La edad de riesgo para sufrir acoso escolar baja ya a los diez años

La prevención de sus consecuencias está, precisamente, en el origen de esta iniciativa pionera en Málaga que trata de convertir el problema en una solución: es decir, que los niños puedan utilizar su móvil, su tablet y su ordenador –desde la tranquilidad de su casa y en su 'idioma'– para pedir ayuda ante una situación de hostigamiento en el entorno educativo que les puede marcar de por vida. Al otro lado del hilo está la Brigada Antiacoso, que en un año ha recibido 521 consultas y ha intercambiado más de 3.200 mensajes con usuarios –víctimas, pero también familias– que sufren los efectos del 'bullying'.

En ese trabajo coordinado que implica no sólo la asistencia a través de lo digital sino el trabajo de prevención en los centros escolares, González ya es capaz de extraer una conclusión que da que pensar: «Cada vez está más baja la edad de riesgo. Charlas que antes dábamos en 1º y 2º de Secundaria ahora las programamos para 5º y 6º de Primaria –10 y 11 años– porque ya se dan casos de acoso».

Su diagnóstico lo amplía Juanjo Casado, presidente de Infania y responsable del equipo de media docena de psicólogos, trabajadores sociales y educadores que atienden directamente a los niños y a las familias que piden ayuda a través del chat: «En primaria ya comienzan a escenificarse algunos comportamientos de 'bullying', y aunque es un hecho que la edad ha bajado, el tramo crítico está en 1º y 2º de Secundaria (12 y 13 años). En 3º y 4º parece que los chavales han madurado un poco y el problema tiende a estabilizarse».

El 'nombre y apellido' a las redes sociales más seguidas según los tramos de edad, y por lo tanto los espacios virtuales con más riesgo, los pone González: «En primaria hay muchos problemas con el Tik-tok; y en el punto intermedio está el Twitch –una plataforma de 'streaming' de vídeos y comentarios en vivo– (...). En Secundaria, los conflictos están ya en Instagram y en Youtube».

Que el acoso comienza antes pero que el pico máximo está en los 12 años se confirma en el perfil de la víctima que en el último año ha recurrido a los profesionales de Brigada Antiacoso. «El grupo de esa edad es el más numeroso», avanza Casado, que no discrimina por sexos en ese retrato robot del chaval que pide ayuda. «La proporción de chicos y de chicas es del 50%, y los problemas que consultan suelen estar vinculados a las relaciones de grupo, al acoso a través del vacío o del insulto más que a cuestiones que tengan que ver con la apariencia física o con alguna discriminación más profunda», añade. Junto a las víctimas, el segundo grupo más numeroso que acude a este servicio es el de las familias, «sobre todo las madres»; y también se registra un número apreciable de consultas por parte de otros familiares y de los propios centros escolares.

Estos últimos, los colegios, son fundamentales a la hora de establecer la estrategia definitiva contra el acoso escolar; de hecho en los últimos años González ha percibido una mayor implicación por parte de la comunidad educativa: «Antes, el interés por el acoso escolar era visto por los colegios como un estigma, se escondía para que no se pensara que en el centro había casos de 'bullying' (...) y se les colgara el cartel. Hoy en día, sin embargo, se han dado cuenta de que la formación y la información son necesarias». Esa demanda creciente también está recogida en el balance de Brigada Antiacoso: en un año han impartido más de 150 charlas en centros escolares, más de una veintena de colegios han incorporado a sus páginas web el 'botón' de acceso al chat y siguen recibiendo a diario peticiones de centros no sólo de la provincia, sino de toda Andalucía.

La asignatura pendiente en estos momentos, y en opinión de la propia González, está en las familias y en el control que éstas ejercen frente al consumo descontrolado de redes sociales a edades cada vez más tempranas y a pesar de que su uso no es legal antes de los 14. También en el ejemplo que los chavales perciben de los adultos a la hora de reproducir conductas. «No nos damos cuenta de que ya desde la propia casa se pueden estar estimulando determinados comportamientos. Por ejemplo con los grupos de WhatsApp de padres que dejan fuera a otros, o con los comentarios tipo 'con ése en el patio no te juntes'. De hecho, los problemas de exclusión ya empiezan en Infantil». A esa actitud que alimentan los propios padres se suma el hecho de que «muchos de ellos» –remarca la especialista– recomiendan a los hijos «que no se metan en líos con los temas de acoso, que estén al margen; cuando los observadores y los testigos del grupo de iguales son fundamentales a la hora de prevenir y detectar los casos».

En este escenario de 'tormenta perfecta' cuando se aborda el problema del acoso y el ciberacoso –este último no descansa, ya que se extiende más allá del horario escolar gracias a las redes sociales– hay un dato incontestable: los últimos informes especializados sobre el 'bullying' en España ya confirman que uno de cada cuatro niños está en riesgo moderado o grave de sufrirlo. Y atajarlo tiene que ser una tarea de todos.