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A menos de un mes de que dé comienzo la Semana Santa, el Ayuntamiento de Málaga sigue a la búsqueda de soluciones que eviten los resbalones que supone la aplicación del producto que facilita a los operarios de Limasam retirar la cera que dejan los cirios de los nazarenos sobre el pavimento de las calles peatonales del Centro. Tras años de polémica por este asunto, la gota que colmó el vaso se produjo en la noche del pasado Martes Santo, cuando el hermano mayor de la Cofradía de la Humillación y la Estrella, Rafael Retana, sufrió una caída que le provocó una fractura de la muñeca izquierda.
Desde entonces, los responsables de Limasam y del área de Servicios Operativos y Fiestas, ambos departamentos en manos de la concejala Teresa Porras, han estado analizando posibles soluciones para evitar el efecto resbaladizo que provoca la aplicación del líquido anticera en el pavimento de calles como Larios, Especería, Cisneros, Granada, Molina Lario o la plaza de la Constitución, entre otras.
Para ello, como informó SUR, el pasado mes de enero se llevó a cabo una prueba en la calle Larios que finalmente no dio el resultado esperado. Así, según ha podido conocer este periódico, actualmente son dos las opciones que maneja el Consistorio para dar una solución a este asunto.
Una de ellas es la posibilidad de que la Universidad de Málaga encuentre una fórmula para que el producto de AB Laboratorios, la empresa de Vitoria que suministra el líquido anticera desde 2017, no resulte tan resbaladizo. En ello están los miembros del departamento de Química Inorgánica, Cristalografía y Mineralogía de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga, a los que el equipo de gobierno municipal ha pedido que estudien esta cuestión.
AB Laboratorios facilita el producto anticera a las empresas de limpieza de otras localidades andaluzas pero, en el caso de Málaga, su aplicación se complica por el pulido del pavimento de las calles peatonales del casco antiguo, que provoca un efecto deslizante.
La otra de las opciones que se están barajando es pegar al suelo de esas calles una franjas alargadas de algún material rugoso, similar al que se coloca en ocasiones en los peldaños de escaleras, para conseguir que, aunque se aplique el producto, exista cada cierta distancia una banda con la anchura de la suela de un zapato, aproximadamente, dispuesta en perpendicular al sentido de la marcha de los cortejos procesionales, que otorgue una mayor rugosidad al pavimento.
En cualquier caso, desde el ámbito cofrade se ha reclamado al Ayuntamiento que busque una solución para hacer compatible ese sistema de limpieza de la cera con la seguridad de las personas que participan en las procesiones, y del público en general.
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