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Aquí no hay ni dinero, ni puertas acorazadas, ni medidas extraordinarias de seguridad que protejan un contenido de valor incalculable. Es blanco y líquido, se presta a interés cero y sus depósitos generan una alta rentabilidad: los bancos de leche materna salvan vidas.
El Hospital ... Materno Infantil de Málaga cuenta con centro que se encarga de seleccionar donantes y enviar las donaciones al Banco de Leche del Hospital Virgen de las Nieves de Granada (uno de los tres centros de referencia que hay en Andalucía, junto con el Virgen del Rocío de Sevilla y el Reina Sofía de Córdoba) para su distribución a otros puntos de la región.
En junio de 2012, Málaga iniciaba esta andadura no exenta de adversidades, en un contexto social en el que se imponía la leche de fórmula y en donde la lactancia materna ha tenido que abrirse paso a golpe de evidencias: «Los niños amamantados muestran un mejor desempeño en las pruebas de inteligencia, son menos propensos al sobrepeso o la obesidad y, más tarde en la vida, a padecer diabetes». Así lo advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS), que junto a la Asociación Española de Pediatría recomienda esta alimentación durante los primeros seis meses de vida del niño y su continuación junto con otros alimentos complementarios hasta los dos años «o más».
A Claudia Pagani la vida le abrió los ojos. Después de dos abortos, logró quedarse embarazada, pero desde ese momento tuvo claro que no daría el pecho a su hija. «Parece fácil, pero entre que te sube la leche, el niño te coge bien y que es cada dos horas, decidí que aquello no era para mí», recuerda.
El próximo 7 de julio saldría de cuentas, pero una tensión demasiado alta y un bebé con bajo peso precipitó el nacimiento por cesárea de Sofía el pasado 26 de mayo. Pesó 1.680 gramos, pero nada más nacer perdió 200 gramos.
En las dos semanas que permaneció la niña en cuidados intermedios, Claudia dejó de ver la lactancia materna como un «engorro» a ser una tabla de salvación para su hija. «En el hospital respetaban mi decisión, pero me aconsejaban que esa alimentación era la mejor», asegura.
Pero para cuando quiso hacerlo, tuvo que esperar a tener leche y a aprender a estimularse con un sacaleches. Precisamente, todo por lo que no quería pasar. Mientras tanto, su hija salía adelante con leche materna donada. «Sofía empezó a ganar peso, estaba sana. Por un lado, me sentía muy afortunada, pero por otro se me rompía el alma al ver junto a mi hija a otros prematuros en aquellas incubadoras con sondas de oxígeno», detalla Claudia.
Sentía que aquella generosidad que habían tenido otras madres donantes y gracias a la cual su hija se alimentaba cada día tenía que compensarla de alguna forma. Y así pasó de ser una opositora de la lactancia materna a convertirse en una activista militante: no solo amamantando a su recién nacida, sino donando para que otros bebés se beneficiaran de ella como en su día lo hizo su hija. «Es la mejor decisión que he tomado», sentencia.
La leche materna donada sirve para alimentar a bebés prematuros menores de 32 semanas de edad gestacional, o con un peso menor de 1.500 gramos, y también recién nacidos que no son prematuros pero que están hospitalizados por intervenciones quirúrgicas u otras patologías, bebés a los que sus madres no pueden alimentar.
En estos diez años en Málaga, más de 300 mujeres han donado más de mil litros de leche materna, de la que se ha beneficiado un millar de recién nacidos. «La leche materna es la mejor opción por muchas razones pero, si no puede ser, la segunda mejor es la leche donada. Así se ha demostrado con respecto a la leche de fórmula: se tolera mejor y, además, reduce la incidencia de una enfermedad llamada enterocolitis necrosante, que puede ser muy grave y derivar en una cirugía, aumentando los días de ingreso del recién nacido», explica Laura Affumicato, neonatóloga y responsable del Centro de Selección de donantes de leche humana donada del Materno Infantil de Málaga.
Para ser donante solo se requiere ser una mujer sana, no fumadora, que no tome medicación contraindicada con la lactancia y, en general, que lleve una vida saludable. Algunas de estas donantes suelen ser madres de bebés ingresados en la unidad de neonatos, que han podido ser receptores o no. «Como la mamá suele producir más de lo que necesita en ese momento su recién nacido, algunas deciden hacerse donantes», indica Affumicato.
Otro perfil es el de aquellas madres que han perdido a su bebé y donan la leche que tenían congelada. Cada una decide vivir esa muerte perinatal y la interrupción de la lactancia materna a su manera. «Aunque el bebé fallezca, el cuerpo lo desconoce y la madre va a seguir produciendo leche. Algunas deciden parar la producción a nivel farmacológico, pero otras lo hacen de forma paulatina sacándose cada vez menos leche para no sobreestimular la producción», apunta.
Por último, están las madres que son lactantes, que amamantan a sus hijos con leche materna y, además, guardan para la donación. Lo hacen de forma atruista, movidas por la empatía y arañando minutos del poco tiempo que le deja la crianza de sus recién nacidos. «Pese al temor de algunas mujeres, quienes donan siguen teniendo leche suficiente para su bebé, porque cuanto más estimulan el pecho, más leche producen», aclara Affumicato.
Y así lo hace Silvia García, a quien un reportaje en televisión sobre los bancos de leche cuando estaba embarazada la acercó a una realidad a la que era ajena hasta ese momento. «Mi opción siempre fue darle el pecho a mi hijo, pero no tenía ni idea de que pudiera donar leche», confiesa. Y así nada más nacer su pequeño Dante el pasado 27 de febrero llamó a Salud Responde, que la remitieron directamente a Laura Affumicato. Cuatro meses después la complicidad entre ellas es notoria. «Ella me ayudó mucho al principio», admite esta madre que resta importancia a su enorme generosidad: «No tengo más mérito que cualquier otra madre. La cuestión es decidirse y solo hay ver a un niño prematuro para hacerlo. Rompe el corazón a cualquiera».
Para esta malagueña resulta «inconcebible» que todavía siga habiendo falsos mitos sobre la lactancia materna y que haya personas que aún tratan de «menoscabar» las ganas de amamantar a sus hijos. «Que si sale la leche aguada, que si no alimenta lo suficiente... Es lo mejor que podemos darle a nuestro bebé, ¿cómo plantearnos no hacerlo?», desliza Silvia, quien aprovecha cuando su hijo duerme varias horas seguidas para sacarse esa leche que ha dejado de tomar y aumentar las reservas que dona. «Normalmente, lo hago una vez al día y suelo alcanzar los 100 ml».
Tanto en el Materno como los propios pediatras, matronas y cursos de preparación al parto suelen informar de este programa. A Cristina Cortés la alertaron las redes sociales. «Recién nacido mi hijo Jairo el pasado 2 de abril, leí en Internet que faltaba leche materna en Málaga y no me lo pensé», relata. Tuvo una subida de leche que le generó una cantidad mayor de la que precisaba para su hijo, «me costaba gestionar tanta abundancia», indica. «Yo veía a mi hijo tan gordito y me daba mucha pena desechar ese alimento que podía hacer tanto bien a otros», señala. Eso, unido a los rostros de preocupación que veía en los padres en la planta de neonatos terminó de convencerla. Desde entonces, da sin esperar nada a cambio. Solo le mueve un interés: contribuir al bienestar de otras familias.
La donación no siempre es sencilla, sobre todo cuando se hace lejos del banco de leche o del centro encargado de recoger las aportaciones. Por eso, hace un mes, el Materno Infantil de Málaga puso en marcha un servicio de recogida a domicilio para facilitarle esta labor a las donantes. Desde entonces, las reservas no han dejado de crecer. «Dos celadores del hospital se encargan de recoger esta leche y eso ha ayudado a agilizar el trabajo inmenso que hacen estas madres. Estamos muy contentos, porque desde entonces ha crecido mucho el volumen de leche», afirma la responsable del centro de donación, Laura Affumicato.
La leche aportada por las donantes se pasteuriza, se somete a estrictos controles sanitarios para garantizar la seguridad de su ingesta y se almacena congelada hasta su traslado al Banco de Leche de Granada.
Las reservas se redujeron en lo peor de la pandemia al ponerse en marcha criterios mucho más restringidos, pero en la desescalada se ha recuperado la normalidad.
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