Elena Martín: «No me he sentido discriminada, pero sí he apreciado micromachismos»

–¿Por qué ninguna mujer ha presidido esta asociación en sus 86 años de historia?

–Mi elección ha sido resultado de una evolución de la sociedad en general y de la cirugía en particular. Siempre ha sido una sociedad de hombres. Cuando empecé hace 30 años, éramos una minoría y eso se refleja en el número de socios senior, que siguen siendo mayoritariamente hombres. Desde hace ya unos años ha cambiado la tendencia y en el tramo más joven, son más mujeres que hombres.

–¿Por qué las mujeres no elegían esta especialidad?

–Hace años, la cirugía era una profesión más de hombres. Nos repetían que era muy dura y que había que tener mucha resistencia y, al final, las mujeres acababan por elegir otras especialidades. Quizá fuera un estereotipo social, pero era complicado acceder a una carrera quirúrgica.

–¿Cómo ha llevado trabajar en un mundo de hombres?

–Una tiene que tener los objetivos claros. A mí me gustó la cirugía siempre y es cierto que en ocasiones una se veía rara porque no interactuaba con mujeres. No creo que haya sido discriminación, pero a veces sí tenía la sensación de que tenía que hacer más para demostrar mi valía. Costaba que te tuvieran en consideración, que te escuchasen con la misma atención que se escuchaban entre ellos; como si una tuviera que 'elevar más la voz' para hacerse oír, sentar cátedra para que te atendiesen. Poco a poco se va normalizando, pero me llegaron a decir: «Vaya ritmo que llevas, después de jefa de sección ya solo te queda jefa de servicio». Y pensé: Pues a lo mejor, quizá sea eso precisamente lo que me falta, ¿por qué no?

Mi especialidad, cirugía de páncreas e hígado, siempre ha sido muy masculina y en el ultimo congreso han procurado que hubiera mujeres. Y es verdad que si no se propicia que entren, es difícil participar.

–¿Se ha sentido discriminada?

–Abiertamente, no. Pero en un curso, hace ya algunos años, se dirigieron a mí como: «Y ahora va a presentar la doctora Martín, que es muy guapa, además de ser muy buena cirujana». Entre los compañeros, no me he sentido discriminada como tal, pero sí he percibido ciertos comentarios que podríamos enmarcarlos en la categoría de micromachismos.

–¿Sigue causando sorpresa entre los pacientes que los opere una cirujana?

–Ahora no tanto, pero hace años sí preguntaban con extrañeza si los iba a operar yo. Todavía hoy cuando paso a ver a algún paciente me comentan que ya pasaron «dos señoritas» a reconocerlo, en referencia a otras doctoras. A un hombre probablemente le llamarían doctor y no se plantearían llamarle «señorito».