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¿Qué nivel de ruido soportan las personas que residen en pleno Centro de Málaga? La respuesta a esta pregunta requeriría de una actualización de las mediciones que llevó a cabo el Ayuntamiento de la capital en 2015, dentro de los trabajos previos para la ... declaración del casco antiguo como zona acústicamente saturada (ZAS), trámite que no se completó hasta enero de 2020 con su entrada en vigor. El equipo de gobierno municipal no tiene por ahora intención de repetir esas mediciones, si bien no descarta volver a hacerlas el año próximo.
Así, por el momento se desconoce el efecto que está teniendo la campaña de mayor vigilancia que la Policía Local inició el pasado mes de junio para poner freno a fenómenos de ocio que se han intensificado en los últimos años, como es el caso de la despedidas de soltero. El equipo de gobierno municipal traslada semanalmente el número de expedientes sancionadores que se imponen por incumplir las normativas en materia de ruido, convivencia ciudadana y protección del espacio público; pero no se sabe si ese mayor celo policial está repercutiendo en una disminución de los decibelios que soportan los residentes en la zona o en el número de quejas y denuncias que presentan. A juicio del presidente de la Asociación Casco Antiguo, Carlos Carrera, no se ha notado «gran diferencia» desde que está en marcha la ZAS.
La última referencia para hacerse una idea de los niveles de ruido en el corazón de Málaga es un estudio que realizó el año pasado el Área de Sostenibilidad Medioambiental, a raíz de las sentencias judiciales que dieron la razón a los vecinos de la zona de la plaza de Mitjana y la calle Luis de Velázquez. Como recordó SUR el pasado domingo, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía confirmó la condena al Consistorio por no controlar el rudo en este entorno, por lo que le obliga a pagar 13.440 euros anuales, desde agosto de 2018, a tres de los cinco propietarios que denunciaron inicialmente. No obstante, estas indemnizaciones no se han empezado a abonar aún porque el fallo del TSJA ha sido recurrido al Tribunal Supremo por el Ayuntamiento y por los vecinos.
Aunque son datos del año pasado, cuando todavía no se había puesto en marcha la campaña policial para reforzar la vigilancia del ocio en el Centro, resultan significativas las conclusiones del mencionado estudio, para el que se llevaron a cabo dos puntos de medición de larga duración, durante varios días, y siete de corta duración.
Una de esas conclusiones recoge que «en cuanto a la distribución horaria, la franja comprendida entre las 1.30 a 4.30 horas es la de mayor nivel acústico». Resulta significativo este dato, obtenido como promedio de una de las estaciones que midieron el ruido de forma continua, durante varios días, porque desvela que los mayores niveles sonoros se producen en plena madrugada, justo a partir del momento en el que los negocios de hostelería cierran y están obligados a retirar las terrazas (1.00 horas los sábados y domingos del otoño e invierno, y 1.30 horas los fines de semana del verano). Es entonces cuando se registra un movimiento de personas que, sin duda, repercute negativamente en el nivel de decibelios que soportan los vecinos del Centro.
La única conclusión positiva del estudio es que, respecto a las mediciones de 2015, se detecta una disminución de hasta 5 decibelios en el ruido nocturno de los días de ocio. No obstante, los niveles registrados las noches de los sábados y domingos rondan los 70 decibelios, muy por encima del límite de 55 que marca la norma para este tipo de zonas.
En cuanto a los siete puntos de medida de corta duración que el Ayuntamiento instaló en el entorno de la plaza de Mitjana y la calle Luis de Velázquez, el estudio confirma que, de media, captan 75 decibelios en las noches de los fines de semana, y 60 decibelios en el horario nocturno de los días laborables. En ambos casos, superan los 55 decibelios que marca la legislación vigente. No obstante, como recordaron desde el Área de Sostenibilidad, ese límite se supera «con cuatro personas hablando normal en una calle», por lo que, como han admitido expertos consultados, respetar los objetivos de calidad acústica establecidos supone «una utopía en cualquier zona como una mínima actividad», como apuntó el catedrático de Física de la Universidad de Málaga Pedro Bernaola.
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