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Asume el cargo con ilusión y una enorme responsabilidad en un momento decisivo para el Centro Oceanográfico de Málaga (COMA): su traslado a la nueva sede en el muelle de San Andrés de la capital después de 40 años «de provisionalidad» en Fuengirola.
Ángel David ... Macías López es oficialmente su director desde el pasado 1 de marzo en sustitución de la bióloga Mari Carmen García, primera mujer en estar al frente de esta institución centenaria. Fueron dos años «intensos», según reconocía ella misma en un entrevista a SUR, al haber tenido que lidiar con enormes cambios administrativos por las obras del nuevo edificio y muchas dificultades al dejar de ser un instituto independiente, un organismo público de investigación, para integrarse en una estructura más grande como es el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Su dedicación ha sido reconocida con su nombramiento como directora general del Instituto Español de Oceanografía (IEO). Su puesto lo ocupa ahora un científico con una larga carrera investigadora y una curtida experiencia administrativa, ya que en en octubre de 2018 fue nombrado director accidental del Centro Oceanográfico de Málaga y, con posterioridad, asumió el cargo de vicedirector, puesto que ha desempeñado hasta la marcha de García. Asimismo, ha sido gerente del COMA entre mayo de 2022 y principios de 2023.
Su bagaje profesional lo convirtió desde un primer momento en el principal candidato. Necesitaban a alguien que conociera a fondo la institución y una experiencia demostrada para encarar una etapa crucial. «Era difícil decir que no», reconoce Macías, que se muestra ilusionado con su nueva y «enorme» responsabilidad, que sumará horas de burocracia y le obligará a aparcar su labor investigadora.
Científico titular del Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC) con más de 25 años de experiencia en biología pesquera, sus estudios se centran en los atunes de interés para la flota pesquera española. Además, su investigación está dirigida a obtener un mayor conocimiento sobre la biología de estas especies y los factores bióticos y abióticos (aquellos que son determinantes en la formación del ecosistema) que tienen un impacto sobre la pesca. Igualmente, todo ese trabajo pone el foco en el potencial reproductivo de túnidos templados, la caracterización de sus stocks y el estudio del bycatch (especies que son capturadas sin querer y devueltas al mar) de peces y vertebrados marinos asociados a las pesquerías de palangre.
Asimismo es delegado de la UE en el comité permanente de investigaciones y estadísticas de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico; profesor asociado en el departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga (UMA), y ha dirigido o participado en más de 40 proyectos nacionales e internacionales.
David Macías tiene por delante ahora la misión prioritaria de abrir las puertas de un edificio de casi 5.000 metros cuadrados. Y se atreve a dar fechas, pese a los innumerables anuncios hechos hasta ahora y que nunca se cumplieron por los contratiempos de la obra. Asegura que el cambio de sede será en julio, «aunque la inauguración oficial será después», apostilla Macías. Por el momento, ya tienen luz y contrato con Endesa, un paso esencial para obtener la licencia de primera ocupación. También para trasladar todo el mobiliario de oficina y laboratorio a sus correspondientes dependencias a través de unos ascensores que, aunque funcionan, no podían utilizarse hasta lograr este permiso de la compañía eléctrica.
Mientras se produce la mudanza, el nuevo director tiene que afrontar la gestión de dos edificios: la sede de Fuengirola, donde trabaja actualmente todo el personal del COMA (más de 90 investigadores) y la nueva en el muelle de San Andrés, donde se ultiman los trabajos. «Todo eso conlleva un esfuerzo administrativo y económico titánico, porque mientras se abre el nuevo hay que seguir manteniendo el antiguo, a veces con reformas, aunque sean mínimas, para adaptarlo a la normativa», expresa Macías. Su meta ahora es que esta institución científica cuente por fin con una sede, que sea referente y atracción de talento investigador. Para ello tendrá que afrontar unas competencias de gestión, que no son lo más «bonito» de su trabajo, pero sí necesarias. «Luego ya podremos hacer política científica», zanja.
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