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Villa Atalaya ha pasado ya a formar parte de la historia de la ciudad como otro polémico caso de la complicada ecuación entre la conservación ... del patrimonio arquitectónico local y la regeneración urbana de un entorno, el de Monte Sancha y La Caleta, que se ha convertido en una 'milla de oro', con numerosos proyectos de reforma y nueva construcción para viviendas de lujo. La demora de dos años por parte del Ayuntamiento en tramitar el expediente para resolver si esta casona merecía o no protección arquitectónica ha dado pie a sus actuales propietarios, la promotora Parque Málaga, a llevar a cabo su demolición con la autorización de la Gerencia Municipal de Urbanismo, para construir en su lugar un proyecto de siete viviendas.
Urbanismo ha argumentado que sus técnicos visitaron en varias ocasiones la vivienda y les fue «imposible acceder para hacer la valoración y el estudio». No obstante, SUR ha podido recabar imágenes del interior de la casa que demuestran que estuvo muy cuidada por sus anteriores propietarios.
Las fotografías tanto del exterior como del interior de Villa Atalaya denotan que, más allá de la mayor o menor valía de su arquitectura, se trataba de un edificio bien conservado pese a sus años, ya que fue construido en torno a 1920 como otras de las villas de recreo de la burguesía local de la época que aún pueblan este sector oriental de Málaga.
Según las averiguaciones realizadas, su promotor fue un ingeniero de ferrocarriles que eligió esta zona de Monte Sancha, con unas buenas vistas de la playa de La Caleta, para levantar su vivienda, que toma el nombre de Atalaya de su privilegiada posición.
En un dossier para difundir la venta de la casa se mencionaba que se trata de una «mansión construida en 1920, basada en arquitectura neoclásica, rehabilitada, en perfecto estado de conservación y habitabilidad», que pasó la inspección técnica de edificios en el año 2009.
De su configuración se apunta que contaba con un porche cubierto y un 'hall' «con vidriera emplomada de principios del siglo XX». En el interior llamaba la atención una amplia escalera de nogal para comunicar las dos plantas de la vivienda, así como una chimenea «de mármol rojo de Antequera, considerada una pieza de gran valor». Asimismo, en las imágenes, captadas en 2014, se aprecia una vidriera con la imagen de Santa Cecilia, patrona de la música. Según las fuentes consultadas, Cecilia era el nombre de la esposa del ingeniero que levantó la casa.
La parcela abarca una superficie de 1.712 metros cuadrados y la casona tenía 442 metros cuadrados de techo, por lo que aún quedaban 688 metros cuadrados construidos por consumir que ahora aprovechará el proyecto de viviendas que vendrá a reemplazarla. Sus promotores aportaron a Urbanismo el informe de un arquitecto, al que también ha tenido acceso SUR, en el que se juzga negativamente la villa, concluyendo que no tiene valor patrimonial porque «es una vivienda resuelta con indiferencia hacia los principios arquitectónicos y hacia el lenguaje arquitectónico de su época».
No obstante, sus anteriores propietarios, una familia local que residió en ella desde principios de los ochenta, llevaron a cabo una restauración del edificio que procuró recuperar sus elementos originales, algunos de ellos traídos desde Estados Unidos por el ingeniero que lo construyó. Maderas nobles y piezas de decoración francesas fueron reparadas para una casa convertida ya en escombros.
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