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Las recientes inundaciones en la zona de Campanillas, derivada de dos danas y de un potente tren de borrascas; unidas a los problemas técnicos que ... se han producido en la presa de Casasola, que están impidiendo utilizar los desagües de fondo, han vuelto a poner el foco sobre la amenaza que el Guadalmedina puede suponer para el Centro de Málaga. Este río está regulado por El Limonero, que tampoco está exenta de problemas estos días por los depósitos de sedimentos y los acarreos de cañas y de basura, que están dificultando su gestión.
Cabe recordar que tanto la primera como esta son presas de laminación, cuya función principal es laminar las fuertes avenidas por las crecidas del río, y no tanto almacenar agua para el consumo. En este contexto, la presa se encuentra en estos momentos por encima de su umbral de seguridad, al 75% de llenado y a la espera de un próximo desembalse. Y se une a los importantes aportes de los arroyos situados aguas abajo de la estructura de cierre (en la trama urbana). Ambas cuestiones pueden interferir sobre la idea del alcalde, Francisco de la Torre, de construir varios puentes-plaza, que reducirían la capacidad de evacuación del agua y los arrastres.
En este contexto, el ingeniero técnico industrial, académico y antiguo funcionario municipal, Manuel Olmedo, que ha dedicado la mayor parte de su vida al estudio del Guadalmedina, ha realizado un estudio con diversas propuestas, con el objetivo de reducir el caudal del río, o bien evacuarlo por cauces alternativos. Estas medidas se presentarán en una conferencia este miércoles, día 2 en la Sociedad Económica de Amigos del País. Curiosamente, será el mismo día en que se abrirán las compuertas del desagüe inferior del embalse para aliviar, por primera vez, desde que comenzó el actual episodio de lluvias intensas de marzo.
La primera propuesta consiste en derivar desde el curso alto del río, en Los Montes de Málaga (a unos cuatro kilómetros del Limonero), un volumen de entre 250 a 300 metros cúbicos por segundo, que irían a parar al embalse de Casasola. «De este modo, le quitamos 300 m3/segundo al Guadalmedina y evitamos que vayan al Limonero. La tubería tendría una longitud de sólo 2.500 metros, con una sección de seis metros de ancho por cuatro metros de alto. Es decir, la tercera parte de lo que mide el túnel de la Alcazaba. El detalle del presupuesto no se ha abordado, pero sería una obra «menor».
La segunda alternativa es crear dos aliviaderos de tipo 'Morning Glory' (Gloria de la mañana). Es un invento antiguo que se asemeja a un embudo que está anclado al suelo del embalse, «de forma que cuando llegue el agua al nivel del borde, esta automáticamente empieza a salir». Estas estructuras estarían equipadas con rejas para evitar que las ramas no lo atoren. Estas estructuras están colocadas en muchas presas de todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos, donde se inventó, pero también en otros puntos de España. «No necesita ni motores ni electricidad ni vigilancia, sino que funciona siempre que el agua llega a ese nivel de llenado».
El experto propone hacer en El Limonero dos 'morning glory', en sus márgenes izquierda y derecha, desde donde partirían túneles que comuniquen con dos colectores construidos por debajo del cauce del Guadalmedina, pero independientes de este, que irían al mar. De manera que la superficie del cauce principal se reserva para los aportes de los arroyos de la ciudad. Entre ambos podrían aliviar entre 400 y 500 m3/seg. En el caso de una hipotética tormenta extrema, siempre queda el resguardo que da el trampolín superior, que sirve de alivio cuando llega a la cota máxima y que todavía no ha llegado a funcionar nunca.
Todavía hay una tercera medida de protección de la presa que sugiere Manuel Olmedo, y que consiste en la cobertura mediante un mallazo y el hormigonado de los laterales del cierre, de manera que se pueda crear un revestimiento impermeable, con lo que la presa estaría segura ante un eventual episodio que la hiciera rebosar. Esta medida, además de aumentar su capacidad, garantiza su seguridad.
«Los puentes plaza, que se hagan; pero primero vamos a resolver el problema», se pronuncia Olmedo, acerca de la propuesta estrella del actual equipo de gobierno. «Estas ideas son factibles, baratas y necesarias. He tardado mucho en contarlas porque quería afirmar mis hipótesis», explica, y pone de relieve que, antes de hacerlas públicas, ha recabado el apoyo de una decena de ingenieros y arquitectos.
«Considero que es mi obligación: como malagueño, tengo una responsabilidad personal, tras llegar al convencimiento de que Málaga está en una situación de un riesgo que puede ser inmediato». Es, al fin y al cabo, el legado final de un investigador que ha dedicado más de 60 años de su vida a la gestión del agua y, sobre todo, en la búsqueda de soluciones a la amenaza del Guadalmedina.
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