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La red ilegal que operaba desde una funeraria de Valencia para vender cadáveres a universidades por 1.200 euros y así proveer de cuerpos a las facultades de Medicina para las prácticas de sus alumnos ha puesto el foco en los protocolos que siguen actualmente ... estas instituciones académicas a la hora de aceptar donaciones para fines docentes e investigadores. «En ningún caso se paga por ello; es una iniciativa totalmente altruista», subraya Víctor Manuel Smith, director del departamento de Anatomía Humana, Medicina Legal e Historia de la Ciencia de la Universidad de Málaga (UMA).
Este profesor, hijo del primer rector electo de esta institución académica y maestro de varias generaciones de médicos, José María Smith Agreda, desmonta algunos de los mitos más extendidos: ni se cobra por donar un cuerpo a la ciencia ni es un recurso para ahorrarse el entierro o la incineración, «porque llegado el momento puede ocurrir que se rechace por encontrarse en algunos de los supuestos previstos, bien relacionados con las causas de la muerte y el estado del cuerpo, o bien, por su situación administrativa, por ejemplo, que no tenga certificado médico de defunción», precisa Smith, acostumbrado desde hace años a oír «leyendas negras» sobre un procedimiento que es absolutamente «transparente».
Aunque las donaciones de sangre, de órganos y de médula son más populares, la cesión del cuerpo a la ciencia para prácticas docentes e investigación no ha dejado de crecer en los últimos años. Desde la UMA están convencidos de que es la mejor manera de formar a los futuros profesionales sanitarios, ya que desvela el volumen real de todas las estructuras, su diversidad y las variaciones anatómicas a considerar en el posterior ejercicio profesional. En la Facultad de Medicina de Málaga se ha enseñado anatomía a los alumnos con cuerpos reales desde sus inicios. «Lo que ofrece un cuerpo real no lo proporciona nada», zanja Smith.
En 2023, este centro universitario registró las solicitudes de 57 donantes, la cifra más alta del último lustro después de la pronunciada caída en 2020 por los meses de confinamiento a causa de la pandemia. Ese fatídico año sólo se contó con 26 voluntades de donación. Otra cosa es el número de donantes fallecidos que llega hasta el departamento cada año, que está entre cuatro y diez.
En total, desde que hay registros, 2.678 personas dejaron constancia en la UMA de que su cuerpo fuera destinado a fines científicos tras su muerte. Actualmente, tiene 120 en depósito. En este caso, no sólo para formación de alumnos, también para trabajos de investigación y prácticas de cirujanos en el laboratorio de neurocirugía ubicado en el departamento de Anatomía o de otros médicos que precisen de ensayos para sus especialidades. Este año, 1.911 alumnos matriculados en Medicina, Ciencias de la Salud, Ingeniería de la Salud y Logopedia, en su mayoría de primer y segundo curso, profundizarán en el funcionamiento de sistemas y órganos, con estos cadáveres. «Cada curso, sacamos para estas prácticas cuatro, dos hombres y dos mujeres, con más y menos músculos y distinto deterioro. Al año y medio, si las prácticas han sido muy intensivas, como lo son las de Medicina, se lleva a cabo la incineración.
Pero, ¿cómo es el procedimiento para donar el cuerpo a la UMA tras el fallecimiento? El primer paso es siempre la información. Tras solicitar una cita en el departamento de Anatomía de la UMA, se convocará al solicitante para una entrevista personal para explicarle cada punto del acta de donación. No se admiten solicitudes delegadas, ni por Internet; tienen que acreditar su identidad en persona y presentando el DNI y si no pudiera acudir por una limitación física, tendrá que dejar constancia ante notario de esta última voluntad.
En esa reunión, se comprobará que el solicitante es consciente de la trascendencia de la decisión que va a tomar, se le resolverán todas sus dudas y se le advertirá de que, aunque se formalice la donación, llegado el fallecimiento, el cuerpo podrá ser rechazado por distintos motivos: fallecimiento fuera de la provincia de Málaga; muerte por accidente o cualquier otro motivo que haga necesaria su autopsia; cuando el óbito se produce después de una intervención quirúrgica y la herida no haya cicatrizado o exista una lesión profunda que afecte a la vascularización de los tejidos; muerte por enfermedades infecto-contagiosas (hepatitis o sida) o por contaminación por productos radioactivos que hicieran imposible manipular posteriormente el cuerpo o porque éste presenta estado mórbido de obesidad, o adelgazamiento. También será rechazado si no tiene certificado médico de defunción o es un cadáver judicial.
Consiente de toda esta información y de que no habrá contraprestación económica alguna, es decir, que es un acto completamente altruista, el donante ya podrá firmar el acta de donación en presencia de dos testigos (amigos, familiares o personal del departamento) para certificar la decisión y se le entregará un carné de donante. «Éste no obliga a nada, el donante se puede arrepentir en cualquier momento», recalca Smith.
Tras el fallecimiento, el cuerpo tiene que llegar a la facultad entre las 12 y 24 horas siguientes al deceso. Allí comprueban si tiene el certificado médico de defunción, se explora para comprobar que reúne los requisitos y se procesa «con técnicas de conservación adecuadas al estado del cuerpo, los medios de almacenamiento y el uso posterior». Si el donante lo ha comunicado a los familiares, tendrán que contactar con el departamento tras su muerte para iniciar el procedimiento. «Si es fin de semana, festivo o periodo de vacaciones, el teléfono queda desviado directamente al de la funeraria con la que trabaja la universidad, tras acceder por concurso público, para hacerse cargo del cuerpo y su conservación una vez verificado que el fallecido está en la base de datos de donantes», explica del director.
El servicio funerario contratado por la UMA y vigente al día de hoy es de tres años prorrogables. Incluye el traslado del cuerpo al departamento de Anatomía y las incineraciones posteriores de los cuerpos tras su uso científico, lo que supone un desembolso anual para la universidad de unos 12.000 euros al año. Precisamente, ahora están preparando el pliego de condiciones para sacarlo a licitación de nuevo.
Smith pone en valor el altruismo y la concienciación cada vez mayor de la población sobre la importancia de las donaciones y su sentido práctico, por eso teme que tramas ilegales como la ahora desmontada por la policía tengan un efecto disuasorio. «Esperemos que sirva para extremar las medidas de control y no vuelva a repetirse», concluye.
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