocar la caída de fragmentos».
En el Ayuntamiento de Málaga notan como las llamadas de vecinos que se quejan por el ruido de las gaviotas se están multiplicando. El director general del área de Medio Ambiente, Luis Medina Montoya, detalla a SUR que el último censo de gaviotas, realizado en base a un «muestreo regulado», data de septiembre de 2021 y cifra la existencia de 3.341 de estas aves en la capital.
Medina Montoya señala que la gaviota patiamarilla es una especie protegida. «Por tanto, es competencia de la Junta de Andalucía. Nosotros solicitamos permiso para actuar», detalla. Estas actuaciones comprenden desde vuelos disuasorios - «no sirven para nada»- a la retirada de nidos y pollos. En 2021, según Medina Montoya, se han retirado 156 nidos, 91 pollos y 51 huevos. El Ayuntamiento también divide el censo de gaviotas por distritos: Distrito Este, 756; Carretera de Cádiz, 748; Cruz de Humilladero, 525; Centro, 383; Teatinos, 366; Campanillas, 187; Churriana, 169; Ciudad Jardín, 75; Bailén-Miraflores, 41y Palma Palmilla con 14.
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