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La estampa, por inhabitual, ha llamado mucho la atención durante las últimas horas. El Guadalmedina ha bajado con caudales medios de entre 31.000 y 43.000 litros por segundo debido a la maniobra de desembalse por seguridad desde la presa de El Limonero. Muchos viandantes curiosos se agolpaban por momentos en los puentes y bermas para contemplar el fluir del agua y capturar el momento con los móviles. El proceso, monitorizado en todo momento, se ha desarrollado con normalidad.
El protocolo marcaba dar aviso a las policías tanto Local como Nacional, a Bomberos y Protección Civil, al tratarse de un cauce urbano. Sin embargo, es una maniobra muy segura al no haber avenida de agua desde la cola del embalse.
Al principio del desembalse, a las nueve de la mañana del miércoles, las reservas de El Limonero, estaban en algo más de 17 hectómetros cúbicos. A las dos de la tarde del jueves, habían bajado en unos 3. Además, el cierre de compuertas se ha adelantado una hora debido al alcance del nivel máximo normal, como se conoce en términos de explotación del embalse. En otras palabras, la presa, diseñada para laminar las riadas del Guadalmedina, ya se encuentra de nuevo en niveles de seguridad. Ronda ahora el 63%.
Tras los trenes de borrascas y las danas, como a muchos embalses, ha registrado un problema de acarreos y arrastres, con la acumulación de sedimentos, ramas y residuos. Y esta maniobra es esencial para evitar la colmatación del vaso (pérdida de capacidad) y para mantener limpios y despejados convenientemente los órganos de la presa; en este caso, el desagüe de fondo, que permite la suelta controlada de agua. Es un procedimiento ordinario de todos los primeros miércoles de cada mes, aunque hay ocasiones que se realiza de manera extraordinaria.
A pesar de ser una presa defensiva, El Limonero cuenta con su propia potabilizadora y un canal independiente y propio, distinto al que llega a El Atabal desde el Guadalhorce. Y eso la convierte en un seguro para el suministro en caso de avería, contaminación o problemas de turbidez y lodos. Así ocurrió, por ejemplo, durante las inundaciones del 1989. Y, semanas atrás, sin ir más lejos, también ha sido fuente importante para Emasa.
Los cambios para mayor seguridad en las normas de explotación de la presa modificaron el desagüe máximo desde los 400 metros cúbicos por segundo anteriores hasta los 150. Se estimaban antes 200 m3/s de aportes de los arroyos afluentes y una capacidad de encauzamiento de 600.
Los números han bajado mucho, con un buen estudio de los arroyos tributarios y los arrastres estos umbrales se han bajado mucho por seguridad. La conclusión final tras todo esto: la parte baja del Guadalmedina tendría una máxima avenida de 460 metros cúbicos por segundo. Nada menos que 360 vendrían de los afluentes, lo que no duplica pero casi los 200 que se pensaban antes.
Son números muy superiores a los de esta operación de las últimas horas, que, lógicamente, no ha entrañado riesgo alguno, dado que además se habían precintado los accesos al cauce para los despistados.
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