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La estampa en el Centro no era muy diferente a la de cualquier domingo, pese a que Málaga celebraba en esta jornada el Día Mundial sin Coche. Muchos paseaban por el Parque invitados por un día claro y una amable temperatura de 25 grados, pero lo hacían por las aceras, como siempre, a pesar de que el Parque permanecía cerrado al tráfico desde primeras horas de la mañana en un gesto del Ayuntamiento para conmemorar la efeméride que resultó ser más simbólico que útil.
Nadie se atrevía a pisar la calzada, ni peatones que seguían respetando el paso regulado por semáforo para cruzar la carretera ni ciclistas. «No tenía ni idea. He observado que no pasaban coches, pero no sabía bien por qué era y no me atrevía a cruzar a lo loco. Quizá deberían haber puesto alguna pancarta o algún cartel que promocionara el Día sin Coche», reclamaba Laura Tirol, mientras esperaba a que el semáforo se pusiera en verde.
Algo parecido ocurrió en el taller municipal de concienciación ambiental, donde solo algunos niños se atrevían a participar en una especie de juego de la oca con preguntas del tipo: ¿qué transportes crees que consumen menos?, a cambio de un pequeño obsequio (imanes, camisetas o llaveros) y en el de seguridad vial, ambos ubicados al principio del parque. En este último, agentes de la Policía Local, junto a un furgón y una de las señales de tráfico que usan para indicar un control de alcoholemia, aguardaban para informar a los ciudadanos sobre los tipos de dispositivos que usan y cómo funcionan. Pero sin ninguna cartelería que indicara que era un puesto informativo, más que atraer, lo que hacía es disuadir a todo el que pasada. «Hasta ha habido quien nos ha recriminado que hagamos aquí controles de alcoholemia... a los peatones», indicaba sorprendido uno de los agentes.
Y mientras tanto, el desvío del tráfico hacia el Paseo de los Curas provocaba los atascos habituales cuando esto sucede, una imagen muy alejada del espíritu de este día, que cierra la Semana Europea de la Movilidad y que cada año se celebra del 16 al 22 de septiembre. ¿Su objetivo? Ofrecer a los ciudadanos la oportunidad de repensar sus hábitos de movilidad y descubrir que un cambio hacia formas de transporte más sostenibles no solo pueden beneficiar su día a día, sino también al entorno en el que viven. La idea es concienciar de que la movilidad urbana sostenible no es únicamente una necesidad ambiental, sino también una cuestión de salud pública, eficiencia económica y bienestar social.
Un año más, esta conmemoración repite lema: '¡Combina y muévete!', pero pone el acento en la necesidad de incrementar el uso intermodal del transporte sostenibles en las rutinas diarias. El concepto de 'Espacio público compartido' de esta edición busca devolver las calles y los espacios urbanos a los ciudadanos, priorizando a los peatones, ciclistas y el transporte público frente al automóvil privado.
Sin embargo, la falta de información volvía a repetirse en una de las medidas adoptadas para la ocasión: los viajes a un céntimo en los autobuses interurbanos usando la aplicación del Consorcio. «Llevo toda la mañana y no ha habido ni un viajero que haya pagado con ella. Es verdad que es una minoría de usuarios la que usa la app, pero es que nadie ha preguntado tampoco por el descuento del Día sin Coche», confesaba uno de los conductores de la ruta hacia Benalmádena.
Los que sí aprovecharon la jornada para disfrutar y reivindicar una ciudad con menos humos y más carriles bici fueron los miembros de Ruedas Redondas y el centenar de participantes que se sumó a una 'bicicletada', que partió a las 11.30 horas de la explanada del Puerto, subió hasta el barrio de la Victoria (atravesando el túnel de la Alcazaba) para después regresar de nuevo hasta la plaza de la Marina.
Antes de iniciar su ruta, la presidenta de la asociación, María José Márquez, leyó un manifiesto, casi una oda a este «gran invento que no consume combustibles contaminantes, que su mantenimiento es sencillo y poco costoso, que tiene una vida útil casi eterna, que para hacerla no hay que consumir muchos recursos, pero además de eso que te hace más feliz», expuso entre los asistentes, muchos de ellos familias.
Juan Carlos Cortés, que acudió con su pareja Marta y su hijo Pablo de siete años, lamentó que el espacio para las bicis en Málaga sea aún escaso y que sus usuarios estén en permanente conflicto o con los conductores o con los peatones. Sabe bien de lo que habla porque usa a diario este medio de transporte para ir a trabajar al Centro desde su domicilio en el Parque del Oeste. «Pero lo hago porque hay una parte de carril bici; si no, sería imposible. Por eso, si se quiere potenciar su uso, debe haber más tramos y mejor conectados entre ellos», expuso ante la atenta mirada de su hijo, al que tratan de inculcar el amor a la bici. «Esperemos que no caiga en saco roto lo que le enseñamos y sobre todo, la concienciación vial y de respeto a otros usuarios», apostilló su madre marta Gallego.
Quizá esa sea una de las quejas más repetidas, la poca consideración que se les tiene por parte de los conductores, que acaban poniendo en riesgo sus vidas. Esa y la necesidad de que las administraciones se tomen en serio la movilidad sostenible y no sólo «cumplan» con gestos simbólicos un día al año. «Estas jornadas sirven, pero son insuficientes. Además, es surrealista que nos hayan prohibido ir por otra ruta 'por grave afectación del tráfico' en un día en que no debería haber tráfico y la prioridad la deberían tener los transportes alternativos. Incomprensible», lamentó Márquez.
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