A sus 80 años, Francisco García Gómez atesora una vida y unos conocimientos de Málaga como pocas personas de su generación. Desarrolló su faceta profesional ... en el aeropuerto, donde trabajó en la central eléctrica, pero su verdadera pasión es la cerrajería y la investigación de la historia de la ciudad. Montó taller en su propia casa y llegó a abrir unas mil cajas fuertes y dos o tres mil puertas de seguridad durante más de treinta años. Pero lo que más le gusta escudriñar es el pasado de las calles y edificios como la Catedral, sobre la que ha llegado a escribir un libro ('La rejería en Málaga y su Catedral durante la Edad Moderna') en el que cuenta uno de los aspectos menos conocidos del templo: las rejas que contiene en su interior y su exterior.
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–¿Desde cuándo le viene la afición por estudiar diferentes cuestiones históricas del pasado de Málaga?
–De siempre tuve mucha curiosidad por Málaga pero de joven no tuve medios ni tiempo para investigar. Cuando empecé a tener posibilidades económicas hice una gran biblioteca con temas malagueños a la par que he llegado a reunir varios miles de piezas de cerrajería. Se podría abrir un museo con ellas.
–En su último libro aborda la fabricación de rejas en Málaga durante los siglos XVI, XVII y XVIII, centrado especialmente en las que se colocaron en la Catedral. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de esta investigación?
–La gran cantidad de herreros que llegó a tener Málaga y los conocimientos que tenían. La ciudad lo tenía todo: tenía el material y los profesionales.
–¿De dónde se sacaba el material?
–De Marbella se exportaban grandes cantidades de hierro, pero cuando era en barra gruesa se traía del País Vasco. Los primeros cañones de bronce que se fundieron en España se fabricaron en Málaga. Los mandó realizar el emperador Carlos V, que abrió aquí unas fundiciones junto a Puerta del Mar, donde está la calle Herrería del Rey. Pero como Málaga era muy asaltada por barcos corsarios, finalmente se llevó esas fundiciones a Sevilla. No obstante, en 1657 hay un rejero mayor de la Catedral, Francisco de Melgar, que funde aquí cañones de bronce, entre ellos dos para Fuengirola.
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–¿Cuál es la reja más antigua de la Catedral?
–La más antigua es la que rodea al altar mayor, realizada por Francisco de Melgar en 1650. Hubo una anterior, preciosa, que posiblemente fuera la mejor reja que ha habido en Málaga, que estaba en la capilla de la Encarnación, detrás el altar mayor, pero el obispo Molina Lario la mandó quitar cuando se hizo allí su enterramiento. La describió muy bien el padre Andrés Llordén. Estuvo doscientos años montada. La diseñó Diego de Vergara, que fue uno de los arquitectos de la Catedral, y la realizó el rejero sevillano Diego Rebollo, que firmó su contrato en 1573. Esa verja se fabricó en Sevilla y luego se trasladó a Málaga, pero lamentablemente ya no se conserva.
–¿Cómo y dónde se fabricaron las rejas del primer templo de la ciudad?
–El hierro se traía casi todo del País Vasco, tanto para la Catedral como para unas casas que construyó el Cabildo de la Catedral en lo que hoy es la plaza de la Constitución. Eran tan dificultosa la llegada por mar de este material que en las actas del Cabildo se cita que se dediquen 60 misas a las ánimas benditas del purgatorio por la buena llegada de los barcos que lo transportaban. Los herreros trabajaban en la plaza del Obispo. Ahí tenían sus casas y sus talleres. Incluso en lo que hoy son los jardines del Sagrario, también había talleres de herreros, según se describe en un documento. Y en el propio edificio de la Catedral, aunque eso fue posterior, había un taller de rejería. La Catedral tenía en plantilla un maestro rejero y dos sonadores, que eran los que golpeaban los hierros, sus ayudantes.
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–¿Qué símbolos o curiosidades esconden estos elementos de forja que en ocasiones pasan desapercibidos para los visitantes del monumento?
–Me llamó la atención que encontramos el símbolo de la advocación a la que está dedicada la Catedral, la Encarnación de la Virgen, que se representa con una jarra con azucenas. Está grabada en los manerales de hierro y en los pestillos de las puertas. En la puerta mayor de la Catedral, por dentro, el pestillo del suelo tiene grabadas las azucenas. Además, hay una cosa que mucha gente no sabe, y es que, en su origen, todas las rejas de la Catedral fueron doradas. Incluso la veleta de la torre y los hierros de los balcones del cupulín que la remata, lo que hacía que destacara desde la lejanía. Se recubrieron con pan de oro. La Catedral de Granada está recuperando eso y aquí también habría que hacerlo. Toda la rejería era dorada, tuvo que ser una maravilla. Hubo presupuesto grandísimo para cubrir todo de oro grabado a fuego.
–¿Y cómo se perdió eso?
–Lo que sucede con estas cosas con el paso de los siglos... Se llegó hasta a rascar para quitar el pan de oro.
–¿Quiénes fueron los principales autores de las rejas más antiguas de la Catedral?
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–De las más antiguas fue Francisco de Melgar, que era el rejero mayor de la Herrería del Rey. El padre Llordén lo cita y yo he llegado a encontrar más de cien documentos de él. Otro fue Clemente Ruiz, y las rejas exteriores las hizo todas el rejero Luis Gómez, que trabajó en las últimas obras de la Catedral, antes de que quedaran paradas en 1782. Tenía un taller en el barrio del Perchel y otro en calle Pozos Dulces, que es donde realizó las tres rejas exteriores: la de la fachada principal a la plaza del Obispo, y las de los atrios de las puertas de Postigo de los Abades y el patio de los Naranjos.
–En el siglo XIX se produjo un robo en la reja del atrio de la fachada principal hacia la plaza del Obispo. ¿Cómo fue aquello?
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–Eso fue el 22 de diciembre de 1823. En 1782 murió el rejero Luis Gómez y se paró la obra de la Catedral. Hubo problemas porque entró de maestro mayor de la Catedral José Martín de Aldehuela, que en rejas no estaba muy versado. El rejero que se hace cargo de la obra es Francisco de Vega y cometen varios errores. Uno de ellos es que, al montar la reja del atrio principal, no la miden dándole la forma de circunvalación de los escalones. La midieron en línea recta y, al montarla, resulta que le faltaban paños. No tuvieron en cuenta las curvas que hacían los escalones. Le echaron la culpa al arquitecto Antonio Ramos, que también acababa de morir. Me extraña mucho porque Ramos para mí es el verdadero autor de la Catedral. Sabía mucho. Bueno, yendo a lo del robo. Donde hoy existe un quiosco junto a la iglesia del Sagrario, allí había un puesto de guardia de noche y día. Pese a la cercanía de esos guardas, la noche de ese 22 de diciembre de 1823 llegaron varios individuos y desmontaron todos los adornos de la reja mayor exterior de la Catedral. Actualmente, todavía le faltan.
–¿Y no se percataron los guardas de ese puesto tan cercano?
–No. Como he dicho, esa reja tuvieron que modificarla al montarla y se ve que no la armaron bien. Los ladrones no tuvieron más que retorcerla un poco para llevarse partes. Hoy todavía se puede ver cómo están mucho mejor terminadas las rejas del patio de los Naranjos y de la puerta de Postigo de los Abades que la de la plaza del Obispo. Para los ladrones habría sido más fácil robar algunas de estas dos rejas, porque estaban más ocultas, pero no les habría dado tiempo a arrancarlas tan fácilmente como la principal.
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–El Obispado desmontó en 2012 la reja que delimitaba la vía sacra que comunica el coro con el altar mayor de la Catedral. La diócesis dijo que lo hacía facilitar las estaciones de penitencia de las cofradías en Semana Santa y que volvería a colocarla tras su restauración, pero después de 12 años todavía no lo ha hecho. ¿Qué sentido tenía esa verja?
–Esa verja delimitaba el pasillo que comunica el coro con el altar mayor. Era una forma de separar a los canónigos de los fieles. La reja de la vía sacra la hizo Clemente Ruiz, un rejero que tiene una vida excitante. Era muy amigo del obispo Diego Martínez de Zarzosa, que estuvo al frente de la diócesis de Málaga entre 1656 y 1658, cuando murió aquí. Clemente Ruiz cometió un crimen, pero el obispo lo ayudó y lo mandó a la Catedral de Jaén, donde construye todas las grandes rejas. Allí se volvió a casar, estando casado en Málaga. Y terminó sus días de fraile en la Cartuja de Granada, donde también llegó a hacer una reja.
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–¿Qué le parece que no haya sido repuesta la vía sacra?
–Este es un tema delicado, pero en Granada y en la colegiata de Antequera también cometieron un gran error al arrancar esa reja de la vía sacra. Al igual que estoy de acuerdo en que se termine la obra de la Catedral con su tejado, como se está haciendo, se debería reponer. No solo por la gran obra de rejería que es, sino por lo que significa para la Iglesia. Tenía el significado de delimitar el pasillo del paso del hombre desde lo terrenal hasta lo divino, hasta el altar mayor. Dentro de ella bailaban los seises. Y en las grandes catedrales era sitio para tumbas de obispos. Dentro de ella no podían entrar las mujeres, pero he documentado el privilegio que tenía una señora para poder tener allí su sitio, posiblemente era una benefactora del templo. Era la mejor obra de rejería que teníamos en Málaga. Se desmontó por ignorancia, porque además se quitó cortándola por el suelo, sin saber que era desmontable. De hecho, en las actas capitulares se menciona que se desmontaba cuando los canónigos querían tener una reunión en ese espacio del templo, para estar más frescos por la corriente de aire que se forma entre las puertas de las cadenas y del Sol.
– Ahora que están en marcha las obras para retomar la construcción de la Catedral con la realización de un tejado de dos aguas, ¿qué actuaciones acometería para poner en valor la rejería del templo?
–Yo la doraba de nuevo, como está haciendo la Catedral de Granada. ¿Por qué nosotros no? Todo lo que sea recuperar historia es bueno.
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