La fiesta de los verdiales tiene santo y seña: la Hacienda Quintana será su centro de interpretación

En esta jornada, a pocos días de que empiece la Feria de Málaga, estos tres colectivos se suman, confluyen en pos de la fiesta en lo que será el futuro centro de interpretación de los verdiales, que empieza en una primera fase con la rehabilitación del edificio municipal, que antes era sede del área de Parques y Jardines, que se trasladó al jardín botánico-histórico La Concepción. El Instituto Municipal de la Vivienda (IMV) sacó a licitación las obras la pasada semana, que tendrán un coste de 1,3 millones de euros y un plazo de ejecución máximo de 14 meses, por lo que podrían estar operativas a principios de 2026.

Los verdiales están íntimamente unidos a Málaga, pero queda un interrogante que solventar: su futuro. Sobre todo si los jóvenes se suman a hacerlo suyos porque las tradiciones para mantenerlas vivas deben pasar de generación en generación. «Esta casa es una casa de encuentro, el nexo de unión», explica Pomares, quien indica que la obra que se va a ejecutar es un estupendo punto de partida para que los verdialeros tengan un sitio de referencia. «Nuestro interés máximo pasa porque no se pierda la fiesta, y ahora tienen un lugar donde tener recorrido, en una de las joyas más bonitas que tiene el Ayuntamiento (Hacienda Quintana)», añade Teresa Porras.

Mariví Romero, portavoz de la Federación Provincial de Pandas de Verdiales, e hija del famoso fiestero Paco Maroto, está encantada con la rehabilitación de la hacienda, que tiene una «una gran vinculación geográfica con la fiesta», como puntualiza Carmen Tomé.

Ramón Santamaría, Mari Ángeles Pérez, María Teresa Pino, o Manuel Fernández también se felicitan en esta jornada alrededor de la escultura del fiestero, de que van a empezar la Feria de Málaga por todo lo alto. «Con mucho que celebrar», subrayan.

Estos colectivos impulsan el cante y el baile por verdiales, y además hay nueve escuelas en los distritos de la ciudad, que antes pagaban los socios y que ahora se costean con subvenciones del Ayuntamiento. En la Asociación Cultural de Folclore Nuestra Señora de los Dolores se enseña el estilo Montes, en la Peña Los Verdiales, el estilo de Comares; y el de Almogía, en Santa Rosalía Maqueda, como cuentan.

Uno de sus tótems, además de la Fiesta Mayor de los Verdiales, es la Caseta de los Verdiales en la Feria del Real, donde cada día actúan dos pandas, al igual que lo hacen otras dos en el Centro. Más de una treintena de actuaciones a lo largo de una semana.

Ahora, el proyecto de rehabilitación de Hacienda Quintana y su proyección como centro de interpretación da una segunda vida a este espacio, y proyecta la fiesta de verdiales al mundo desde su espacio natural. La finca cuenta con 595 metros cuadrados divididos en dos plantas así como un edificio anexo de 261 metros cuadrados y una edificación externa de 235 metros cuadrados. El patio, que es espectacular, lo compartirán entre todos. Cuando llega el otoño, y se ha pasado el rigor del estío, la fiesta se celebra todos los sábados a las 21,30 horas. Cada semana ameniza una panda.

Los sombreros de flores y cintas copan el espacio. Carmen Tomé se recrea en la importancia etnográfica de la fiesta, de lo que significa más allá de lo que se ve. De cómo los valores y los rituales impregnan los verdiales. «En la fiesta somos todos iguales, no hay clases sociales», explica mientras muestra el espacio que van a mejorar para su asociación, que lleva el nombre de patrona de los verdiales, Nuestra Señora de los Dolores. Larga vida a la fiesta.

La Hacienda Quintana es un buen ejemplo de la arquitectura señorial de mediados del XIX. Aunque su autor es desconocido, su estilo es muy propio de las casonas, haciendas y cortijos que se levantaron en Ciudad Jardín al amparo de que eran regadas por el Acueducto de San Telmo, una colosal obra de ingeniería hidráulica de 10 kilómetros de recorrido realizada por Martín Aldehuela en 1782 por encargo del obispo Molina Lario. Precisamente, muy cerca se encuentra en puente Arroyo Quintana, también conocido por el puente de los once ojos.

La Hacienda Quintana proviene de un mayorazgo que se dividió en dos a comienzos del XIXy que más tarde, en 1851 se dividió en dos mitades. En esta época era un viñedo, que pertenecía a Eduardo Domínguez Quintana, que la arrendó y parece fue cuando se levantó la casa señorial.

El caserón, pintado de color rojo teja, es de planta cuadrada y se asienta sobre un basamento que corrige el desnivel del terreno. Tiene una fachada principal, que conduce a una terraza con verjas de hierro fundido. Tiene tres cuerpos en su frontal: el dispuesto en el centro, con seis vanos, en dos plantas; y dos a los extremos, que culminan con dos tejados a dos aguas. Tiene unos amplios jardines y un estanque delante de la casa.