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Los giros circulares de la historia ponen en demasiadas ocasiones a los seres humanos frente a su propio espejo. Errores del pasado que, olvidados, se repiten en el futuro. No hay más que ver la imagen que devuelve el calendario reciente, con una democracia «que es tan débil como un cristal: puede romperse en cualquier momento». Un cristal que protege pero que al mínimo impacto se hace añicos: lo recordaba este lunes, entre la solemnidad y la vehemencia, el presidente de la Asociación contra el Silencio y Olvido y por la Recuperación de la Memoria Histórica, Pedro Moreno Brenes, en el tradicional encuentro en la pirámide del Cementerio de San Rafael que cada 11 de enero recuerda a las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura franquista.
Entre el 11 de enero de 2019 y el de este año se han dado la vuelta muchas cosas y muchas vidas. No el «respeto», en palabras de Moreno Brenes, «que hace que podamos volver a reunirnos de nuevo». Lo decía rodeado de antiguos compañeros de corporación municipal, miembros de la asociación e incluso familiares de los represaliados que reposan en ese símbolo en el que se ha convertido la pirámide de San Rafael.
A esa misma idea se aferraba en su intervención la edil popular Susana Carillo –a quien tocó presidir la ofrenda floral por encontrarse el alcalde, Francisco de la Torre, en confinamiento preventivo hasta el jueves– cuando asumió la memoria como «una obligación para desterrar el odio y avanzar en el deber moral de sumar y no dividir».
Esa memoria está esculpida, nombre a nombre, en el mármol blanco del monumento; pero también en los miles de archivos y documentos que 'hablan' por esas víctimas y a los que puso voz, en una emocionante intervención, la directora del Archivo Histórico Provincial, Esther Cruces: «Los documentos históricos permiten conservar la memoria y luchar contra el olvido (...). No son papeles viejos: puede que estén envejecidos, pero están más vivos que nunca». También dan consuelo. En su defensa de ese legado que atesoran los archivos, Cruces tiró de su propia memoria y dejo a los pies de la pirámide el ejemplo de ese bálsamo que a veces representan: «El mínimo contacto con algo de ese familiar condensa una gran emoción, basta el roce sobre un documento con su huella dactilar...».
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