Los casos de autolesiones y de conductas suicidas en adolescentes vistos en urgencias crecen en Málaga un 30%

El doctor Romero hizo estas declaraciones con motivo de celebrarse hoy el Día Mundial de la Salud Mental, que este año pone el acento en la salud mental infanto-juvenil bajo el lema 'Por el derecho a crecer en bienestar'. De esa forma, se busca detectar acontecimientos vitales adversos como pueden ser el acoso escolar, la negligencia en los cuidados o los abusos.

Todas esas situaciones, si no se abordan de manera preventiva y con rapidez, luego ocasionan en un porcentaje alto de problemas más serios en la adolescencia. Para prevenirlos, hay que trabajar mucho con las familias y con los centros educativos para intervenir lo antes posible. «Una buena crianza puede ser garantía y ofrecer una mayor seguridad de tener una buena salud mental», señaló el psiquiatra.

También ha habido un incremento de las hospitalizaciones de adolescentes tras sufrir una crisis psíquica. Muchos de esos ingresos son muy cortos y luego ni necesitan un tratamiento. Como la crisis es intensa en el momento en que se produce (el paciente se ha autolesionado), al no haber capacidad para abordar el problema con otros medios, como puede ser un hospital de día, se opta por el ingreso, señaló Javier Romero.

El confinamiento y la pandemia favorecieron factores como el aislamiento, la soledad, la obligación de convivir en un encierro con una familia complicada, lo que pudo suponer un tormento, indicó el psiquiatra. A ello se une la incertidumbre por el futuro. «Con la llegada del Covid hubo una ruptura con la rutina de lo cotidiano, por lo que crecieron las situaciones sociales que provocan una mayor intensidad emocional y que hacen a las personas más vulnerables, sobre todo a los adolescentes», comentó el director de la unidad de salud mental del Clínico. Y añadió: «En los adolescentes el aislamiento y la incertidumbre sobre el futuro han podido traer consigo un ascenso de problemas que, aunque no son trastornos graves, a veces son adaptativos, necesitan ser tratados en las consultas médicas».

Esa situación no solo afecta a la población adolescente, sino que se da en todos los grupos de edad. Así, han subido en torno al 30 por ciento las derivaciones que hacen los médicos de atención primaria a las consultas de los equipos comunitarios de salud mental, formados por psiquiatras y psicólogos. Este hecho no solo se ha registrado en Málaga, sino en toda España, subrayó el doctor Romero.

Son cuestiones poco graves que los expertos denominan problemas adaptativos. Detrás de ellos están la soledad, la falta de dinero, dificultades laborales como estar en paro, la escasez de relaciones sociales, etcétera. Son aspectos que se acentuaron con la pandemia del coronavirus y que ahora, con la actual inestabilidad económica, aumentan.

Muchos de los individuos que sufren trastornos mentales comunes (cuadros de ansiedad y angustia, depresión o problemas adaptativos relacionados con situaciones personales) necesitan que se les escuche, que se les dé ayuda psicológica de baja intensidad o, incluso, que se les prescriba algo de medicación para que puedan descansar, dijo el psiquiatra. «En realidad, el problema viene originado por las circunstancias que rodean a esa persona: paro, duelo por la muerte de un familiar, desamor... Por eso, cuando la ayuda no la puede prestar la familia, la ofrecen los profesionales».

Los trastornos mentales comunes mencionados suponen el 20 por ciento de las consultas médicas de atención primaria. Esa patología provoca a veces también molestias físicas o somáticas. Como en primaria hay una sobrecarga de trabajo, se intenta que los médicos de familia se vean reforzados con la presencia de psicólogos clínicos que atiendan a los pacientes y ayuden a que los centros de salud sean más resolutivos en el campo de los problemas de salud mental comunes, significó Javier Romero.

Una de las actuaciones que está en la cartera de servicios de la atención primaria es la puesta en marcha de equipos de enfermería que atiendan a grupos de personas con ansiedad. Esa iniciativa, que aún hay que desarrollar, serviría para no tener que medicar tanto, comentó el psiquiatra. «Si nos limitamos a un diagnóstico médico, acabamos prescribiendo una pastilla sin ayudar a afrontar esas dificultades. En muchas ocasiones lo que hay que mejorar son las situaciones sociales, no los estados anímicos. En la infancia y adolescencia esta perspectiva presenta mayor importancia, teniendo en cuenta su vulnerabilidad y la estigmatización de los diagnósticos psiquiátricos», precisó el doctor Romero.

Los que no han aumentado tanto desde la aparición de la pandemia han sido los trastornos mentales graves como la esquizofrenia, la psicosis o el trastorno bipolar. Esa es una estadística que se mantiene más estable. Está comprobado que el consumo de tóxicos (hachís, principalmente, y alcohol) desencadena brotes psicóticos en personas vulnerables. La esquizofrenia, que es un tipo de psicosis, la sufre el entre el uno y el tres por ciento de la población, indicó el director de la unidad de salud mental del Hospital Clínico.