Es uno de estos días en los que no se mandaría a ningún perro a salir a la calle. El terral hace de las suyas y a las diez de la mañana la querencia es la de meterse debajo de un chorro de aire acondicionado. El sol irradia sin clemencia y refuerza la idea de que, en realidad, no hay ningún momento bueno para llevar a alguien a sepultura. En la lápida de 'Chocolatina', a la que todos llamaban 'Choco', lucirá un fragmento de una canción de Dani Martín que indica hacia dónde apunta el viaje: 'El cielo de los perros'.
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Choco es (era) un cocker americano que sabe lo que es luchar en la vida. Le detectaron una enfermedad en uno de sus ojos y se lo tuvieron que quitar. Luego, más tarde, un pequeño tumor en la zona de la espalda le restó algo de movilidad. A Michele Pires, una mujer que viste de luto y refugia sus lágrimas detrás de unas grandes gafas de sol, lo que le hubiera gustado es seguir colgando fotografías de 'Choco' en su particular mosaico de los recuerdos. Pero, el pasado miércoles, a este animal le sonaron las campanas de la vida. «Cumplió 15 años», recuerda su dueña. «Yo estaba embarazada de mi hija y los dos nacieron, prácticamente, el mismo día». Hay lazos que se crean y duran para siempre.
Michele ha llegado esta mañana, acompañada de su marido, Juan Antonio Gómez, y de sus dos hijos más pequeños. Luca tiene ocho años y Giovanna ha cumplido tres. La razón del viaje: hacer el uso del primer cementerio público para mascotas de España. Se encuentra en los terrenos de Parcemasa y se inauguró el pasado 24 de junio. El concepto de enterrar a los animales de compañía en un cementerio es algo común en muchos países europeos. El cementerio de mascotas de París, sin ir más lejos, está catalogado como una joya arquitectónica. «Al final, es un concepto cultural. Pero los tiempos también están cambiando aquí», detalla un trabajador de Parcemasa.
La zona donde se ubican las tumbas se encuentra detrás de un gran edificio que cuenta con varias oficinas, además de una sala de estar que evoca enseguida un ambiente de velatorio. Hasta ahora, se han enterrado tres perros y un gato. 'Choco' sería el cuarto . Los responsables de Parcemasa confían en el efecto llamada y hay espacio para dar el último descanso a 70 mascotas. Aunque hay terreno de sobra para seguir ampliando.
Después de elegir el lugar y hacer algo de papeleo, la familia se prepara para decir adiós. Dos operarios cavan un agujero en una tumba que se aproxima al metro por metro. Hay espacio suficiente hacia la izquierda y hacia la derecha para garantizar cierta intimidad. Michele reconoce que a algunos esto le podrá parecer una 'frikada', pero para ella es una manera de decir adiós a un miembro más de su familia: «Y que nadie me malinterprete. Cuando digo que soy la madre de 'Choco' no significa que lo quiero más que a mis hijos». La opinión de los demás, en todo caso, le importa poco.
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Luca se agarra a la pierna de su madre y se pone a llorar. La pequeña Giovanna afirma que «'Choco' ahora se va a descansar». El silencio se impone y lo único que se escucha ahora es el zumbar de las chicharras. «La tristeza va y viene por golpes. Es un proceso de duelo», explica Michele cómo se ha sentido en la última semana. Cuando habla de 'Choco', lo hace como si de un ser querido más se tratara. Para ella lo ha sido. El coste de la tumba para los próximos diez años es de 250 euros. A ello hay que sumarle una cuota anual de 25 años. En total, el entierro de 'Choco' cuesta 500 euros. En 2034, habría que pagar otra vez.
«Llegaste como un regalo del cielo y siempre estarás entre nosotros. Finco (2005-2021), reza en otra lápida. Sus dueños tenían enterrado al can en el jardín de su casa. Al abrir el cementerio, no habrían dudado en trasladar sus restos al cementerio. Cada paso que se da por aquí es también una comprobación de la relación tan estrecha que desarrollan algunos dueños con sus mascotas. Para Michele y su marido este viaje también tiene una vocación didáctica. «La muerte de Choco también es una manera de aproximar a nuestros hijos el concepto de la muerte en sí. No se suele hablar de ello, pero no sirve para nada taparla», expresa.
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Después de una hora, la familia se sube de nuevo al coche para iniciar el regreso a Córdoba. Michele asegura que van a retornar cada cierto tiempo para dar vuelta a 'Choco'. Con una mano agarra la lápida que le entrega un operario de Parcemasa. La llevará para grabar la dedicatoria a 'Choco'. Echa de menos a su más leal compañera. El dolor se irá poco a poco. 'Choco', sin embargo, quedará para siempre en su recuerdo.
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