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Uno de los mayores tesoros de pinturas murales barrocas del Centro de Málaga sale a la luz. Tras casi un año de obras, ya puede ... observarse el resultado de la restauración que ha realizado la Diputación Provincial en el exterior del edificio del número 60 de la calle Carretería, el denominado Palacio de Valdeflores. Gracias a las catas realizadas años atrás, se sabía que esta construcción del siglo XVIII podría albergar decoración en su fachada. Lo que no se conocía era la riqueza ornamental que se escondía bajo cinco capas de pintura.
SUR ha podido tener acceso al resultado de la recuperación de esta decoración mural realizada por los técnicos de la empresa Trycsa. Vista de cerca, resulta sorprendente la riqueza de volúmenes y los motivos que presentan estos dibujos, realizados únicamente en tonos marrones y en una época en la que los medios técnicos para trabajar en una fachada de una considerable altura eran precarios. Unos exuberantes frisos con profusión de rocallas, elementos vegetales y la fruta de la granada, repetida en numerosas ocasiones, enmarcan los balcones y ventanas del palacio.
«Creemos que estas pinturas fueron hechas a mano alzada porque, aunque tengan una misma base, no hay nada simétrico», explica Marina Albaladejo, una de las restauradoras de Trycsa que, junto con Claudia Molero, se han encargado de sacar con paciencia las pinturas durante los últimos meses. «Hemos descubierto que había algunas incisiones en la pared que harían a modo de guía, pero la mayor parte de los dibujos no se ciñen a esas marcas. Pensamos que pudieron intervenir varios autores», añade esta restauradora mientras señala uno de los motivos en los que, junto con las rocallas y los elementos vegetales, aparecen una especie de castillo y una ermita. En otros puntos de la fachada, los racimos de granadas cuelgan de unos lazos.
Las restauradoras han querido añadir lo menos posible a las pinturas encontradas, por lo que únicamente han sido completadas las zonas en las que existía información suficiente sobre cómo eran los dibujos. En el resto, únicamente se ha recompuesto lo que ha sido rescatado bajo las capas de pintura.
No obstante, este no es el único de los 'tesoros' descubiertos en esta obra, con un presupuesto de 1.592.781 euros y bajo la dirección del arquitecto Rafael Salas Pulido. En su interior han aparecido restos del pavimento original de la caballeriza del palacio, así como parte de la barbacana de la muralla medieval de la ciudad, que discurre justo por el eje de Carretería y de la que se rescató su mayor tramo en la zona peatonal habilitada por el Ayuntamiento justo al lado de este edificio. En una de las salas de la primera planta se va a poner en valor, tras un vidrio ventilado, una sección de este cerco musulmán en la que se aprecia una curiosa canalización cerámica en vertical.
«Es posible que se llegara a utilizar como una chimenea», apunta el arquitecto Rafael Salas, quien conduce hacia otra de las joyas del palacio. Se trata del techo de una sala contigua en el que, enmarcadas por unas cenefas con forma de rombo, se han conservado dos pinturas realizadas en 1908 por José Fernández Alvarado, un artista nacido en Málaga en 1865 que fue discípulo de Antonio Muñoz Degrain y José Moreno Carbonero, y que terminó su vida en Huelva, donde fue director del Museo de Bellas Artes.
En una de estas pinturas aparecen unas ramas de almendro con mariposas, y en otra unas vides con pájaros. No obstante, también llama la atención que, en la decoración que las enmarca, están incrustados cuatro platos de cerámica, perfectamente conservados. Asimismo, en los ventanales del patio central del edificio se ha recuperado el mecanismo tipo 'guillotina' que acciona las hojas con unas pesas internas de plomo.
El Palacio de Valdeflores fue levantado a mediados del siglo XVIII y debe su nombre a Luis José Velázquez de Angulo y Cruzado (Málaga, 1722-1772), quien además de ser el segundo marqués de Valdeflores, fue un prolífico arqueólogo, historiador y escritor. Este personaje fue miembro de la Real Academia de Historia; participó en las excavaciones del yacimiento de Cártama; escribió sobre los orígenes de la poesía castellana, los anales de la nación española hasta la llegada de los romanos o sobre los alfabetos prerromanos; y, por encargo del marqués de la Ensenada, recorrió el país durante tres años para recopilar la historia monumental de la Península. Dejó huella con sus obras, pero en Málaga también lo hizo con este edificio adosado a la antigua muralla de la ciudad.
De estilo barroco, el palacio fue explotado por el marquesado como una posada con caballerizas. Posteriormente tuvo otro propietario, pero no hay registros. Sí los hay para corroborar su uso como residencia cuando en 1895 fue comprado por la condesa de Albarede, que le hizo varias reformas de calado. Casi un siglo después (1985) y tras pasar por varias manos, fue adquirido y restaurado por la Diputación, que abrió aquí el Servicio Provincial de la Mujer, ubicado ahora en la sede central del ente supramunicipal, junto al paseo marítimo de Poniente.
Por el momento está en estudio el uso que la institución provincial va a dar a este edificio, cuyas obras podrían finalizar para antes del verano. No obstante, el presidente de la Diputación, Francisco Salado, se muestra orgulloso de los trabajos acometidos para recuperar los valores patrimoniales de este inmueble. «Es un hito muy importante de recuperación de los edificios singulares que tiene la ciudad, para darle un mejor uso. Hemos descubierto en la fachada una riqueza de pinturas que lo hace aún más singular. Va a ser algo único, un atractivo más turístico, estamos muy contentos del descubrimiento», ha destacado Salado.
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