

Secciones
Servicios
Destacamos
Málaga capital tiene 6.144 calles. En ese número se incluyen las avenidas, calles, rotondas, pasajes, plazas, carriles, glorietas y todas las denominaciones urbanas ... que construyen el mapa de la ciudad. En sus rótulos figuran profesiones, ciudades, lugares emblemáticos, tipos de árboles, instrumentos musicales, acontecimientos históricos y, sobre todo, nombres propios: desde presidentes de los Estados Unidos hasta vecinos más o menos conocidos que dejaron su huella en el entorno cercano.
De organizarlas y actualizarlas se encarga la Comisión de Nominación y Rotulación de Calles, un grupo de carácter técnico dependiente del Área de Cultura del Ayuntamiento que ha saltado esta semana a la primera línea de la actualidad a cuenta de su última resolución, donde se denegaba una calle a Ana Orantes, símbolo en la lucha contra la violencia de género y quemada viva por su marido en 1997, «por no ser de Málaga».
La decisión, convertida en objeto de debate político, llegaba este jueves al pleno municipal y los concejales votaban por unanimidad instar a la Comisión de Calles a reconsiderar su dictamen. Pero no es el único sobre el que tendrán que debatir: la Asociación de la Prensa de Málaga también ha anunciado que presentará un recurso ante la negativa de conceder sendas calles a los periodistas José Antonio Frías y Gonzalo Fausto. La razón esgrimida es idéntica a la de Orantes: que no nacieron en Málaga capital.
La ordenanza municipal de calles, vigente desde el año 2004, recoge en su capítulo IV que tendrán «prioridad los nombres de hijos ilustres o significados de Málaga (Medalla de la Ciudad, Hijo Predilecto, Hijo Adoptivo...). A continuación, y con el mismo criterio, de Andalucía, de España, de Hispanoamérica y del resto del mundo». Es decir, que la cuna «no es excluyente» y tampoco el único requisito, aunque en igualdad de condiciones sí prima el origen. Así lo explica Susana Martín, directora general del Área de Cultura del Ayuntamiento de Málaga y miembro de esa Comisión de Calles, que –insiste– se rige de manera «escrupulosa» por la ordenanza, aunque con un matiz importante en ese articulado: «La elección del nombre (de la calle) es, por su propia naturaleza, libre y discrecional» ( cap. IV, art. 17.1).
«Todas las peticiones se estudian y se tienen en cuenta. En caso de que la persona o colectivo que lo pide no esté de acuerdo con la decisión, puede presentar un recurso y volvemos a estudiarlo», confirma Martín, que figura como presidenta de la comisión por delegación del edil de Cultura (en este caso, de Noelia Losada).
El equipo está integrado por cinco funcionarios «con un profundo conocimiento de la historia de la ciudad y de la actualidad», sostiene la presidenta. Tres son del Área de Cultura y dos del Centro Municipal de Informática (CEMI); y sus propuestas y resoluciones quedan recogidas en las actas que, como último paso del procedimiento administrativo, ratifica con su firma el alcalde, con potestad última «para la aprobación de la denominación de calles», según plasma la ordenanza en el capítulo III. Estos cinco funcionarios son la jefa de Servicio del Archivo Histórico, Maribel Vila; la jefa de Negociado de Patrimonio, Fanny de Carranza y la jefa de Sección de la Sección de Cultura, Isabel Lozano; además de Agustín Porras y Nicolás Mingorance, estos dos últimos del CEMI, organismo municipal encargado del callejero y que tienen una labor más de campo ya que controlan al milímetro los huecos que quedan en los mapas y, por lo tanto, los que se pueden asignar. Como secretario de la comisión actúa Pablo Briales, jefe del Servicio Jurídico del Área de Cultura.
Sobre sus deliberaciones, comenzarán a publicarse «en breve» en el Portal de Transparencia y, hasta que llegue ese momento, «pueden solicitarse por parte de quien lo desee en el Archivo Municipal». La comisión se reúne dos veces al año para despachar las peticiones que van llegando; alrededor de la veintena entre una sesión y la siguiente. En su última reunión, celebrada el pasado 1 de diciembre y firmada por el alcalde el 15 de marzo, se dio el visto bueno a una calle para el periodista Guillermo Jiménez Smerdou y se solicitaron las adhesiones necesarias para la candidatura de la pianista Julia Parody. Junto con las negativas a Orantes, Frías y Fausto, hubo otro 'no' al actor Dani Rovira «dada la prometedora carrera que tiene por delante» y se aprobó el cambio de nombre de la glorieta Seikh Abdullah Al Thani por el de Afición Malaguista.
«Hay bastantes solicitudes: vienen del pleno, de asociaciones, de instituciones o de particulares; y en todos los casos es necesario adjuntar la biografía y méritos de esa persona, así como las adhesiones que demuestren que esa solicitud está avalada por un grupo amplio de la comunidad», continúa Martín antes de poner sobre la mesa uno de los principales problemas a los que se enfrenta la comisión: «Málaga ya no crece tan rápido y hay un gran déficit de calles».
Esta 'lista de espera' supera el centenar, es decir, personalidades que ya tienen aprobada su calle pero no una ubicación. Uno de los casos más llamativos es el del exalcalde de la ciudad Cayetano Utrera Ravassa. «A medida que se van abriendo huecos las vamos repartiendo previa consulta con las personas o instituciones que hicieron la propuesta; pero también depende del personaje, en el caso de Utrera no puede ser una callecita, tiene que ser un espacio adecuado», añade.
Que ese espacio disponible es determinante para el nombre de una calle se aprecia en la evolución del propio callejero y, por lo tanto, de la capital. En este sentido, Martín recuerda cómo hace décadas, en plena expansión urbanística, existía una 'bolsa' de calles a las que se iba recurriendo a medida que la capital se ensanchaba. Es la razón por la que en determinados puntos del mapa hay una concentración de calles vinculadas, por ejemplo, a los instrumentos musicales o a las plantas: ocurre en el entorno de Camino de Colmenar, con las calles 'Gardenias', 'Lirios', 'Tréboles' o 'Cintas'; y sin salir de esa zona con las calles 'Fagot', 'Clarinete' o 'La Flauta'. También con nombres más o menos comprensibles como 'Afligidos', 'Aerolito', 'Kandinsky', 'Argonauta' o 'Albahaca'.
En este contexto, cabe plantearse la duda: ¿es posible cambiar la denominación de calles rotuladas con nombres 'generales' para dar entrada a otros con peso específico pero sin espacio en el callejero? La respuesta de Martín, a pie de (comisión de) calle desde hace más de una década, es tajante: «La ordenanza contempla esa posibilidad, pero no se hace por el lío administrativo tan enorme que conlleva, sobre todo si esas calles están numeradas. Imagina que los vecinos tendrían que cambiar, incluso, las escrituras de sus casas. No ocurre lo mismo, por ejemplo, con las glorietas, las placas o las fuentes... ese tipo de denominaciones sí se pueden cambiar».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.