Hay historias que trascienden la importancia relativa que realmente tienen, para convertirse en símbolos, y ese el caso de la «escalera coreana». Así fue bautizado por este periódico uno de los elevadores mecánicos que comunican el andén de la estación de Cercanías del aeropuerto de ... Málaga con el vestíbulo.
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La historia comienza cuando Francisco Moya, vecino de Torremolinos que usa a diario este servicio y que se ha ganado el sobrenombre del «azote de Renfe», por su insistencia en denunciar las carencias y los problemas de la línea C-1, se interesa por el problema y recibe la siguiente respuesta, literal: «La empresa mantenedora Schindler se encuentra a la espera de recibir el material necesario desde Corea, y este procedimiento dilatará en el tiempo su resolución».
La avería se registró el 20 de agosto del año pasado y la pieza acaba de llegar a Málaga, por lo que el viaje ha tardado nada menos que cinco meses. La buena noticia es que los operarios ya han comenzado a trabajar en su reparación, que se quedará lista esta semana, según informan usuarios que han sido testigos de estas tareas. Posteriormente, habrá que hacer una serie de controles técnicos y de seguridad, por lo que la previsión es que la semana que viene vuelva a funcionar con normalidad.
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Esta es la única incidencia que Renfe admite como de larga duración en la red provincial de Cercanías, ya que otras averías que se producen se reparan con celeridad (generalmente, en el mismo día o al siguiente). Además, la operadora alega que siempre ha habido alternativas para desplazarse en este punto, ya que existe otra escalera mecánica, aunque esta funciona para subir o para bajar, y no puede estar funcionando en los dos sentidos.
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También hay dos ascensores, pero no están en el mismo andén, sino en distintos niveles, con lo cual realmente la escalera rota solo se puede sustituir por un ascensor, que tiene una capacidad de absorber viajeros y maletas muy limitada.
Esta circunstancia habría tenido una menor repercusión, de no ser por el hecho de encontrarse en una de las estaciones más importantes y concurridas de la red, la que utilizan cada día miles de turistas para entrar o salir en las terminales aeroportuarias, con la mala impresión que ello supone para la imagen del destino.
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Francisco Moya, que fue el descubridor de la «escalera coreana» para la posteridad, llegó en su momento a proponer que se reciclara para esta misión todo o parte de las escaleras mecánicas que están dentro del segundo módulo de la estación Victoria Kent (en la zona de San Andrés), que lleva cerrada desde su construcción, hace más de una década, por lo que este material nunca se han utilizado.
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