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Profesionales sanitarias de Oncología atienden a SUR por el Día Internacional del Cáncer Infantil. Marilú Báez
Detrás de una consulta de cáncer infantil: «No duermo antes de dar un mal diagnóstico»
Día Internacional del Cáncer Infantil

Detrás de una consulta de cáncer infantil: «No duermo antes de dar un mal diagnóstico»

Ellas nunca son las protagonistas de la historia, pero hacen que sea mucho más llevadera y se dejan la piel para curar. Hablan las profesionales sanitarias del Materno de Málaga

Sábado, 15 de febrero 2025, 00:30

Muchos colores a simple vista. Pegatinas de todos los tipos. Decoración con purpurina. Tableros de corcho a rebosar de dibujos y frases esperanzadoras. Recortes de gomaespuma de gran parte del mundo de Disney. Fotos. Recuerdos. Muchos archivadores, folios, cuadernos y bolígrafos. Ordenador y todo el equipo electrónico correspondiente. Personas. Todo eso y más es lo que hay detrás de una consulta de cáncer infantil, ese lugar donde cada día se dan noticias buenas y malas, pero donde siempre se intenta que la positividad reine en el espacio. Y gran parte de las veces lo consiguen.

Aquí se habla de las consultas del Hospital Materno Infantil de Málaga, donde el pasado 2024 se diagnosticaron un total de 17 pacientes con leucemias agudas; 19 se sometieron a trasplante de progenitores hematopoyéticos; y 51 tumores sólidos fueron registrados. En 2023 cifraban en 81 los casos de cáncer infantil, de los que 16 de ellos eran leucemias. Todos estos datos según transmitió el mismo hospital a este periódico justo unos días antes de que llegase la fecha más señalada de cada año: el 15 de febrero, Día Internacional del Cáncer Infantil.

Detrás de esos números hay personas tanto a un lado como a otro de la consulta. Algunos niños que, por su edad, no son realmente conscientes de lo que les está pasando; otros, en cambio, se preguntan las consecuencias de la enfermedad; y, las familias, sin duda, que pasan por uno de los momentos más duros de sus vidas. Enfrente, al otro lado de la mesa de la consulta, se sientan ellos. Los profesionales sanitarios que día a día conviven con estas historias. Ahora toca contar las suyas en las siguientes líneas.

Laura García Oncóloga Pediátrica

«No duermo la noche antes de dar un mal diagnóstico»

Laura García. Marilú Báez

Lo que hay detrás de una consulta de cáncer infantil son personas como Laura García, parte del equipo de Oncología Pediátrica. Nada más entrar en su despacho, muestra con ilusión y orgullo los arcoíris y dibujos que hay en las paredes, uno de tantos regalos de los niños a los que trata; también mira con cariño alguna de las fotos que los familiares le dejan como recuerdo. De forma inconsciente aparecen en su mente y describe imágenes felices de los reencuentros con antiguos pacientes que pasan a verla para contarle su nueva vida tras superar el cáncer. Todo eso es lo que hay detrás de la consulta de Laura García sólo con abrir la puerta. Pero cuando la cierra y se sienta a hablar para abrirse sin miedo a mostrar sus sentimientos, hay mucho más que una profesional sanitaria.

Laura estudió Medicina en Málaga y en su periodo de residencia pasó la Navidad de 2010 en la especialidad de Oncología del Hospital Materno Infantil de Málaga. «Me marcó, me encantó», puntualiza. En 2011 consiguió la plaza. Desde ese momento, esa especialidad es su casa. Quince años que han dado para mucho. La Laura oncóloga de aquel momento poco tiene que ver con la de la actualidad: «Antes vivía todo de forma distinta, lloraba mucho. Ahora no es que no me afecte, es que he aprendido a manejar la información de otra forma», asegura. En los quince años trabajando en Oncología Pediátrica ha crecido como profesional, pero también como persona: «Siendo oncóloga he sido madre. Tengo tres hijos de 4, 8 y 9 años. Es imposible no verlos a ellos cuando trato a alguno de los pacientes; eso me cambió la perspectiva y dio una vuelta de tuerca a todo».

Hay noches que no son fáciles. Bien lo sabe su marido, que a veces le ha tenido que pedir que parase. «Se me ocurre la genialidad idea de mirar a las once de la noche pruebas complementarias de citas que tengo al día siguiente. Hay cosas que tengo que aprender porque si la noticia es buena, duermo en una nube, pero si es un mal diagnóstico, no duermo. Todavía me da taquicardia antes de comunicar una mala noticia, sobre todo las recaídas, eso es lo más desagradable», confiesa.

Consciente de que quiere cambiar algunas cosas, tiene claro que no siempre se puede estar al margen y quedarse sólo en lo profesional: «Te das cuenta que hay que saber empatizar, aunque tampoco se puede perder la objetividad porque sino, no se ayuda al paciente. Hay que tener un criterio médico que no se mueva por los sentimientos que se generan».

Es inevitable que detrás de cada consulta se creen vínculos. «Nos invitan a bautizos y comuniones porque es que hay niños que los hemos tenido desde que tenían pocos meses de vida, pero nosotros no vamos por mantenernos un poco al margen. Tengo un perro que me regaló una paciente cuando terminó su tratamiento, ella me dijo: 'Siempre te vas a acordar del día que terminé'. Y, efectivamente, no se me olvida ese noviembre de 2018. También una madre me regaló para mi hija el mismo vestido que le hizo para el momento especial de tocar la campana», cuenta con una sonrisa.

No se le olvida aquel 26 de diciembre que estaba viendo las luces de Navidad de calle Larios con sus hijos y su marido y recibió la llamada. Uno de sus pacientes ingresó en la UCI. Laura se trasladó al hospital y, lo que era una muerte básicamente asegurada, se convirtió en otro caso más que salió adelante, un nuevo motivo más para que este trabajo la haga «la persona más feliz». «Ese niño iba a morir y la constancia, lucha y fuerza que puso hicieron que superase la enfermedad. Meses después le dieron el alta, ahora estudia Bachillerato y tiene en mente hacer Medicina», explica.

Lo que hay detrás de la consulta de Laura García es una mujer que confiesa que, cada vez que entra y sale del trabajo, piensa una cosa: «Qué suerte tengo».

Coral García Psicooncóloga

«Es complicado separar lo profesional de lo personal, pero ese no es el objetivo»

Coral García. Marilú Báez

Lo que hay detrás de una consulta de cáncer infantil son personas como Coral García, psicooncóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer en Málaga (AECC). Ella abre las puertas de su despacho del Hospital Materno de Málaga, aunque para esta ocasión no está toda la decoración y herramientas de juego y trabajo que saca cuando llegan los niños a dar una sesión. Pero se intuyen, ya que a la vista quedan algunos peluches de rana, botes llenos de pintura de colores, algún que otro dibujo colgado en el corcho y pegatinas de niños puestas en el armario. Desde hace 15 años trabaja como psicooncóloga, pero eso no es lo único que define a esta profesional que no teme a la dulzura ni al sentimiento más profundo cuando se sienta a hablar de su día a día.

Hace 20 años que, al salir de clase de yoga, un compañero se sentó en el banco donde estaba y se sinceró con ella: acababa de perder a su hijo por una leucemia. «Eso me cambió la vida. Me hice voluntaria de la AECC y a partir de ahí empezó mi debilidad por esta especialidad de psicooncología», recuerda lo que ahora valora como «un camino de enriquecimiento que no ha sido fácil, pero sí que es un privilegio de profesión».

Los niños que sufren cáncer tienen una debilidad especial por ella y, cuando sus compañeros hablan de su trabajo, coinciden en que lo de Coral es «una sensibilidad única para tratarlos». Pero ella no hace nada que no salga del corazón: «Acompaño a familias y niños desde el momento del diagnóstico hasta todas las fases de la enfermedad. Si es el caso, también estoy con ellos en la parte final de la vida y en el duelo», relata. Escucha a los niños, a sus familiares y sirve como ese apoyo externo que muchas veces se necesita como desahogo. «Muchas veces los niños se callan por no preocupar a sus padres. Y más que respuestas, muchas veces necesitan que alguien fuera de su familia les escuche y muestre interés por lo que le preocupa», asegura.

Hay momentos de colapso «y hay que aceptarlos porque somos humanos y sólo necesitamos aprender a sobrellevarlos», apunta Coral, que se muestra más humana que profesional detrás de esa puerta de la consulta cuando habla de ella misma. No puede evitar hacer una pausa y que un par de lágrimas caigan de sus ojos cuando escucha la pregunta: '¿Tienes hijos?'. «Me gustaría», contesta antes de emocionarse. Aunque, tras unos segundos de pausa e intimidad, prefiere no contestar a la siguiente pregunta y abordar la anterior: «No es que no quisiera hablar de ello, es que no he podido evitar ponerme así. Este año he estado hospitalizada, ha sido una etapa muy difícil. Ese es mi duelo personal», confiesa para mostrar su lado más humano.

Esa faceta de mujer real y con un corazón de verdad también la muestra cuando explica que ella, como psicooncóloga, necesita sus ratos de terapia y meditación. «Es difícil separar lo profesional de lo personal, pero no es ese el objetivo. No hay que protegerse o distanciarse del dolor, más bien hay que conseguir que te transforme. Claro que he vivido momentos puntuales de colapso... Por eso recibo acompañamiento terapéutico desde hace tiempo, para revisar mi trabajo y tratar mi dolor».

Lo que hay detrás de la consulta de Coral García es una mujer llena de sentimiento y aprendizaje. No se le olvida la frase que dijo uno de los niños: «Hay que amar y perdonar a todos».

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